De todas formas,como cualquiera de mi generación y status, tengo grabada a fuego en mi inconsciente la humillación gibraltareña. "Gibraltar, Gibraltar, tierra amada de todo español. A mi patria te robaron, etc...", la de veces que no lo habré cantado. Claro, lo de Gibraltar es un asunto que tiene la inmensa virtud de proporcionar un enemigo. Con lo que por aquel entonces se necesitaba a los enemigos para unir al rebaño. Enemigos muy aparatosos a la vez que inofensivos que son los buenos. Los que procura promover el poder tiránico en cualquier caso. Luego, ya adolescente y un poco más, lo de mostrar indiferencia e, incluso, cierta simpatía por el Gibraltar británico se convirtió en uno más de los juegos tocapelotas con los que desgastar al régimen franquista.
Han pasado los años y ahí sigue Gibraltar convertido en una especie de cueva de Alí Babá. A los españoles en general se la trae bastante al pairo, excepto, quizá, a los excursionistas del Imserso que les encanta ir allí a ver monos que hacen monadas. Rafa el Proscrito fue una vez y quedó tan impresionado por lo que le cobró un taxista por llevarle a ver los monos que no había tarde de paseo por el monte que no nos recordase la anécdota. Por lo demás, como en todas las cuevas de Alí Babá, está lleno de tesoros que no dejan de extender su benéfica influencia por un amplio espacio a su alrededor. Campos de golf, puertos deportivos y todo eso.
La verdad es que aquello da el cante. Y más en tiempos en los que las circunstancias invitan a meter mano a los tejimanejes financieros que en buena medida están en el origen de muchos de los problemas que nos afligen. Así que, según dicen, una parte no despreciable de la clase política británica está hasta las narices de seguir manteniendo el invento. Porque, además, qué valor estratégico puede tener para un imperio que ya no existe y, más, estando Rota a dos pasos. La realidad es que Gibraltar para los británicos, más que nada, es dinero tirado por el retrete.
En resumidas cuentas, que sea por lo que sea, los que aquí mandan ahora han considerado que éste es buen momento para dar otra vuelta de tuerca al asunto. Y no deben ir muy descarriados porque hasta los lectores del periódico de la burguesía catalana, según encuesta realizada, están muy mayoritariamente a favor de seguir apretando. Ya ven, señalas un enemigo y hasta los catalanes arriman el hombro, como cuando Las Navas de Tolosa.
No sé, pero en el fondo, como lo de la infanta y lo de Bárcenas, lo de Gibraltar me parece un elemento más de eso de echar los balones fuera, o sea, de no querer ver que trata sencillamente de esa afición que tenemos las sociedades humanas de encontrar a quien echarle las culpas de las miserias que nos corroen por nuestra mala cabeza. Si los negocios de Gibraltar tanto molestan la solución es muy simple: una ley que pene con multas astronómicas a todo aquel que negocie con el que trapichee por allí y santas pascuas. Pero, ay amigo, nos sucede como aquel chiste de "Annie Hall": meteríamos en el manicomio a nuestro hermano que se cree una gallina; pero nos cuesta más aprender a vivir sin sus huevos...
ResponderEliminarEfectivamente, parece ser que los millonarios gibraltareños, que son muchos, son parte importante del negocio de lujo que hay por la Costa del Sol. Así que los intereses se cruzan. Por eso no se soluciona, porque si no, ya me dirás tú. Con lo fácil que tiene que ser saber quién tiene allí chanchullos.
Eliminar