domingo, 14 de abril de 2013

Katorce d´Havril



En realidad lo de esos muchachos y muchachas que se manifiestan todos los  Katorces de Havril pidiendo la abolición de la Monarquía y la vuelta de la República no es más que algo que empezó allí por los albores de la Era Cristiana de la mano de un tipo llamado Lucio Flavio Arriano, más conocido por Arriano de Nicomedia. Sostenía el tal Arriano que Jesucristo era hijo de Dios, pero que en ningún caso era Dios. O sea, por decirlo de manera un poco más científica, que el padre no se transustancia en el hijo, lo cual, a pesar de las apariencias, no es cuestión baladí porque es tanto como negar el derecho a la transmisión automática de los privilegios dinásticos. Ergo, la Monarquía "no es de recibo" que diría el sindicalista.

Como era de esperar, por mucho que las autoridades monárquicas montasen rápidamente un concilio al efecto de desacreditarle, Arriano no ha dejado de tener discípulos a todo lo largo de la historia. Transustanciación sí, transustanciación no, ha sido una controversia tan buena como otra cualquiera para hacer correr la sangre. Porque de lo que se trataba en definitiva, ya digo, era y es de la transmisión automática de privilegios de padres a hijos, cosa que, como es natural, fastidia a muchos, sobre todo, supongo, a los que no tienen nada que transmitir, porque como dijo el filósofo, opinión es sinónimo de situación. 

A mí, la verdad, aunque no tengo nada que transmitir, ni fu ni fa. Pero comprendo a los adeptos del Katorce de Havril. Ellos han encontrado ahí un leit motiv que les ayuda a dar sentido a su vida y me parece lógico que se aferren a él. ¡Pues anda que no ayudan cosas así a transitar por el desierto! Además, que no les falta su pizca de sentido, porque, como dijo una vez el insigne Savater: "Sí, de acuerdo, este Rey es muy competente, pero quien nos puede asegurar que su hijo, o su nieto, lo vayan a ser en el futuro". Y a nadie se le escapa que un país serio necesita un Jefe de Estado competente más que nada por razones comerciales que, a buen seguro, son las más importantes de todas las razones. 

En resumidas cuentas, se necesita un Jefe de Estado competente para vender la marca del país que representa y, eso, no está garantizado ni por transustanciación del padre en el hijo ni por elecciones directas. Hay múltiples ejemplos de éxitos y fracasos en ambas posibilidades. Y, además, que como hoy en día las transustanciaciones reales están tan descafeinadas se me hace a mí que la virulencia que algunos pretenden dar a la controversia roza el esperpento. 

O sea que, qué quieren que les diga, para mí que todo esto de  de república o monarquía es como lo de aquella discusión sobre el sexo de los ángeles que tuvo como consecuencia allanar el camino de Constantinopla a los turcos. Y ya saben, desde aquel entonces no hacemos otra cosa que buscar el desconstantinizador que la desconstantinice, etc..

En resumidas cuentas, que gane el mejor, pero por lo que más quieran, que los chavales estudien muchas matemáticas en la escuela porque si no, tengamos lo que tengamos, vamos a ir de culo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario