jueves, 7 de mayo de 2015

Diez

En su blog de El Mundo del uno de mayo, sintetiza Arcadi Espada : "una cuestión: mi pregunta concreta es si estamos ya en el postperiodismo." Efectivamente es difícil no percibir impostura en la mayoría de lo que uno se entera cuando pasea su vista por los periódicos con la misma despreocupación que cuando va a dar una vuelta por El Retiro. Hoy, por ejemplo, abren muchos de ellos con la alarmante noticia de que el Reino Unido esta al borde de la mayor crisis política desde 1936 porque ninguno de los dos grandes partidos tradicionales está en condiciones de ganar claramente las elecciones al Parlamento que están teniendo lugar mientras escribo esto. Bueno, quizá la chusmilla iletrada se trague esa inquietante trapisonda, pero las enormes capas de ciudadanía medianamente ilustrada sabe que lo único que está en juego hoy son jugosos puestos de trabajo para las militancias de esos partidos tradicionales. Lo consiga uno o lo consiga otro, la repercusión para el vulgarmente conocido como ciudadano de a pie es cero. Así que bien se podría evitar todo ese periodismo alarmante que deja frío cuando no desternillado de risa. Todo viene a ser como aquello que decía Carandell: mira que blancos son los pueblos blancos de Andalucía. Que si hay un terremoto en un territorio que está sobre una falla tenemos para semanas de lamentos sin que nadie se pregunte por qué hay gente tan estúpida que construye casas de papel en sitios tan vulnerables. Claro, eso sería poco caritativo cosa que es lo que peor está visto en estos tiempos blandirrengues. Blandirrengues y vengativos, que por eso es que guste tanto cebarse con los desgraciados que están ya en manos de los jueces. Para qué sirven esos juicios paralelos interminables si no es para dar gusto a los resentidos. En resumidas cuentas, basura informativa que sólo busca convencer a los convencidos y adormecer a los despiertos.

Sin embargo, lo mismo que en medio de la ganga suele haber alguna pepita, en medio del hastío siempre hay alguna chispa de interés. Y siempre tiene que ver con el número diez. El número de la excelencia, quizá porque en su pronunciación es el que más se parece a Dios. Las diez mejores patatas bravas de Madrid. Los diez lugares del mundo que no te puedes perder. Los diez, en definitiva, cualquier cosa que pueda tener algún tipo de atractivo para el común de las gentes vulgares y que, por tal, yo nunca puedo evitar indagarlo hasta el final. Y así es que hoy me he demorado en uno de los dieces más original de todos los tiempos: "Diez formas de innovar en la cama para dejarles sorprendidos". Como el propio titular indica está dirigido a las mujeres. Y no voy a entrar en detalles por recato, aunque si quieren doctorarse en tales lides les recomiendo que se dirijan al blog de Pandora Rebato, "La cama de Pandora". Pero les aseguro una cosa, de las diez proposiciones por lo menos tres o cuatro me han parecido de lo más adecuadas para reverdecer brotes que se habían amustiado. No es mi caso, por supuesto, que más que amustiado ya es comatoso, aunque todo hay que decirlo, una cosa son las hormonas y otra la vida fantasmática que, ahí, hasta el  más pacato tiene mucha tela que cortar hasta el último suspiro. En fin, menos mal que nos quedan los diez mejores lo que sea porque, si no, la respuesta a Arcadi sería meridiana: dedícate a otra cosa tío porque lo tuyo ya pasó.

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