En "Sumission", la última de Houellebecq, hay hacia el final una larga conversación entre el protagonista y el rector de la Sorbona que en cierta medida viene a ser un compendio de toda la novela. Y dentro de esa conversación una frase lo resume todavía mucho más: el islam o es político o no es.
El islam, el cristianismo, el judaismo, el budismo, el hinduismo, la cienciología... que me diga alguien qué religión no es nada más que una ideología que da soporte a formas de hacer política que, curiosamente, siempre tienden a ser de cariz totalitario en la medida que las sociedades en las que actúan se dejan manipular. Porque esa es la verdadera enjundia de todo este asunto, el grado de desarrollo intelectual de una sociedad que le permite, o no, reconocer como fundamentales unos valores de tipo moral a los que se ha identificado por el exclusivo uso de la razón. Es la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la Sociedad de las Naciones contra las Tablas de la ley o la Sharia. Razón contra revelación. La razón se cuestiona, la revelación se acata.
El caso es que hace cuatro siglos ardía en guerras todo el continente europeo por las mismas razones que ahora arde todo el Oriente Medio. Religión mediante, los amantes de la verdad revelada y por tanto del poder totalitario se oponen encarnizadamente a los que ya descubrieron el poder liberador de la razón.
En fin, que veo al Papa haciendo cardenales y pienso en ese cáncer que nunca se curó del todo y está presto a resurgir a nada que el organismo baje sus defensas. En el entre tanto, ahí está callado como una puta mientras sus colegas del Golfo hacen de las suyas. No actúan en nombre de la religión, nos aclara con su bavardeo argentino, como queriendo despistar. Claro, por comparación, sale muy favorecido. El cristianismo, la religión de la libertad. A la fuerza ahorcan, que si no... una y la misma cosa toda la verdad revelada: pura tiranía.
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