jueves, 4 de junio de 2015

Johnny Guitar

Hay días luminosos en los que uno cae en la cuenta de lo mucho que se está complicando la vida para nada. Es la complicación que trae causa de la inconsecuencia. Después de décadas soñando con ser Diógenes, resulta que vives sometido a la tiranía de múltiples objetos totalmente prescindibles y miles de apegos a puras fantasías. Y no es que me las vaya a dar ahora de Johnny Guitar que tengo más que de sobra con mi guitarra en bandolera. No, no es eso. Hay unas cuantas cosas además de la guitarra que me alegran la vida, pero para disfrutar de ellas no tengo por qué limitar mi movilidad ni mi independencia de las instituciones. En el fondo no es más que una cuestión de aquella libertad por la cual dijo D. Quixote que merecía la pena perder la vida si ello fuese necesario para conseguirla.

El caso es que ayer tuve una larga conversación con el muchacho al que he encargado que me venda este piso en que ahora vivo. Un tipo la mar de interesante. En sus años mozos estudió filosofía con los mejores maestros (Savater, Félix de Azúa, Gómez Pin) y, sin duda, supo sacar partido. Sócrates por un lado, Séneca por el otro. Un cóctel de lo más esclarecedor. La felicidad es la ausencia de problemas. Es decir, de todos esos problemas estúpidos que nos echamos encima ya sea por dejarnos seducir por la ilusión de la seguridad, ya sea por seguir los malos consejos que nos dan los que nos quieren ver atados al mismo poste al que ellos lo están.

No sé, pero de ésta creo que me voy a liberar. Mientras el cuerpo aguante, de la Ceca a la Meca con mis cuatro cachivaches en bandolera. Eso es todo. 

2 comentarios:

  1. Sí que debe que ser un tío interesante, porque aguantar cinco años en la facultad de Zorroaga al ganao que tendría de compañeros tiene su mérito.

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  2. Me imagino que siendo hijo de un nacido en Valbuena de Duero si no otra cosa allí tuvo que aprender a poner cara de estar pensando lo contrario de lo que pensaba. Es un buen aprendizaje ese.

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