Hemos de reconocer que de vez en cuando los tertulianos aciertan en su constante empeño de moldear el lenguaje para que mejor se adapte a la realidad siempre cambiante, por más que los cambios, por lo general, nunca pasen de ser cosméticos, es decir, superficiales, o sea, para tapar lo que por debajo se aja sin pausa. Siempre, supongo, ha debido de ser igual, con la única variable consistente en que cuanto menos se mueve el fondo más se agita la superficie... cual es el caso, pienso, ahora, que si uno juzga sólo por lo que dicen y escriben los supuestos analistas del presente debería concluir que de ésta no salimos bien parados.
Sea como sea, esta mañana en El Trébol, un conductor de autobús: no sé, dicen que la cosa está muy regular. El camarero: ya lo arreglan los de Podemos. El conductor: sí, ahora, en media hora. El conductor, pueblo llano donde los haya, ha apurado su café con leche en vaso y se ha ido a lo suyo sin añadir consideración alguna.
El caso es que los tertulianos han dado en llamar "podemitas" a los chicos, porque son chicos, de Podemos. Podemitas por aquí, podemitas por allá. A mí tal nombre me recuerda mucho a los de las antiguas sectas de comienzos del cristianismo. Negadores furibundos de la transustanciación del padre en el hijo e igual de furibundos defensores de la comunidad de bienes. Así es que los podemitas, para abrir boca, van, dicen que van al menos, a subir los impuestos de las transmisiones patrimoniales cosa que, como todo el mundo sabe, es la mayor de las trabas que se pueden poner a la citada transustanciación. Después, lo de la comunidad de bienes, va de soi vía subir impuestos a los ricos. La teoría, como ven, es tan sencilla que hasta las viejecitas, que suelen ser las que más pasta tienen, la comprenden y por eso están tan asustadas. Van a volver a quemar las iglesias, exageran ellas para reconfortarse.
Ahora bien, díganme ustedes qué fue de todas aquellas sectas. Llegó Constantino, se erigió en guardián de las esencias -transustanciación y lo mío ni me lo toques- y mandó a todos los podemitas y similares a retorcerse en la hoguera. Y así es que todavía queda hoy el hedor a carne quemada como para que a nadie, por muy tonto que sea, se le olvide que lo sagrado, la propiedad privada para que nos entendamos, ni se toca so pena de, ya digo, turruscarse en la hoguera.
En resumidas cuentas, que vengo escuchando las sucesivas declaraciones de la Sra. Carmena en quien por el momento se sustancian las esencias podemitas y, la verdad, se lo confieso, estoy muy esperanzado. Más, bien sure, que si la estricta gobernanta hubiese resultado ser, valga la redundancia, Esperanza con su perrito Pecas. La Sra Carmena, que debe ser bastante rica, no va a hacer nada de lo que dicen que va a hacer por dos poderosísimas razones: una, porque las instancias superiores no se lo van a permitir; dos, porque a nivel personal no le conviene un pelo. Sin embargo, pienso, es muy positivo su papel de asustaviejas. No por nada sino porque las viejas asustadas es como el esperpento de una sociedad ensimismada en sus ridículos privilegios. Sólo hay que ver la ceguera de los millones atrapados en atascos de tráfico, o que recorren las calles agachándose aquí y allá para recoger la caquita de su "pecas". Y ya saben lo que el esperpento tiene de espejo en el que hasta el más obstinado acaba por reconocerse. En fin, ya se lo dije, de esta vamos a duplicar o triplicar los carriles bici, las zonas peatonales, etc. y, de caquitas, no me atrevo a pronosticar porque eso es cosa de afectos que, como es sabido, son la antítesis de la razón.
Insisto, estoy esperanzado por el hecho de que una podemita sea la regidora de la ciudad de la que voy a ser nuevo vecino.
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