jueves, 30 de julio de 2015

Los Dioses

Los  dioses te dan y los dioses te quitan. De eso no hay la menor duda. De lo que no sabemos nada, o casi nada, es por qué te favorecen unas veces y otras te machacan. Sobre esto sólo podemos especular. Qué hay de capricho y que hay de justicia en sus dádivas y castigos. Porque, juraría, la tendencia predominante de nuestro limitado razonar es achacarles una despiadada arbitrariedad. Nada que ver, por lo general, nuestros argumentos de hoy con aquel "Dios castiga y no da voces" con el que los antiguos sellaban las quejas emanadas  de los coscorrones de la vida.

Desde luego que la vida es movimiento, que es tanto como decir que todo cambia continuamente. Incluida, por su puesto, nuestra percepción de la realidad. Y por eso será, como les digo, que hayamos pasado a considerar despiadada arbitrariedad lo que hasta hace dos días era silenciosa e implacable justicia. Por así decirlo, hemos perdido el temor a los dioses y dado en pensar que podemos tratarlos de tú a tú. Francamente, creo que nos estamos equivocando. La vida, sí, es movimiento, cambio continuo, pero el eje sobre el que jira es inamovible. Ese eje, lo sagrado, todo lo que está más allá de nuestras entenderas y que es el puente natural que lleva a la divinidad, es decir, a nuestra relación con los dioses. Sólo ellos saben cual fue el origen del universo, cómo funciona nuestro cerebro y cosas así a las que pretendemos acercarnos porque hemos perdido la chaveta. Y, en el entretanto, en nuestra inocencia, hemos llegado a concluir que ofreceres sacrificios es propio de los que están limitados para manejar una tablet.

En fin, yo comprendo que haya mucha gente por ahí que piense que todas estas cosas de lo sagrado y lo divino son mandangas. Es lo que tiene no haberse parado a pensar. O a leer las bellísimas variaciones sobre el tema que en su día hiciera María Zambrano. Así que, allá cada cual con sus locuras, que en lo que a mí respecta no descansaré tranquilo el día que no lo haya iniciado elevando plegarias y ofreciendo sacrificios a los dioses. Así soy de creyente.

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