Como dice el señorito Iglesias sin cesar: de alguna manera. Estoy totalmente de acuerdo con él en ese punto: todo lo que es lo es de alguna manera y, si no, no es. Así que me parece muy bien que puntualice para que nadie se llame a engaño. Porque pudiera ser que a la gente le diese por confundir entre alguna y ninguna y ya la tendríamos armada.
Las muletillas, conviene subrayarlo, resultan imprescindibles para parecer que estás diciendo algo cuando no estás diciendo absolutamente nada. Pautan el discurso, distrayendo de su contenido si es que le tuviera. Recuerdo como si hubiese sido ayer los discursos del Felipe González ya desgastado por los años de poder. Me parecía que estaba en la feria de San Lucas en Hoznayo viendo vender burros teñidos. "Honestamente le digo", y no podía seguir escuchándole porque inmediatamente me ponía a pensar que prevención a destiempo malicia arguye. ¿Qué patraña nos querrá encajar tras esa innecesaria afirmación? Y apenas te habías recuperado y empezado a retomar el hilo cuando te atizaba con un "le voy a ser sincero". ¡Hombre! ¿Qué pasa, que usted por lo general no lo es? Y ya te volvías a perder. Y así todo el rato. Al final decidías que era mejor irse a tomar unos blancos de solera con anchoas al Palacio. Por cierto que el Palacio ya lleva años cerrado y en manifiesta ruina... como Felipe González.
¡Ay, la retórica! El arte de convencer le dicen. Lo mismo que podrían haber dicho de embaucar. Porque esa es la cuestión, que lo mismo sirve para venderte un burro sano que uno teñido. Y de ahí la necesidad de entender de burros. El otro día preguntaba alguien en la tertulia mañanera de La Cañía dónde se podía encontrar algo fiable sobre burros. Yo, por decir algo, que no me puedo callar, apunté hacia Aristóteles. Creí recordar haber leído algo al respecto en alguno de sus ladrillos. Pero, en realidad, daba igual porque podría jurar que cualquiera de los allí sentados había tenido una vida lo suficientemente rica en lo espiritual como para poder, a estas alturas, separar al primer vistazo el grano de la paja en lo que a burros se refiere.
La enjundia de la cuestión: no es lo mismo hilar pensamientos que frases hechas. Es lo que va de dar un margen a la incertidumbre a dejar el futuro niquelado. Para ser claros, digamos, que es lo que va de lo que puede soportar una persona madura a lo que necesita desesperadamente un adolescente.
Y ahí estamos, en ese trance perverso de la maduración. Que no hay forma de lograrla. Es como esos kiwis que compras duros con la esperanza de que en unos días estén en sazón. Y pasan quince y no sólo están igual de duros sino que también están arrugados. Los franceses, que tanto les gusta largar, han inventado una palabra para ese fenómeno. No el de los kiwis sino el de las personas. Dicen que ésta es una sociedad de adoadults. O algo así. Duros por dentro y arrugados por fuera.
En fin, allá cada cual con los kiwis que compra. Y los burros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario