miércoles, 13 de marzo de 2013

Castings



La cola daba la vuelta a toda la manzana. Andarían por los veinte y salvo las excepciones de rigor todos monísimos y puestísimos. Desde luego que los peluqueros, que a D.G. no faltan en nuestro país, habían hecho bien su trabajo. Pregunté por lo que regalaban allí y resultó ser la fama. La fama para un puñado de entre aquellos miles de ilusos. La dura competición de la vida para los que todo lo fían a sus innatos encantos. Bueno, supongo que muchos de aquellos chavales, venidos los más de provincias a juzgar por sus equipajes, habrían sido alumnos de cualquiera de esas academias de barrio que enseñan a ser artista. 

Un puñado de elegidos para representar el musical "Hoy no me puedo levantar" en un teatro de la Gran Vía. El resto, las ilusiones truncadas. Me los imagino engrosando las listas del paro. O, quizá, entreteniendo a los jubilados en un gran hotel de Benidorm. Hoy no me puedo levantar, título que como no podría ser de otra manera hizo fortuna. La desidia del adolescente que quizá trasnochó. O la depresión del que se siente inseguro y disgustado con su cuerpo. Una edad terrible. Para estar todo el día con los amigos chupándose la sangre unos a otros. Haciendo todo lo posible por perder todos los trenes que pasan. 

Sin duda es algo que tiene que ver con la biología y no me cabe la menor duda de que en un tiempo no muy lejano los tormentos de la adolescencia serán ya historia gracias a la bioquímica o cualquier otra cosa. De hecho no comprendo que no sea un problema ya resuelto. Porque no puede ser otra cosa que un desafortunado entremezclarse de sustancias en el cerebro. 

Bueno, como todo en esta vida, hay grados. La mayoría pasa el corte haciendo sufrir más o menos a sus progenitores y luego todo vuelve a la normalidad. Pero hay una minoría nada despreciable que se estancan en la depresión y acaban siendo un engorroso problema social. Se vuelven violentos y desalmados. Están contra el mundo porque piensan que el mundo está contra ellos. Son el terror de la vecindad. Y por eso es lógico que las autoridades lo ensayen todo con ellos. 

Por cierto que, al respecto, vi lo que hacen en algún sitio de Inglaterra. Agarran a esos chavales y les dicen, una de dos, colegio reformatorio o aventura de riesgo. Como ese tipo de chavales suelen ser chulos se apuntan al riesgo.  Entonces les someten a un entrenamiento brutal para que puedan ir a hacer submarinismo en un lago subterráneo de la Antártida o  para atravesar el Serengueti a pinrel o para subir el Everest. Debe resultar cara la terapia, pero parece que da resultado. 

Mano dura, en definitiva. 

2 comentarios:

  1. yo ,en mi ninez y adolesccencia Maristiana..no conocí otra cosa que la mano dura....y en la Mili en Cuatro Vientos no te digo ná.con aquellos capellanes militares de la guerra..que eran terribles...

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    1. Bueno, en cualquier caso no parece que te haya ido mal después. No creo que seas de los que ha tenido que hacer colas kilométrica para ver si te cae algo del cielo.

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