Puede que parezca absurdo, incluso, si alguien quiere, facha, pero les voy a decir una cosa, si en vez de esas pegatinas con siglas y eslóganes reivindicativos que se colocan los sindicalistas en la solapa se pusiesen una en la frente con la palabra IMPOTENTE tendríamos mucho adelantado. Porque no hay que ser un águila para saber que el inicio de la resolución de cualquier problema es el reconocimiento de la propia realidad.
Se ponen con toda su dignidad intacta detrás de una pancarta que reza POUR L´EMPLOI. Bien, podría rezar PASTORÉENME SEÑORES y hubiesen dado en el clavo. Porque eso es lo que con toda su humildad disfrazada de chulería están pidiendo. Pero claro, tenemos un problema, ¿quién va a querer pastorear tantas ovejas con la calidad que han adquirido ya las fibras sintéticas?
Es terrible, se lo digo por propia experiencia, lo de sentirse impotente. Querer hacer algo por tus propios medios para salir del pozo sin que nada se te ocurra. Nada puedes ofrecer que a la gente le apetezca comprar. Nadie necesita de tus saberes para sacar adelante su empresa. Todos tus conocimientos y habilidades son papel mojado porque los compartes con cientos de millones de personas dispuestas a venderlas por un puñado de arroz.
Ya, pero existe eso que se llama el contrato social, dirá con atrevimiento el que leyó dos libros a los que no tenía derecho. Sí, evidentemente, la caridad so capa de justicia. Subsidios y todo eso. Para que engendres pestilencia.
No sé, la verdad, pero me parece que todo esto ha adquirido tales dimensiones que ni Adam Smith que levantase la cabeza tendría mucho que decir. Quizá Malthus.
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