Hay en los periódicos de tirada nacional un curioso anuncio. Un anuncio institucional pagado por la Generalidad de Cataluña. "Cataluña es tu casa", reza. Reconocerán que es cuanto menos chocante. Unos señores que no quieren saber nada contigo porque, entre otras muchas maledicencias, dicen que les robas, van y te ofrecen su casa. ¡Para volverse loco! Por lo demás, es el clásico anuncio turístico, o sea, dirigido a gente sin la menor capacidad de discernimiento. Una playa de la Costa Brava en la que sólo hay dos bañistas jugando al borde del agua. Cosas así de estúpidas.
El caso es que si nos atenemos a la letra gruesa pudiera parecer que las cosas de la patria están al borde del abismo porque nuestro jefe de gobierno es un pasota que piensa que las aguas vuelven a su cauce sin necesidad de mover un dedo. Claro, los idiotas, los que se tragan los anuncios turísticos y así, creen que la política es cosa de grandes proclamas, deslumbrantes promesas y terroríficas amenazas. Nada más lejos. La gran política se hace cambiando una palabra en una ley: donde decía municipal, ahora, previo los preceptivos trámites en Congreso, dice nacional. Una bagatela que tiene la virtualidad de poner el culo prieto a los dueños de los chiringuitos soberanistas. La chusma, claro, como siempre, a uvas. A mí que me den el paraíso y allá cuidados.
Pues sí, el Sr. Rajoy hila mucho más fino de lo que piensan los biempensantes. Habla con quien tiene que hablar, se informa, y actúa. Y fotos, las menos. Una con los sindicalistas, de vez en cuando por aquello de que al tonto hay que quererle y prou, como dicen los que ahora dicen que su casa es la tuya aunque les robes. A la gente importante no le gustan las fotos ni los cumpleaños. Las celebraciones en general. Que celebren los desgraciados. Los que no tienen nada que celebrar.
En definitiva, que los empresarios, que son los que más mandan, y que dure, han conseguido una ley para coger sus trastos y, con un simple trámite, irse al lugar dentro del territorio nacional que mejor se acomode a sus necesidades. Hasta hace dos días, podían, claro, pero salirse de su municipio les suponía grandes dispendios burocráticos. Bueno, así se ganan las guerras, sin alharacas.
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