domingo, 21 de febrero de 2016

Pasar página

Anoche estuve un rato viendo una película curiosa. Las protagonistas eran dos mujeres, digamos que de carácter. Es decir, personas que sabían hacerse sumamente atractivas sin necesitar para ello acercarse a los cánones de belleza al uso. Su oficio era toda una novedad para mí que, de inmediato, al tomar conciencia de él, suscito todo mi respeto y simpatías. Lo más aproximado sería decir que eran psicólogas especializadas en el difícil arte de enseñar a pasar página.

Enseñar, o ayudar, a pasar página a personas atormentadas por problemas relacionales o de cualquier otro tipo. Claro que hay grados y, en la película, que para eso era película, no por ser los problemas los comunes dejaba de sentirse la alta temperatura que producían en quienes los sustentaban. Gente mal educada, supongo, y por ello incapaces de aceptar el propio fracaso como la sal de la vida y por tanto obstinados en sostenella aun a costa de la alta pestilencia que engendraban. Total, que las buenas señoras se las apañaban para encandilarles y así sacarles de su marasmo. El amor, o el encoñe, como terapia. Un vez fuera, ya sólo necesitaban explicarles que ellas no eran sino una ayuda pasajera que tenía continuar su camino en busca de nuevos clientes. En fin, no voy a entrar en cuestiones de material y métodos porque para eso mejor ver la peli. Baste con quedarse con que lo de pasar página es algo que se puede aprender incluso cuando las circunstancias de la vida te han hecho obstinadamente pétreo. 

Y en esas estamos una vez más, intentando pasar página, porque una vida cumplida es un libro y un libro que merezca tal nombre tiene que tener bastantes páginas. Si no, será sólo un librillo. Y eso nadie lo quiere ser.     

sábado, 20 de febrero de 2016

Blood for Sale

Ir lejos, de por sí, ya tiene suficiente prestigio. Llegas allí, echas un vistazo y te vuelves para casa con el conocimiento de una nueva cultura en el bolsillo. Porque esa es la cuestión, que en el mundo, dicen, hay más culturas que clases de hongos. Y luego, eso sí, están las diez clases de hongos que no te puedes perder. De hongos o lo que sea, el caso es que sean diez. Y todos pagando, bien sure.

Hoy he leído la frase que ha dicho una de esas chicas monas que ahora llaman it girl, que no sé lo que quiere decir, pero sospecho que debe ser influyente o cosa por el estilo. Y la verdad, me he quedado encantado porque nunca había visto resumido en cuatro palabras gran parte de la filosofía de la vida en la que me sustento. Le preguntaba un simple a la chica que por qué no explotaba más su físico. "Para qué me voy a fijar en esas cosas teniendo dos carreras. ¡Uf, con lo que se gastaron mis padres en mí!", ha contestado ella. 

Ahí está el quid de la cuestión me he dicho, en el tener dos carreras. El esfuerzo de la inteligencia frente al mero azar. El no necesitar ir lejos para ver cosas sorprendentes porque todas lo son si has aprendido a mirar. A ser libre en definitiva. 

Estos días de atrás se pudo ver en la BBC un documental sobre el gótico. ¡Monumental! En un 90% por lo menos estaba dedicado a la novela de Bram Stoker, Drácula. No sé si la conocen. Aunque películas basadas en ella seguro que han visto porque se han hecho cientos, si no millones. Y es que es difícil encontrar una literatura con semejante carga simbólica. Quién es Drácula. Qué representa. Su casi ilimitada capacidad de seducción. Si te muerde en la yugular para qué quieres dos carreras si ya no te ves en los espejos. Y, por tanto, eres inmortal y con el don de la ubicuidad. 

Así son las cosas. Un gigantesco vampiro se abate sobre el mundo desde que se inventaron las máquinas. Y nunca cesa de susurrarte al oído que hay diez cosas que no te puedes perder si quieres curar las insufribles cuitas de tu alma de ocioso. Diez cosas que no te tienes que preocupar porque estén lejos porque, te recuerdo, desde que te mordí tienes alas. 

No sé, pero quiero imaginar que la cruz y los ajos como escudo antidrácula es la representación simbólica de las dos carreras: el sufrimiento de la cruz y la constancia de los ajos para conseguir ese escudo apolíneo que te defiende de la seducción de las diez cosas que te puedes perder perfectamente porque no son nada. Humo acaso.  

Coda.- http://www.bbc.co.uk/programmes/n3cszssg

jueves, 18 de febrero de 2016

Lo tenemos chungo

Lo sobresaliente de las gestas que llevaron a cabo algunos españoles a lo largo de la historia nadie que no sea nacionalista catalán lo puede poner en duda. Cortés, Pizarro, Magallanes... gente así que, sin embargo, son una laguna en el imaginario popular. Háblale a un "proscrito" de ellos y pensará que le estás tomando el pelo. Tenemos que reconocer, mal que nos pese, que como referencias populares son una birria. Al populus, por lo menos el que yo he conocido, las únicas hazañas con las que siempre ha babeado han sido las del rico local que se fundió la hacienda cerrando el Perico Chicote de Madrid al grito de "todas las putas para mí". Ahí sí que el imaginario se desborda en una especie de hemorragia de satisfacción. Es el mito del señorito calavera como portador de valores eternos, por lo menos mientras no se le acaba la pasta y sigue pagando las rondas. 

Esta realidad tan sumamente importante por omnipresente, que yo sepa, nadie salvo Buñuel se ha parado a analizarla. Y es una verdadera pena porque barrunto que en su comprensión y consecuente relativización de los méritos en que se sustenta su prestigio podrían encontrarse parte de los remedios que necesita la patria para volver al esplendor de su pasado imperial. 

Y no seré yo el que vaya a deshacer semejante nudo gordiano. Considero mis dotes intelectuales enanas para tamaña grandeza. Desmitificar al señorito calavera es como pedir a la gente que no le gusten las canciones de Sabina. Historias de románticos perdedores con un hígado a prueba de bombas etílicas. Lo que, en definitiva, todo el mundo anhela cuando la melancolía del fracaso. O sea, casi todos los días a la caída de la noche. 

Sí, me temo que ahí esta el quid de esta jodienda sin enmienda. La de la corrupción. El diablo lo tiene chupao. A ver qué matao en presentándosele la oportunidad se va a resitir a la tentación. Yo por las putas vendo el alma. Y de fondo, una canción de Sabina para aligerar el peso de la culpa. 

Por cierto, el otro día vi una entrevista que hacían al tánden Sabina, Pérez Reverté. Era en casa de Sabina... toda llena de cosas de buenísimo gusto, como de familia burguesa de varias generaciones. El interior de una pirámide o algo así. Aunque el chaval calavera no perdía ocasión para criticar al PP. ¿Lo cogen? Calavera y de izquierdas. Y forrado, por supuesto. ¿¡A ver quién puede con eso!?

Lo tenemos chungo.

miércoles, 17 de febrero de 2016

Desgraciados

Andaba ayer por la noche con el zappeo habitual y de pronto me di cuenta de que se me estaba avinagrando por momentos el espíritu. Empecé a sentir algo así como que este mundo es una mierda sin solución posible y, entonces, como todavía no tengo muchas ganas de morirme, pensé una vez más que mi lugar no puede ser otro que uno lo suficientemente apartado de las vanidades del mundo. En medio de la estepa. 

El caso es que apenas había empezado a ver una película y, zas, un tipo picándose en el pie, otro que llega, hostias por aquí y por allá... quita, quita, y le doy al botón. Otra pelí, más de lo mismo, paso. La siguiente, de entrada veo a Binicio del Toro, Catherin Zeta Jones, Michel Douglas. Buena escusa para quedarse. Más drogas. Aguanto un rato, el suficiente para escuchar a Douglas un alegato demoledor. Le han nombrado máximo responsable estatal de la lucha contra las drogas y está dando su discurso inaugural. Tópico sobre tópico, que si es una lucha difícil, pero la vamos a ganar y tal. Hasta que empieza a titubear, a susurrar frases inconexas, silencio... y, de pronto, lo siento, señores, pero no puedo aceptar porque ésta es una lucha contra un enemigo que está en la familia y no sé cómo se lucha contra tales enemigos. Douglas tiene una hija drogadicta que le obliga a llevar una doble vida. 

Ya, antes del zappeo, había estado viendo algún telediario que otro de las generalistas mundiales. La BBC o I24News o CNN, da igual porque todas informan de lo mismo a la misma hora. En este caso del viaje del Papa a México. Andaba el buen Bergoglio diciendo chorradas por la parte de Monterrey, cerca de la frontera con Texas. Debe ser duro vivir en Monterrey sometido a ley de la frontera. Una frontera con ricos infelices a un lado y pobres desesperados al otro. Y la naturaleza como siempre creando nexos entre las partes por más diversas que sean. Carteles violentos de un lado, familias deshechas del otro. Y la vida sigue para el que sigue. 

Yo también le he dado a las drogas, cómo no. Tratando de aliviar mi infelicidad, supongo. Y recuerdo un día en el que un chaval que aparentaba tener muy en cuenta mis opiniones de tipo provecto-guay me preguntó si estaba a favor de la legalización de las drogas. Le di un no rotundo que juraría le dejó descolocado. Y no es que yo estuviese seguro de nada al respecto, pero tuve unas ganas irreprimibles de destruir la imagen de tipo guay que venía dando a los chavales. Es estúpido, pensé quizá por primera vez, traicionarse a si mismo para no quedarse solo. Porque para aquel entonces, yo no tenía formada una idea clara respecto a legalización o no, pero si tenía más claro que el agua que sólo consumen drogas los desgraciados. 

Y ese es el quid de la cuestión, ¿por qué hay tanto desgraciado en el mundo de los ricos como para financiar con su ansia de consuelo a esos carteles que son capaces de eclipsar el poder de los Estados en amplias partes del territorio? Es lo que nadie se pregunta antes de ir a esa guerra contra las drogas. Porque mientras no se alivie la desgracia todo lo demás huelga. Y no parece que estemos en el camino de aliviarla sino todo lo contrario. 

No sé, pero todo esto ya resulta muy cansino. Porque está en nuestra condición humana que lo que empieza siendo comunión de los santos, a nada que te descuides, se acabe convirtiendo en cuatro días en baile de vampiros o noche de muertos vivientes. Sí, la inocente comunión de los santos. Dionisos desencadenado. Buen tema para Tarantino.  

lunes, 15 de febrero de 2016

Los Galipoteros



¿Queréis memoria? Pues tomad memoria. O acaso creéis que sólo vosotros vais a tener derecho. La Peña de los Galipoteros de Santoña ha dado una hermosa lección de historia en clave de humor aprovechando que el Pisuerga pasaba por Valladolid. Y a ver quién es el guapo que les dice ahora que lo suyo es apología del fascismo. ¡Ah, pero es que los carnavales no son para trasgredir las convenciones! Si queréis, para que no sufráis, el año que viene nos disfrazamos de Lenin parando un taxi. 


Total, que por qué indignarse si así era la España que vivimos de niños los que ahora somos abuelos y no nos va ni tan mal. Que se lo digan si no a los que se hartaron de parar taxis y ahora se tienen que comer los mocos. 

En cualquier caso, Santoña bien merece una parada y fonda. Nunca me arrepentiré de haber pasado allí un año de mi vida. Un año de vida intensa, vive dios. 

Puntales

El secreto reside en la calidad de los puntales. Si son de baja calidad el edificio se desmorona al poco. Y, también, si todos están del mismo lado. Por no hablar de la falta de mantenimiento.

Enkidú se fue a los bosques del Líbano porque le habían contado que allí se encontraba la mejor madera. Gilgamés no le quiso acompañar. Prefirió quedar desconsolado sujetando los gastados puntales de su reino. Enkidú murió en el intento, pero alcanzó la gloria futura. Gilgamés, derrotado ya, intentó recuperar la gloria del pasado bajando a los infiernos. Vano intento. El infierno es el vacío.

Estoy impaciente porque sé que en cualquier momento va a sonar el timbre anunciandome la llegada del nuevo puntal que he comprado en Amazón: un guitalele. Es decir, una guitarra del tamaño y por tanto el sonido, una quinta más arriba, de un ukelele. La gracia del invento va a ser que cuando vaya de gira por las llanuras solitarias lo podré llevar conmigo sin problema. Pararé en cualquier lugar ameno, desenfundaré y me pondré a trastear un giga melancólica, o una sarabanda de Poulenc, o acaso el claro de luna si la ocasión lo pide.

En fin, puntales.

sábado, 13 de febrero de 2016

Chascarrillos

De vez en cuando, sin querer, uno se entera de chascarrillos que tienen su aquel. Por ejemplo, Nati Mistral, una actriz que admiré mucho en mis años de estudiante, ha dicho con la facundia que le da su prolongada condición de diva, que el Sr. Sánchez, posible, pero Dios quiera que no probable, Presidente del Gobierno de España, parece un peluquero de señoras. Una apreciación que comparto y que, por supuesto, no creo que quiera ser peyorativa: los peluqueros de señoras me parecen señores de lo más respetable, pero es indiscutible el abismo que les separa de la prestancia apolínea que debe emanar de un mandatario. Es como aquella foto del bedel Zapatero en una esquina alejada de la mesa, haciendo como que revisaba papeles, mientras sus supuestos colegas mantenían animada charla en el otro extremo de la habitación. Cada uno sirve para lo que sirve y Zapatero hubiese sido un espléndido bedel y el Sr, Sánchez a buen seguro podría llegar muy alto arreglando los pelos de las famosas. 

Pero lo que realmente me ha encantado ha sido leer el alegato que hace la cantante Alaska contra el sentimentalismo y a favor de la razón. A mi nada modesto juicio ahí reside la madre de nuestro mayor problema: la incapacidad de asumir el material del que estamos hechos. Lo he dicho mil veces y lo repetiré por activa y pasiva: este país, mi querida España, no despegara del todo hasta que no desentronice los Sagrados Corazones diseminados por las encrucijadas y altozanos de las ciudades y pueblos. Apelar a los sentimientos, al corazón misericordioso, para socorrer al prójimo en apuros es propio de primates previos a la mutación que les hizo homínidos. O, si quieren, viniendo un poco más acá, de cristianos previos a la revolución renacentista. ¿Han visto ustedes algún sagrado corazón en las ciudades de cultura protestante o calvinista? Y sin embargo en ellas se socorre tanto o más que en las católicas a los desválidos. Porque, señores, lo de socorrer a los desventurados no es cosa de buenos o malos sino de listos o tontos. Cualquiera con dos dedos de frente sabe que no hay cosa más tóxica que las personas que están mal. Por eso, aliviarlos es la inversión más rentable que se puede concebir. Pura matemática en definitiva. 

En fin, menos mal que de vez en cuando se escucha decir a gente de lo que se ha dado en llamar mundo de cultura, cuando lo es del espectáculo, cosas con sentido común, porque, es que, madre mía, qué gente más elemental... o subdesarrollada, con esa obsesión porque se les tome por buenas personas. Como si eso fuese algo. ¡Pobres idiotas!