viernes, 21 de marzo de 2014

Leaving



Yo no es que sea un experto en pornografía, pero no me importa confesar que es uno de los géneros de la cinematografía que en absoluto excluyo de mi curiosidad. Si una de cada diez páginas web que se abren en el mundo tiene un cariz pornográfico, digo yo que será por algo. Algo así como la razón de la sinrazón que a mi razón se hace, que diría el ingenioso hidalgo. Anyway, por lo que he podido constatar hay dentro del género un palo en el que los rusos son maestros indiscutibles: es el dedicado a las relaciones de madura con jovencito. Ponerse a conjeturar sobre los porqués de tan edípica especialización seguramente nos llevaría a curiosas conclusiones que, entre otras cosas, pudieran aportar luz esclarecedora sobre "La mama de Putin", un extraño documental de los que a nadie puede dejar indiferente... salvo al mismísimo Putin, supongo. 

Bien, pues el caso es que anoche a eso de las nueve me senté ante el televisor y allí que me quedé clavado hasta las doce o así, como se suele decir, sin pestañear. Pasaron por ARTE los tres capítulos de la miniserie británica "Leaving". En realidad no era más que uno de esos sketches de los que tan maestros son los rusos, pero en largo y fino. Yo diría que una obra maestra y, por tal, carente de género. Cuarentona de las que llevan la procesión por dentro demasiado dignamente  y veinteañero defraudado se confabulan para sacarse mutuamente la mugre y dar así un impulso ascendente a su autoestima, cosa que, no nos engañemos, es lo único que hace que sintamos algo parecido a eso que llaman felicidad. 

Una relación imposible, o sea de las que desestabilizan el entorno en todas sus facetas: el familiar, el laboral, por no hablar del económico. Una relación así, por definición, sólo puede ser apasionada como lo es toda cirugía radical que pretende extirpar un cáncer del alma. El cáncer que corroe a los espíritus sensibles a la vulgaridad de la monotonía y lo convencional. 

Supongo que estarán pensando con toda la razón que para vulgar y convencional el asunto que les vengo comentando, sin embargo esa es otra de las lecciones a extraer de "Leaving", de como el arte nada tiene que ver con lo manido o elevado del tema a tratar. La enjundia está en como se conjuga la verosimilitud con la inverosimilitud de lo tratado. Lo que se muestra a las claras y lo que sólo se insinúa en un intento de ensanchar horizontes a la comprensión del mundo que nos rodea que, juraría, no otra cosa solemos pretender la mayoría de las veces que centramos nuestra atención en cualquier cosa que sea con la excusa de entretenernos un rato. 

En fin, las cosas de la vida que nunca pasarán porque nunca se acabará de domesticar la fiera que llevamos dentro. Y eso da para mucha vulgaridad, pero, también, para mucho ARTE.  

  

2 comentarios:

  1. Yo ya sabes que tengo pasión por las rusas; pero me imagino que tener una en casa mañana, tarde y noche debe de ser bastante agotador, quizá más espiritual que físicamente...

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  2. Hay una locutora rusa en la CNN que siempre que la veo me quedo clavao no por lo que dice sino por la forma de decirlo. Se llama Ralitsa Vasileva. Da la impresión de ser una mezcla explosiva de fragilidad y fortaleza. En fin, por lo demás, salvo una vez que vino a visitarme mi primo con su mujer y su amante rusa no he tenido oportunidad en la vida de ver a ninguna de cerca.

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