Hay ciertas reflexiones que por definición están proscritas so pena de que le llamen facha al que osa hacerlas. Por así decirlo, van unos cuantos pasos más allá de lo considerado políticamente incorrecto. Pero eso no quita para que a los que se nos da una higa lo que nos llamen nos pongamos a la tarea por ver si llegamos a alguna conclusión sin importarnos lo bizarra que pueda llegar a parecer. Vamos a ello
El derecho al voto. El otro día creo haber leído algo acerca de la indignación de un muchacho con síndrome de Down porque no le estaba permitido votar. Sin duda, un verdadero problema para los responsables de la cosa pública porque vemos frecuentemente a personas con ese síndrome que han recibido formación y muestran similar o superior criterio sobre las cosas de la vida que el común de los mortales. Quizá, como dicen, esta gente está menos, o nulamente, dotada para el pensamiento abstracto y todo lo que dicen lo recitan no por sensatez sino por imitación. Bien, todo eso puede ser verdad; de hecho hemos visto Downs con carreras como Derecho que se pueden hacer a golpe de memoria -otra cosa es ejercerlas-, pero nunca, que yo sepa, carreras como exactas o física que exigen del dominio de la abstracción. Anyway, recitado o no, lo que cuenta es lo que dicen, y todo lo que se argumente sobre su procedencia nunca pasará de la mera conjetura.
Y así, considerando esa indignación del Down por las limitaciones que le impone la sociedad, es como he llegado a hacerme la siguientes preguntas: ¿quién tiene más criterio para votar, un Down con formación o un paisa sin ella? Y, en cualquier caso, ¿qué papel juega la formación en la independencia de criterio? Y, continuando, ¿es que tener o no tener fomación, dadas las oportunides vigentes para conseguirla, no es ya una delimitación de competencias mentales?
No siempre el voto fue universal. No hace tanto que sólo podían votar los hombres, cabezas de familia que a la vez eran propietarios de tierras o estaban en posesión de algún título o cargo oficial. Después se extendió a todos los hombres. No hace ni un siglo que empezaron a votar las mujeres. Como todo progreso, vino acompañado de luces, pero también de sombras. Por un lado se consiguió apear en cierta medida de sus privilegios a los poderosos, pero por otro se dio entrada de lleno a la manipulación de los iletrados, la famosa demagogia de la que tanto escribieron ya en la antigüedad clásica. ¿Lo comido por lo servido, entonces? No sé, habría que verlo.
Así, pienso, sería interesante proponer algún tipo de sistema de votaciones que, por un lado evitase en lo posible la perpetuación de privilegios y, por otro, limitase, también en lo posible, los estragos de la demagogia. Lo de evitar privilegios, no se me ocurre cómo, como no sea con alguna ley antimafia, si es que eso es factible. Para lo de la demagogia, se me ocurre que, lo mismo que todo el mundo tiene derecho a conducir a condición de que antes demuestren que tienen unas determinadas capacidades, para votar a lo mejor sería bueno que fuese necesario disponer de un carnet acreditativo de haber pasado ciertas pruebas. Por ejemplo, el bachillerato o, en su defecto, algún tipo de evaluación de las capacidades cognitivas, es decir, los dedos de frente del susodicho. Porque, ¿dónde está la gracia de que no pueda votar un Down y lo pueda hacer un nini? Incluso un Down con bachillerato. No sé, pero hoy día, con las facilidades que da el sistema para que todo el mundo se gradúe, si alguien no lo consigue es que algo tiene en la cabeza que no funciona muy bien y habría que mirárselo antes de dejarle participar en la toma de decisiones que es el votar. Todo el mundo sabe a quién vota un nini, sin remisión. Un nini, que repetirá como un lorito: otra sociedad es posible. Osea, la que haría parejos a los con y sin estudios. A los esforzaos y a los vagos. A los espabilados y a los pasmaos. O, para que mejor se entienda, un sistema político que haría de la vida un botellón perpetuo.
En fin, yo, por si las moscas, voy a pasar de votar. Por lo menos mientras mande Bruselas. Con eso ya me basta.
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