jueves, 8 de agosto de 2013
Saciedad de vida
Ayer quedé a comer con Fede, un amigo de los de ya va para más de medio siglo. Aunque ya hace mucho que nos vemos de tarde en tarde, allá, por los años de la juventud tardía, compartimos no pocas correrías lo que, sí quisiésemos, nos podría dar para mucho compartido abandono a las dulces tristuras de la melancolía, pero nada más lejos, porque nosotros, cada uno a su manera, somos de los de toujours sur la bèche, así que, ayer, después de bien comer y beber en una terraza del muelle, nos dedicamos en prolongada sobremesa a desmenuzar "Amsterdam". A la "Amsterdam" de McEwan me estoy refiriendo que la otra, la ciudad, para poco desmenuce da a quienes hacen de la vida viaje.
Dos amigos hablan con naturalidad de la muerte como para allanarle el camino. Hacen un pacto de los que dicen de sangre: cuando a uno de nosotros se le aparezca lo inevitable en el próximo horizonte, el otro se compromete a arrancarlo de los garfios de la mafia médica y llevárselo a Amsterdam. Eso es todo. Luego McEwan, para hacerlo literario y vendible le da un desenlace humorístico tirando a negro.
Darse el lujo supremo de elegir la salida. Evitarte y evitarles malos rollos. Instinto de muerte que decía Freud o "saciedad de vida" como me dijo Fede que lo llama Novoa Santos. Saciedad de vida, es decir, el "confieso que he vivido" que se esconde tras cualquiera de las grandes autobiografías. Esa es la cuestión, sentir que en el mejor de los casos poco te queda por añadir.
Memorable reencuentro en cualquier caso.
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A mí este señor Novoa Santos me sonaba y no me acordaba de qué. Voy a la Wikipedia y me encuentro con que había escrito una monografía sobre la inferioridad intelectual de la mujer y que en él (y en Platón, por decir alguno) me basé para un trabajo de la asignatura de filosofía cuando estudiaba el bachillerato. Recuerdo que a las chicas de mi clase les pareció muy mal, pero los argumentos creo recordar que estaban tan bien enlazados que les resultaba difícil refutarlos. Ya ha llovido demasiado desde mi adolescencia y no me voy a meter en jardines como aquél de la supuesta inferioridad intelectual de la mujer en lo que se refiere al pensamiento abstracto; pero es curioso que, por lo que yo sé, no haya estudios serios sobre la cuestión incontestable de que en sociedades como la escandinava o la de Israel, donde desde hace varias generaciones la igualdad de los sexos es absoluta, los grandes maestros de ajedrez siguen siendo en su gran mayoría hombres. Es un misterio difícil de explicar...
ResponderEliminar¡jo, menudo jardin! Ya lo dejó Shopenhauer listo para sentencia. Me decía el otro día Fede que lo verdaderamente sorprendente de Novoa Santos es la calidad de su prosa. Yo podía haberla conocido porque mi padre usaba a diario sus textos. Pero claro, en mis tiempos se consideraban ya anticuados.
EliminarPues con prosa y todo, si hoy un catedrático escribiera en esos términos, saldría en primera plana de El País acusado de cerdo sexista, por muy argumentada que fuera su teoría. Si no lo echaban de la profesión o acababa con sus huesos en la trena, podría darse por contento...
ResponderEliminarsí, desde luego. hoy día hay que andarse con pies de plomo. Fíjate, p. e., el caso de Gide haciendo alarde alarde de su pederastia y cenando por la noche en el Eliseo con De Gaulle. Fue hace cuatro días como quien dice. El mundo ha cambiado mucho sobre todo en lo que concierne a los tabús. Como bien dices, de nada valen argumentos, ni buenos ni malos, simplemente no está bien argumentar sobre ciertas cosas.
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