Lo hemos visto aquí en España con tanta oligarquía, o como quieran llamarla, local que ha puesto el grito en el cielo y dedicado esfuerzos ímprobos (intensos y malvados) para promover idiomillas que a modo de muros aislasen a unos españoles de otros de tal manera que se formasen corralitos en los que poder imponer su santa voluntad. Esfuerzo vano, diría yo, porque una vez que la gente ha comprobado que puede entenderse sin artificios y todos los beneficios que ello comporta es prácticamente imposible la marcha atrás. Porque pocas cosas soportan tan mal la marcha atrás como el pragmatismo.
El otro día debatían en una tele francesa sobre el tratado de libre comercio que se avecina entre la Unión Europea y EEUU. El ministro del ramo francés dijo que sí, que Francia quería ese acuerdo, pero que si la excepción cultural francesa era intocable y que si patatín y que si patatán. O sea, las cuatro peliculillas de mierda que sobreviven gracias al gusto revenido de la no menos revenida progresía provinciana de aquí y de allá. Excepción cultural, es decir, el patio de mi casa es muy particular... cuando llueve se moja como todos los demás. Habrá tratado de libre comercio y las gentes verán lo que les plazca venga de donde venga con tal de que venga en inglés.
La Unión Europea, otra utopía que a mi juicio avanza al ritmo que le impone el avance de un idioma común. Ha habido demasiadas resistencias escondidas tras cuestiones técnicas como la unión bancaria, fiscal, y demás mandangas, pero el verdadero nudo gordiano a desatar ha sido el derribo de los muros lingüísticos. Inglés, francés y alemán, decían que eran las lenguas oficiales de la Unión, despreciando a todas las demás. Pues ahí está la realidad, inglés, inglés e inglés, por todas partes, avanzando su uso como una bola de nieve que rueda ladera abajo. Pero si es que ya hasta por las calles de Santander se oye a los jóvenes hablar por sus móviles en inglés.
China, Rusia, Japón, Corea del Sur, Francia, Qatar, los países, en teoría, más redomadamente nacionalistas, se hacen autopropaganda y dan su visión del mundo por medio de un canal televisivo vía satélite que emite en inglés. Sí, emiten en inglés y cada vez más son más iguales sus contenidos como iguales son las ciudades desde donde emiten.
Pues sí, es una casualidad que a los que vivimos ahora nos haya tocado en suerte esta especie de ecumenismo lingüístico sin el cual es imposible que se realice el viejo sueño de un gobierno mundial. Que es que ya va siendo hora de que nos dejemos de diferencias entre las tribus y pasemos a las diferencias entre las personas. Así a los malvados les será más difícil camuflarse.
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