jueves, 17 de abril de 2014

El truco del almendruco



"Occidente no quiere ver que en Kíev hubo un golpe de Estado de nazis", dice un tipo anodino que de la noche a la mañana se ha visto elevado a la categoría de ministro de una autoproclamada República Popular en algún lugar al este de Ucrania. 

¡Átame esa mosca por el rabo! De todos los trucos del almendruco que utiliza la conciencia para no hacerse mala sangre ninguno tan efectivo como el de achacar al otro precisamente lo que tú eres. Les pondré el ejemplo más conocido de todos para que me entiendan: vas a Cataluña, no de turista, claro, sino a instalarte allí por una temporada, pues bien, no pasará mucho tiempo antes de que aquello que pasa allí te suene a algo ya vivido. Una sociedad secuestrada por un pensamiento único que no admite ni críticas ni, menos, chistes al respecto, so pena de ser tachado de anticatalán si te consideran de los de allí o de fascista, franquista, españolista, etc., si eres de fuera. ¿Les suena no? Como lo de aquel entonces de marras, aunque, a D. G., sin disponer de calabozos porque si no... ya te digo lo llenos que iban a estar. Es razonable que así sea porque nunca se desarrolló económica y socialmente esa región como en los años del franquismo. Fue para ellos una edad dorada de la que, ahora, cuando se acabó el destacar, lógicamente sienten nostalgia. Una nostalgia que hay que enmascarar sea como sea porque en los tiempos que corren no es de recibo hacerla explicita. Pero ya saben, tira más pelo de coño que dos carretas y, por mucho que enmascares, el sentimiento está ahí enseñoreándose de la lógica de la vida. Así, las cosas parecen como que no, pero son como si sí. El truco del almendruco: te llamo ladrón a gritos y así ni yo me entero de que estoy robando. Porque otra cosa no, pero ladrones en Cataluña, ¡madre mía! Como nazis en Rusia, más o menos, pero más bien más.

El caso es que a propósito de lo que está pasando en Ucrania le hacía el otro día un entrevista Chistiane Amanpour al Presidente de Estonia. Un tipo curioso ese Presidente que para mí lo quisiera yo en este país. Porque se da la circunstancia de que en Estonia, al igual que en Ucrania, hay al este del país un comunidad rusófona a la que el Sr. Putin no para de tirar los tejos por ver si creando problemas al vecino se saca un poco de la mugre que amenaza con destruirle. Lo tenía claro el Presidente estonio: vaya usted a los anuarios y mire las cifras, le contestaba a Christiane. Ahí están todas las respuestas a sus preguntas. Y es que Estonia es quizá el país más exitoso de toda la CEE y la comunidad rusa de Estonia la que mejor vive con diferencia abismal de todas las comunidades rusas de cualquier parte del mundo. Ya te digo, rusos sí, pero tontos no, venía a resumir el Presidente. 

Hasta el más zote lo entiende, pones a cualquiera en una situación no ya de decadencia sino de simple estancamiento y como por ensalmo le ataca la nostalgia de cuando ataban los perros con longanizas. Empieza a fabular sobre lo que nunca existió y ya sólo falta que venga alguien a susurrarle al oído historias desculpabilizadoras. Porque es lo que tiene la nostalgia que conlleva un resentimiento difuso que va desde el yo culpable a un todo adverso que me ha expulsado del paraíso. Así es que, en tal estado, está uno como quien dice a güevo para dejarse seducir por cualquier teoría conspiratoria que de paso que te exculpa te indica el camino de regreso al paraíso.

Teoría conspiratoria o truco del almendruco. Escuchaba ayer a una corresponsal en Moscú que explicaba como, a base de machacar en las televisiones públicas, el Sr. Putin, ha conseguido convencer a la mayoría de los rusos que lo de Ucrania es como aquello tan gracioso del contubernio judeo-masónico, o sea, que los europeos y americanos son los mismos nazis que ya derrotó una vez la Madre Patria hace sesenta años y que ahora los va a derrotar otra vez en los campos de Ucrania. El nazismo, en definitiva, siempre acecha, pero para eso está Putin, para defender al pueblo ruso de esa plaga... lo mismo que Arturo Mas para defender a los catalanes del franquismo. Y los nostálgicos se lo tragan como si fuese bálsamo de Fierabrás. 

Desde luego que cómo es el ser humano. Por más que lo intentamos comprender siempre estamos en el mismo grado de ignorancia al respecto. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario