miércoles, 10 de febrero de 2016

Oximorones

 La verdad es que nunca me había parado a situar el concepto de riesgo en un lugar preeminente a la hora de teorizar sobre las cuestiones centrales de la vida: la convivencia, el desarrollo individual y colectivo y, en fin, cosas por el estilo. Y así ha sido que, a bote pronto, he caído en la cuenta del difícil encaje que siempre han tenido, tienen y tendrán, en el mundo las diferentes formas de encarar el riesgo. Podríamos simplificar hablando de cobardes y valientes, pero esto, en cualquier caso, sería punto de llegada y nunca de salida. 

Así y todo, el hecho de no haber focalizado en el pasado  mis análisis en el riesgo no fue óbice para que hace ya mucho cayese en la cuenta de que la frase más letal y frecuente de la educación pequeñoburguesa haya sido y siga siendo: "tú, hijo, algo seguro". Es decir, funcionario. 

¿Por qué digo letal? Pues muy sencillo, porque se trata de eliminar el riesgo de raíz. Hay que cavar tan hondo para ello que difícilmente se puede salir después del hoyo. Uno mira para arriba y sólo ve el trocito de cielo que limitan los bordes del hoyo. Y piensa que eso es todo. Parecido a la cueva de Platón. Sombras nada más acariciando tus sueños, como en el bolero.  

Total, que dándole vueltas, he concluido que quizá la mejor manera de definir a los diferentes partidos políticos, ahora que están tan de moda, no sea otra que la valoración de la cantidad de riesgo que obligan a asumir a sus votantes. Del infinito al cero. Apáñatelas como puedas/yo te lo soluciono todo. 

Lo verdaderamente curioso de estas conjeturas a las que he llegado es que, entonces, de haber algo de verosimilitud en ellas, resultaría todavía más prodigiosa la asimilación que la sociedad hace del progreso al todo solucionado. O si quieren, progresismo/seguridad total. ¿Pero es que acaso no nos ha demostrado la realidad hasta la saciedad que cuando los primates lo tienen todo resuelto caen automáticamente en el nefando vicio de la masturbación? Vayan, si no, al zoo y observen a los monos. 

El progreso y seguridad es un oximorón. Igual que izquierda progresista. Y hasta que no se estirpe semejante monstruosidad del lenguaje cotidiano seguiremos acariciando sombras. 

El progreso es hijo de la confrontación con el riesgo y lo demás son mandangas. 

En fin, qué peste de políticos.   

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