domingo, 18 de agosto de 2013

Sentido pésame



Uno siempre ha tendido a pensar que entre los humanos hay un pequeño porcentaje de intelectualmente privilegiados, otro porcentaje más o menos igual de cortos mentales y, luego, una inmensa mayoría de lo que podríamos calificar como normales, aureas mediocritas, por decirlo en latín que siempre queda bien. Pero, claro, eso, como todo lo que es ideología, es decir, basado en intuiciones indemostrables, con la llegada de la decrepitud se tambalea y hoy día ya no pienso nada al respeto. Me limito a admirar los actos que me parecen admirables y a despreciar los que me parecen despreciables con la casi segura convicción, siempre, de que cualquier ser humano puede darle a ambos palos sin que por ello se le caigan los anillos.

El caso es que estos días ha muerto una señora, Rosalía Mera, por muchos conceptos admirable. Las circunstancias de la vida acompañadas por un tesón y, sin duda, una inteligencia poco común, le habían encumbrado hasta lo más alto y, sin embargo, siempre se mostró discreta y comedida. Poco se sabía de su vida a parte de que había sido cofundadora de Zara, que tiene un hijo discapacitado, y que financia una fundación al parecer modélica para, precisamente, discapacitados. De su privacidad, al margen de su divorcio, nada ha trascendido nunca que yo sepa. Supongo que a todo ello habrá sido debido que su inesperado fallecimiento haya causado un bastante generalizado pesar. Y digo bastante generalizado porque no puedo decir total. Ya saben, los buscadores de mierda siempre se las apañan para encontrarla aunque sea a costa de sacarla de sus propias entrañas. 

Así ha sido que los de Comisiones Obreras no han perdido la ocasión para retratarse: un rico menos, han dicho. ¡Envidiosos y resentidos del mundo, uniros en el regocijo! Seguro que son unos cuantos. Quizá muchos. Difícil saberlo. Rematados idiotas en cualquier caso que no hacen sino, otra vez más, dar pistas de por qué son lo que son, están como están, y sufren como sufren... porque no lo olviden, esos idiotas, más, juraría, por haberse hecho que por haber nacido, sufren como mulas que arrastran una carreta cuesta arriba. 

Pero, ya digo, el que no le dé a ambos palos que tire la primera piedra. Así es que el otro día estaba con un par de amigos de los de ya va para medio siglo y como era hora de comer y nos pareció cuestión de principios el no aceptar el precio del menú que nos ofrecían en el lugar en el que nos hallábamos, nos levantamos al unísono y sin más preámbulos nos dirigimos a los comedores de Comisiones Obreras donde hubimos sabrosa pitanza por un precio acorde, ya digo, a nuestros principios, que no a nuestros bolsillos que, a D. G., dan para algo más sin desfondarse.

Pues sí, los comedores de Comisiones Obreras, un lugar sobrio, aseado, tranquilo, donde dan buen trato... no da el "perfil", desde luego, de ser lo que cabría esperar de algo gestionado por unos cafres envidiosos y resentidos. En fin, cosas de la vida, que quizá no haya mayor verdad que esa que asegura que Dios donde quita, pone. Y viceversa. 



2 comentarios:

  1. Tú y tus amigos, con esa actitud revisionista pequeño-burguesa es normal que a lo más que podáis aspirar en la vida es a llenar el buche en los comedores de CCOO. Si realmente hubierais asimilado el espíritu de la revolución socio-sindicalista y siguierais el camino de la verdadera liberación de las masas, en fin, si os hubierais preguntado "¿Qué hacer?" como los grandes hombres que en el mundo han sido habríais obrado con sabiduría. Verbigracia:

    1. Habríais pedido el ingreso inmediato en CCOO.

    2. Habríais solicitado de forma consecuente los Cheques Gourmet a los que vuestra afiliación al sindicato os daría derecho.

    3. Os los habríais gastado en los mejores
    spas y restaurantes de lujo del país.

    Es que a algunos os encanta vivir alienados. Qué le vamos a hacer.

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    1. Efectivamente formamos parte de la generación alienada por la educación clerical. Es impensable la revuelta del 68 sin las sacristías. En fin, no sé si ya a estas alturas se podría hacer algo al respecto, yo qué sé, quizá yendo de veraneo al Cap d´Adge.

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