Pero con lo que dice sobre Rajoy estoy de acuerdo. Está ganando todas las batallas sin apenas moverse. Mínimo movimiento, máximo resultado, dice. La crisis económica encauzada. El Honorable President al borde del precipicio. A Rajoy mucha gente no le entiende, añade: algunos por falta de luces y otros porque no quieren admitir que están quedando en evidencia. Y remacha: Rajoy nos pone delante del espejo para que veamos hasta qué punto somos mediocres y grotescos. Conclusión: Rajoy sabe que queremos la revolución sin romper la porcelana y una guerra sin recuento de cadáveres. Y eso es exactamente lo que hace.
El resto del periódico, un verdadero tostón. Incluso la columna de Arcadi apesta por manida. Uno más entre los ochocientos mil artículos dedicados al puñetazo que una exaltada le ha pegado a un político por no ser lo suficientemente nacionalista. Ojalá, digo yo, se produzcan unos cuantos casos similares porque, si no, nos vamos a morir de aburrimiento antes de que se produzca la inflexión visible para todos, sobre todo para los faltos de luces que dice Sostres. Porque para los capaces ver un poco más allá ya se produjo hace tiempo. Como lo que les contaba de cuando llegó Wojtyla y ya no había nada que mandar parar porque nada se movía.
Bueno, la verdad es que no sería honesto si no les dijese que me he divertido ojeando el suplemento dedicado a los viajes. Asturias, Uruguay y Turquía, son los tres destinos elegidos y, por supuesto, ninguno de los tres defraudará a quien se aventure a visitarles. Además, para quien lo desconozca, les adelanto que los asturianos dicen que su corazón también es verde. No sé qué quedrán decir con eso porque no lo aclaran, pero, que lo sepan, es verde. Como estos campos de Castilla que tengo ante mi vista. Aunque si miro hacia el norte, aquello está más negro que el sobaco de un grillo, que diría el proscrito. Por lo demás, Uruguay y Turquía, se pueden imaginar, unas estampas de santos que quitan el hipo. Es lo que tiene el mundo, que está plagado de cosas bonitas que conviene no perderse al decir de los entendidos.
Totalmente de acuerdo, así que, nada más llegar a casa, si no hay nada que lo impida, voy a coger, agarrar, preparar la bicicleta, y tirarme a los caminos sin mayor dilación que, a estas alturas, ya no hay tiempo que perder y es mucha la mies por trillar.