Ayer leí en un periódico que la Dirección General de Tráfico tiene la intención de exigir a los ciclistas, por un lado, que matriculen sus bicicletas, por otro, que pasen un examen para poder circular en ellas. Normal, pensé. Es un nicho de empleo y recaudación que la Administración del Estado no puede pasar por alto de ninguna manera. Y, por otra parte, la medida va a gozar de las simpatías de enormes capas de la población que se están tragando de muy mala gana los improperios que están deseando lanzar a los ciclistas que se les ponen delante del coche o les obligan a modificar la trayectoria cuando van de paseo por una acera so pena de sufrir arrollamiento.
Es evidente que una sociedad organizada necesita regular lo que modifica, aunque sea para bien, los hábitos establecidos. Y también es evidente que hay que sacar dinero de donde sea porque organizarse es caro. Así que, por mi parte, nada que objetar a que se obligue a pasar por taquilla a los ciclistas. Y más teniendo en cuenta que cada kilómetro que se rueda en bicicleta en vez de en coche es dinero que se detrae de las arcas del Estado. Porque ¿de dónde va a sacar dinero el Estado para asfaltar las carreteras si no se consume gasolina? Y los ciclistas, ¡que me lo digan a mí!, disfrutamos de esas magníficas carreteras sin gastar un duro. Francamente, es injusto.
Ahora bien, una cosa es que comprenda, e incluso aplauda, las intenciones del Gobierno y otra que esté dispuesto a pasar por el aro. Me lo tendré que pensar. Y mucho. Porque en el fondo es una cuestión de más "papiles". Y ya estoy hasta el gorro de "papiles". Tengo un archivador de esos de fuelle lleno de ellos y siempre que voy a buscar algo para lo que sea nunca lo encuentro. Claro, el rico, lo primero que hace cuando alcanza esa condición es pagar a alguien para que le lleve los "papiles". Supongo que eso es para lo único que merece la pena ser rico... en términos dinerarios, me refiero.
Porque esa es la cuestión, que tampoco hace falta mucho dinero, ni mucho menos, para ser rico. Como tampoco hace falta tener coche, ni bicicleta, por supuesto, para vivir como un príncipe. Con las necesidades primarias resueltas, manduca y calor, el resto sólo es cuestión de combatir el ocio cultivando las neuronas. Cultivar las neuronas para tratar de entender el mundo, única fuente inextinguible de placer.
En fin, vamos a ver en que acaba todo esto. Si la propuesta de Tráfico tira adelante siempre me quedará Segundamano y Ebay para vender mi querida Ortler Meran. Me va a doler, pero cualquier cosa antes que más "papiles".
Pasa de todo. Si te pillan citas jurisprudencia (Ada Colau, Artur Más o Menos). En el peor de los casos, prometo llevarte tabaco al trullo.
ResponderEliminarGracias por la intención, pero creo que recurriré al patinete. Aunque no me fío de que en cuatro días no pidan también papeles para ese inocente artefacto.
ResponderEliminarLos pedirán.
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