qui tollis peccata mundi
Lo peor dentro de lo malo es perdonado, ¿por qué será? Quizá, pienso, porque ya no se presiente peligroso. Apenas cuatro gatos votan esa opción. De tan manifiesta como es su maldad sólo puede estar a resguardo en el inconsciente de los más necios. Miren a Cuba si no. ¿A quienes les sigue convenciendo aquello? A los cuatro pijoprogres que acuden allí con la Visa rebosante a que les hagan un completo. Es decir, a los imbéciles sin remedio. Porque es más que probable que de todas las libertades, la que más duele que te quiten es la del bolsillo. Y no por nada sino porque de ella se derivan la mayoría de las otras.
Sin embargo, lo malo a secas, se camufla con facilidad tras las triquiñuelas de la sentimentalidad. La exaltación de la pertenencia, la superioridad de la raza, cosas así de tontas, son percibidas inconscientemente como tablas de salvación por quienes se sienten inferiores que siempre son muchos. Claro, estas cosas, cuando las lidera un bufón, tipo Revilluca, no pasan del mero folklore, pero si dan con un tipo suficientemente drogado como para creerse Dios, entonces tenemos un gran problema porque se trata de religión. La más persistente y extendida acaso, porque, como diría un lendakari, ¿qué hay de malo en ello? Nada, por supuesto, para los fieles. Para los infieles, tiro en la nuca si antes no salen pitando. Que esa es la gran ventaja del nazismo sobre el comunismo, que puedes salir pitando porque puedes manejar dinero.
Me he acordado de estas cosas al ver la foto de ese cordero que ha nacido en Rusia. Quizá sea, he pensado, un regalo póstumo a los esfuerzos realizados por los comunistas para conseguir la eugenesia, que, al respecto, no sólo nada tuvieron que envidiar a los nazis sino que les sobrepasaron con creces en osadía. No hace mucho vi un programa sobre una ciudad secreta que había en algún rincón de los Urales en la que los científicos, con Paulov al frente, trataban de injertar ciertas cualidades aprovechables de los animales a los humanos por medio de inseminaciones cruzadas. Cosas de dioses que se quedaron en despreciable sufrimiento de humanos. En fin.
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