"USO DE RAZÓN"
El arte de Razonar, Persuadir, Refutar
Un programa integral de iniciación a la lógica, el debate y la dialéctica
A Javier,
Unai,
Ainhoa,
Juliette
y Alejandro,
que han atravesado en España
el Bachillerato
y la Universidad
sin oír hablar de estas cosas.
Jacobo, que en cuestiones de lógica no se le escapa una, sabe que yo conocí a Damborenea en Valladolid y ese, supongo, ha sido el motivo de que me haya enviado el enlace. Bueno, también es verdad que en nuestras últimas misivas han menudeado las referencias al estudio de la lógica, muy relacionada, por cierto con la ciencia lingüística de la que Jacobo es maestro indiscutible. En fin, sea como sea, el caso es que me parece de lo más oportuna la idea de Dambo de dedicar a Javier, Unai, Ainhoa, Juliette y Alejandro un libro de semejantes caracteristicas porque, en mi modesta opinión, tanto Javier, como Unai , como Ainhoa, etc, cuando se ponen a razonar generalmente parece que lo hacen con el culo más que con la cabeza.
Quizá siempre haya sido igual y lo que pasaba es que no me daba cuenta porque estaba en la misma onda, la de la simplificación, la de encontrar a cada efecto la causa que mejor se amoldaba a mi situación o preferencias, la de tomar la parte por el todo, la de, en definitiva, ver el mundo por el ojo de la cerradura y dar en pensar que lo estaba viendo a campo descubierto. Ahora, sin embargo, todo es diferente. Me doy cuenta de que por mucho que me esfuerce apenas alcanzo a ver más allá de mis narices. Es la limitación que está en la esencia de la condición humana. Algunos, los genios, van un paso más allá, pero en cualquier caso quedan siempre a años luz del verdadero meollo de la cuestión porque de lo contrario todo sería diferente, es decir, reinaría la paz sobre la tierra.
Todo esto, claro está, es un peliagudo asunto. Duele reconocer, ya digo, hasta que punto estamos limitados como individuos y como especie. Y de ahí el triunfo de las religiones, los demagogos, medicinas alternativas y demás mandangas por el estilo. Al respecto, y perdón por el inciso, me estoy riendo mucho estos días viendo como el 20% de los italianos, la chusma en estado puro, aplaude con fervor las imbecilidades que hila una detrás de otra el Singore Grillo. Pero dejemos eso y vayamos a ver lo que se puede hacer para una mejor comprensión de lo que nos traemos entre manos.
Una buena medida, a tal efecto, podría ser ponerse a leer el libro de Dambo: el uso de la razón. Claro, sistemático, de tanta obviedad como destila se hace duro de pelar. Estoy seguro de que es lo que necesitan sobre todo Unai y Ainhoa que, por procedencia, podemos suponer a qué espantosos procedimientos de reducción mental habrán sido sometidos. Pero a los otros les recomiendo, vuelvo a recomendar mejor dicho, un clásico entre los clásicos, Adam Smith y su "Un Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations".
Nada como su lectura para comprender la multicausalidad de cualquier efecto y por tanto la inasibilidad de su completa comprensión. Unas cosas actúan sobre otras y todas interactúan entre sí, lo cual, si me lo permiten, es tanto como decir que estamos obligados a avanzar a ciegas por el mundo porque nunca sabremos cuál va a ser de entre tantas piezas la que se va a llevar el gato al agua. Al final, como dice un personaje de Woody Allen, ese momento de felicidad que a veces llega es sólo y exclusivamente producto del azar.
En fin, perdonen estas reflexiones, pero es que uno escucha por ahí cada cosa...
Quizá siempre haya sido igual y lo que pasaba es que no me daba cuenta porque estaba en la misma onda, la de la simplificación, la de encontrar a cada efecto la causa que mejor se amoldaba a mi situación o preferencias, la de tomar la parte por el todo, la de, en definitiva, ver el mundo por el ojo de la cerradura y dar en pensar que lo estaba viendo a campo descubierto. Ahora, sin embargo, todo es diferente. Me doy cuenta de que por mucho que me esfuerce apenas alcanzo a ver más allá de mis narices. Es la limitación que está en la esencia de la condición humana. Algunos, los genios, van un paso más allá, pero en cualquier caso quedan siempre a años luz del verdadero meollo de la cuestión porque de lo contrario todo sería diferente, es decir, reinaría la paz sobre la tierra.
Todo esto, claro está, es un peliagudo asunto. Duele reconocer, ya digo, hasta que punto estamos limitados como individuos y como especie. Y de ahí el triunfo de las religiones, los demagogos, medicinas alternativas y demás mandangas por el estilo. Al respecto, y perdón por el inciso, me estoy riendo mucho estos días viendo como el 20% de los italianos, la chusma en estado puro, aplaude con fervor las imbecilidades que hila una detrás de otra el Singore Grillo. Pero dejemos eso y vayamos a ver lo que se puede hacer para una mejor comprensión de lo que nos traemos entre manos.
Una buena medida, a tal efecto, podría ser ponerse a leer el libro de Dambo: el uso de la razón. Claro, sistemático, de tanta obviedad como destila se hace duro de pelar. Estoy seguro de que es lo que necesitan sobre todo Unai y Ainhoa que, por procedencia, podemos suponer a qué espantosos procedimientos de reducción mental habrán sido sometidos. Pero a los otros les recomiendo, vuelvo a recomendar mejor dicho, un clásico entre los clásicos, Adam Smith y su "Un Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations".
Nada como su lectura para comprender la multicausalidad de cualquier efecto y por tanto la inasibilidad de su completa comprensión. Unas cosas actúan sobre otras y todas interactúan entre sí, lo cual, si me lo permiten, es tanto como decir que estamos obligados a avanzar a ciegas por el mundo porque nunca sabremos cuál va a ser de entre tantas piezas la que se va a llevar el gato al agua. Al final, como dice un personaje de Woody Allen, ese momento de felicidad que a veces llega es sólo y exclusivamente producto del azar.
En fin, perdonen estas reflexiones, pero es que uno escucha por ahí cada cosa...
Gracias por lo de "maestro indiscutible". Procuraré estar a la altura.
ResponderEliminarBueno, lo cierto es que por mi parte descubrí la lógica a edad tardía, porque se dio la circustancia incomprensible de que el estudio de esa disciplina no era imprescindible en el currículum de mi facultad, ni de la formal, ni de la "informal", de la que trata el libro de Damborenea.
Si la primera es necesaria, la segunda, por supuesto, es imprescindible, me parece a mí por los motivos que tú explicas. El libro de Damborenea, gratuito para más maravilla, es una introducción de buena calidad a esa disciplina. Una muestra más de la bendición que es el internet para el que sabe separar la paja del grano.
No hay de qué, que, al haberte tenido de maestro, enalteciéndote me enaltezlco.
ResponderEliminarPor cierto que ando con un libro entre manos,"Inductive and Deductive", de un inglés de hace un siglo que me gusta más que el de Dambo porque en todo pone una chispa de humor. En la medida en que se puede en estas cosas, claro está.