Por lo general no hay noche en la que no me quede colgado de algo. Una entrevista de Charlie Rose en Blomberg, una serie alemana en ARTE, un debate de los que modera Lea Salome, un concierto en Cubavisión. Las posibilidades son infinitas. Y el resultado algo así como la ilusión de que me estoy sacando de encima la losa provinciana para pasar a convertirme en un ciudadano del mundo. Es un decir.
El caso es que de unos días para acá me tiene muy entretenido el debate se está dando en Francia en general y en los platós televisivos en particular sobre el controvertido asunto del fraking. Ya saben que los franceses son muy suyos sobre todo cuando los americanos son el referente, pero todo ha sido decir Obama a los europeos que se dejen de pendejadas y saquen gas del suelo si quieren dejar de depender de los rusos y ahí tienen a los franceses en la primera línea del combate intelectual que es necesario librar para poner las cosas en claro. Por así decirlo son debates entre la cabeza representada por la tecnocracia y el corazón representado por los ecolos. Pero también hay pura gimnasia del esprit. Me explico.
La palabra esprit es quizá la palabra francesa por excelencia. Y tiene muy difícil, por no decir imposible, traducción. Yo lo mejor que he encontrado para explicarla es lo siguiente: "Souffle provenant de Dieu, en particulier souffle créateur, action créatrice et bienfaisante de Dieu". Algo así como la inspiración, en definitiva. Tal era el caso anoche en uno de esos programas distendidos de fin de semana en donde Michel Onfray hacía de las suyas. Michel Onfray, para los que no sepan, es una especie de Savater a la francesa. Una capacidad especial para la comunicación de las ideas sensatas. Como Savater, se dice de izquierdas, pero para mí que es sólo una treta porque así es más fácil desmontar desde dentro los tópicos que adormecen a los adeptos de esa ideología. Con el fraking de horizonte, Michel saco a relucir a Max Weber y Don Quijote sobre el que acaba de publicar un libro. Por lo visto Max Weber dijo que la izquierda tiene una ética de la convicción y la derecha una ética de la responsabilidad. Por eso los de la izquierda quieren mucho a la naturaleza en general y no quieren que se la toquen, pero después se monta en los aviones como quien se tira un pedo y no ve la menor contradicción en ello. La derecha por contra, es coherente con lo que se propone y tira hacia delante hasta conseguirlo si preocuparse de lo que va dejando por las cunetas. Yo lo que propongo, decía Michel, es una izquierda que añada la ética de la responsabilidad a la de la convicción. Como Don Quijote, ejemplo de coherencia donde los haya entre sus creencias y acciones. En fin, toda una serie de malabarismos mentales para intentar hacer reflexionar a los antifraking sobre aquel dispendio de energía eléctrica bajo el cual estaban defendiendo sus ideas. De algún lado tiene que salir esta energía y hay que elegir: nuclear, Rusia, fraking... o vivir a oscuras.
Bueno, ya digo, idleness a la francesa. Con esprit.
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