jueves, 30 de abril de 2015

Las melenas rubias

Si hay una cosa a la que no está dispuesto un pijoprogre así le capen es a prescindir de sus lujos. Ellos, otra cosa cosa no, pero a dar consejos que para sí no tienen no les gana nadie. Lo que pasa es que parece que la gente común les está descubriendo el truco. Se aprecian síntomas al respecto. El otro día casi le limpian el forro a Varoufakis si no se llega a interponer su linda y millonaria esposa. En realidad no estaban haciendo más que cenar en uno de los pocos restaurantes elegantes que quedan en Atenas. Ya saben que la gente es envidiosa. Les vieron llegar con sus chupas de cuero en una supermoto. Ella se quitó el casco y sacudió al aire su rubia melena. La tensión ambiental, como no podía ser menos, subió entonces. Cuando se sentaron en una mesa privilegiada de la terraza sobre los acantilados el público ya no pudo más y se lanzó. La cosa no pasó a mayores porque se interpuso la melena rubia que ya saben el respeto que eso impone entre las gentes sencillas... pero a los dos días el jefe, un tal Chiripas, mandó de vacaciones a Varoufakis. 

Claro, con Europa hemos topado. En Europa, sobre todo de Luxemburgo para arriba, el pijoprogrerío da risa hace ya muchos años. Lo dijo aquel famoso canciller de nombre Willy Brandt: el que de joven no es progre es que no tiene corazón, pero el que es progre de mayor es porque es idiota. Y Varoufakis ya entra en la categoría de idiota y por eso han ordenado a su jefe que lo quite de enmedio. Oye, el que paga, manda, y no hay más tú tía. Todo lo demás, cuentos de la mona.

Yo de todas estas cosas sé bastante porque de joven profesé. Inconsciente total de mis muchos privilegios podía resistir hasta altas horas de la madrugada conversando sobre cómo repartir mejor el pastel. Por supuesto que mi trozo ni siquiera se me pasaba por la cabeza que me lo tocasen. Y así fue que necesite de la intoxicación cannabínica para empezar a tomar tierra. Que otra cosa no, pero hay que ver lo que las drogas ayudan a aterrizar suavemente... aunque sabido es que con el peligro de cogerle el gusto y salirte de pista. Pero esa es otra historia. Lo que cuenta es que ahora ni me avergüenzo de mi pijerío ni me fascinan los Varoufakis de turno aunque les flanquee una rubia rica. Por así decirlo, ya hace bastante que soy de Luxemburgo para arriba. En fin.

2 comentarios:

  1. Qué quieres que te diga: rubias, aunque solo sea una al año...

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  2. Pues sí, algo deben de tener porque de lo contrario no se explica que hasta Hanfry Bogart haya caído en esa trampa.

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