domingo, 30 de marzo de 2014

Historias del país



El pasado viernes me apercibí de que justo aquí al lado,  concretamente en la explanada que hay cabe al campo de fútbol, se estaban haciendo los preparativos para la celebración de algún tipo de evento. Lo habían rodeado todo de vallas por encima de las cuales se podía intuir que la cosa iba de camiones del tipo conocido como poid lourd. Me temí lo peor y no andaba errado porque, no sé en que consistiría el espectáculo, pero el ruido que nos vimos obligados a soportar durante toda la jornada de ayer les puedo asegurar que no fue cosa baladí. Hoy, recién dadas las ocho y media, ya he escuchado los primeros bocinazos. Claro, para un sólo día no iban a movilizar tantos recursos. Desde luego, convendrán conmigo que  la cosa tiene perendengues. Te pasas la vida estudiando y trabajando duro para poder comprarte una vivienda en un barrio supuestamente chic y ¿cuales son los resultados? Se lo diré: que te tienes que tragar quieras o no quieras todos los gustos de la chusma. Porque esa es la cuestión, que la chusma sólo se divierte si es consciente de que está fastidiando a los que odia, es decir, a la gente que tira del carro, o sea, los que usan la cabeza para trabajar. Yo, estas cosas las comprendo perfectamente porque me puedo poner en el lugar de los inferiores y notar como me hierve la sangre por todas las cosas buenas que me están vedadas. Lo que me cuesta entender es que el Sr. Alcade, que parece handsome y smart, no se dé cuenta de que a la fuerza motriz hay que mimarla porque, si no, coge y se va, que no por otra cosa es que la ciudad haya pasado en pocos años de liderar el ranking al pelotón de las más torpes. 

Son las cosas del país. O de "El País" si mejor quieren, que a nada que convenga se le hurta la causa al suceso y Santas Pascuas. A tal efecto me manda Jacobo hoy el enlace a una noticia que no tiene desperdicio: "Bernabe Sáez, toda una vida buscando a sus hermanos fusilados". Dos años antes de morir, Bernabé había escrito en un diario riojano: "Tengo 84 años y no quisiera morirme sin saber dónde se encuentran los restos de mis dos hermanos asesinado. (...) Mi madre ya murió y dos de mis hermanos pequeños también. Pero existe un sufrimiento difícil de explicar que se va larvando en mi interior y que se engrandece conforme pasan los años. Un dolor que sólo se paliará cuando sepa el paradero de mis hermanos asesinados. ¿Puede alguien ayudarme?”. El porqué de las cosas, ¡ay!, más vale no meneallo. Indagase Bernabé, o el periodista que escribió el reportaje, el meollo del asunto y lo más probable es que se jodió Jeremías. Les fusilaron por algo que más vale silenciar porque de lo contrario no se silenciaría. En las guerras, ya se sabe que es cosa de buenos y malos y viceversa. Los hermanos de Bernabé, a buen seguro, estaban en medio de la melé y eso suele salir caro. Pero si el verdugo es "franquista", por definición, claro está, exime de toda responsabilidad a la víctima. Esa es la teoría imperante en el país. O en "El País" si mejor quieren. Y mientras tanto a Bernabé se le iba larvando un sufrimiento interior difícil de explicar porque nadie se tomaba la molestia de explicarle. Y suma y sigue. 

Por lo demás, historias intrascendentes en las que sólo te fijas cuando andas aburrido, o falto de voluntad, o deprimido, o vago de cojones, o idiota perdido. Sin disculpa en cualquier caso. Como lo de Bernabé. O lo de los poid lourd. 

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