"Las Sandalias del Pescador", al personal apabullado le encantó. Con esa ficción y, luego, las blanduras propiciadas por el Concilio Vaticano II ya muchos se creyeron que todo el monte iba a ser orgasmo, sobre todo los curas de las barriadas de las periferias que, primero, confundieron cristanismo con marxismo y, segundo, se liaron con una chorba de izquierdas para, ya, complicarse la vida definitivamente. Pobres desgraciados, con lo bien que les iba siguiendo la ortodoxia.
Digamos que, como siempre pasa en las desbandadas, sólo resistieron los mejores. Los que se encargaron de mantener la llama contra el viento y marea de la estulticia progresista. Siguieron con sus misas, sus bautizos, primeras comuniones, confirmaciones, bodas, entierros y funerales, y siempre debidamente ornamentados para la ocasión. Como agencia de ritos de tránsito fueron impecables. Sin competencia posible en el mercado, la relación calidad/precio de sus servicios siempre ha sido insuperable. Por lo demás, su oferta de consuelo tanto espiritual como físico ha seguido siendo tan extraordinaria como discreta. Porque ese y no otro tiene que ser el lema de una institución que pretenda la intemporalidad, discreción en lo importante y exhibicionismo en lo superfluo. En fin.
En fin, que no sé qué pensar de este Papa Francisco que viene ahora a pilotar la nave. Su exhibicionismo en lo fundamental me inquieta. Los pobres paquí y payá. Las Damas de la Plaza de Mayo... vaya, hombre, metiéndose en política barata. Ya digo, no sé. Quizá es que vio de joven lo de las sandalias del pescador y quedó prendado de la idea. Y, luego, que según dicen, es incapaz de expresarse en latín. O sea, decadencia donde las haya.
Así que, ojo al parche.
Fíjate tú que yo creo que a principios de los ochenta un amigo mío jesuita me lo presentó, aunque solo hablé con él unos momentos en un pasillo, me parece recordar.
ResponderEliminarEn fin, a lo que vamos: si quería pagar la residencia, bien podía haber mandado a un fámulo con el importe, pensé. "Lo que haga tu mano derecha..." Aunque bien pensado, los últimos serán los primeros, claro: pero en el reino de los cielos, no en el Vaticano.
Sí, verdaderamente en el Vaticano debe ser como lo de "Yo Claudio" que estoy viendo estos días. A la que te descuidas te administran la pócima definitiva. Supongo que los círculos del poder no pueden ser de otra manera. Incluso en un paraíso como Dinamarca, como vimos en Borgen, los de arriba no paran de pegarse tiros los unos a los otros. Pero, leches, este tío desde que ha llegado al trono no ha parado de hacer brindis a la chusma. Ya digo, puro peronismo.
ResponderEliminarAl pobre hombre, como no le eche un poco más de cabeza, hasta puede que le dure el espectáculo solo dos o tres telediarios. Lo digo por la afición que tiene a salir a pecho descubierto por la Plaza de san Pedro. A lo mejor es que no tenía tele y no vio lo que le pasó a Juan Pablo antes de usar el coche con vidriera de cajero de banco.
ResponderEliminarA estos sudamericanos les mata el populismo. Supongo que algo de herencia nuestra debe haber en el asunto.
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