sábado, 4 de abril de 2015

Vergüenza

Dice Sánchez Ferlosio que de su pasado sólo siente vergüenza. Ya somos dos. Porque él no sé, pero si yo pusiese una encima de otra todas las tonterías que hice a lo largo de la vida no habría montaña en el mundo que se le pudiera comparar. Y menos mal que la memoria es generosa y me da tregua porque de lo contrario no lo podría resistir. Miserable, necio, malvado, el catálogo es casi infinito y en nada me consuela sospechar que no voy sólo en ese barco. Pero, en fin, si de consuelo se trata quizá encuentre alguno agarrándome a lo que dijo el poeta: "En Alejandría se ha dicho que sólo es incapaz de una culpa quien ya la cometió y ya se arrepintió; para estar libre de un error, agreguemos, conviene haberlo profesado". 

En cualquier caso lo que más maravilla de todo esto no es sólo que uno haya logrado sobrevivir a tanto disparate sino también que haya podido transcurrir por la vida sin mayores problemas. Claro que soy consciente de haber sido sujeto de no pocas habladurías en el peor sentido de la palabra lo cual, como uno no es de piedra, me ha inclinado hacia un cierto retraimiento del mundo que, a la larga, creo, me ha sido de gran utilidad.  Porque, efectivamente, lo poco de aprovechable que pudiera haber en mi vida ha nacido de ese retraimiento que, so pena de morir de aburrimiento, he tratado de utilizar para adquirir algunos conocimientos con los que ahora me huelgo en las largas jornadas de la vejez. 

De lo que no tengo idea es sobre si todas las vidas serán más o menos lo mismo en este aspecto de la vergüenza del propio pasado. Si uno se atiene a las apariencias parece que no. La mayoría de las vidas, se diría, blasonan de orden y coherencia y en absoluto dan muestras de necesitar ampararse en el retraimiento. Aunque, por otra parte, es evidente que muy pocas escapan a las habladurías maliciosas que, si bien pueden fundarse en la envidia, también, es probable que tengan su pequeña razón de ser. Tonterías las hay mayores y menores, pero casi nadie se libra de hacerlas. Luego está la forma en que son percibidas por los demás y como afecta el rebote en el que las hace. Unos sienten vergüenza y otros... ni se enteran. 

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