sábado, 30 de agosto de 2014

Pasiones literarias

 

 
De todas las pasiones literarias, quizá las únicas verdaderas que he tenido a lo largo de la vida, ninguna se puede comparar a la que sentí cuando todavía era niño por las novelas de Richmal Crompton. Una de las visitas que tuve cuando estaba convaleciente de una operación de apendicitis me trajo "Guillermo el Conquistador" y todo fue comenzar a leerla y ya no poder parar. Me tragué toda la saga y al final, despertando ya a la adolescencia, dudo mucho que supiese diferenciar entre mi personalidad y la de Gillermo. Lo llevaba tan metido dentro de mi que, juraría, nunca más ya conseguí deshacerme de su compañía y ni ganas que he tenido de ello.

Después, por mucho que disfrutase leyendo a Defoe, Stevenson, Dumas y demás, no volví a sentir esa pasión hasta que en la postrera juventud me topé con Baroja. No sabía a qué podría ser debido pero estaba enganchado de forma enfermiza. Me lo debió pegar un compañero de pensión que llevaba más de veinte años haciendo que estudiaba ingeniero de minas. Cada dos por tres se me metía en la habitación para contarme alguna anécdota barojiana o proponerme que nos acercásemos a la Cuesta de Moyano a ver si pescábamos algo sobre el tema. Hace poco, al volver a leer "El árbol de la ciencia" creí resolver el enigma de aquella adicción: allí estaban Nietzsche y Shopenhauer, o sea, justo la medicina que un joven que acaba de salir desconcertado de las salas de disección necesita para no quedarse lelo para los restos. 

Y así corría la vida venga a indagar por aquí y por allá a la búsqueda de un posible discurso liberador hasta que con los hastíos de la primera madurez di en caer sobre Bukoswky. Fue un flechazo a primera vista. Un coup de foudre que dicen los franceses. Bueno, quizá llevar en bandolera a Erasmo, Cervantes y gente así me predispuso al enamoramiento. Hay que aprender a vivir esto como lo que es, a saber, nada de nada que no sea la actitud suicida que, en definitiva, no es otra cosa que la embriaguez del presente. Embriagarse recurriendo  al jarro o por medio de la lucha a muerte contra lo que sea, sobre todo contra la estupidez que es lo que más pone. Lo demás, proyectarse hacia el futuro y tal, para los muertos vivientes.

Por lo demás reconozco que la compañía de Houellebecq me está aliviando mucho la pesada carga de estos postreros años. Cuando veo los gustos y las ideas que predominan a mi alrededor y empiezo a sentirme incómodo no tengo más que acercarme a su obra para recuperar el tono. Nadie que yo sepa cuenta tan sin tapujos de qué materiales caducos se compone el presente que nos ha tocado vivir. En fin, ahí tienen esa película que tanto va a dar de qué hablar y que les recomiendo que vean, L´enlevement de Houellebecq. Después hablamos.   

jueves, 28 de agosto de 2014

Alharakatu barakatum



 
 Mi amigo Jacobo, que estaba pasando unos días en casa de su mujer en Odawara, ha tenido que salir pitando hacia la suya en Hadano por culpa de los monos. Por lo visto hay por allí una tribu que campa por sus respetos haciendo las delicias de los adeptos al animalismo, ya saben, esa categoría sentimental que se extiende en forma de plaga entre los humanos siempre que se entra en un periodo de decadencia... sobre todo moral. Es comprensible, tras un periodo de opulencia, sin guerras y tal, la gente se acaba creyendo que todo el monte es orégano y no ve por ningún lado la necesidad del sacrificio. Entonces, recurren a las mascotas como forma idónea de suplir la no por necesaria menos complicada transferencia afectiva hacia sus congéneres. Sólo es necesario instalarse en la fantasía de aceptar que te comunicas con ellas. Como las das de comer te son radicalmente fieles y, luego, si por lo que sea, te crean problemas, sólo necesitas hacer el fácil tránsito hacia la realidad para llegar a la conclusión de que en realidad no son más que animales que no sufren en absoluto cuando les llevas al matadero.

Pero claro, el ser humano no por mas empeñarse en vivir soñando deja de tener problemas. Mis vecinos animalistas por ejemplo, que tenían convertido el jardín de la urbanización en un autentico pipicán con la aparente anuencia de todos los vecinos, han visto como desde mi llegada se les agriaba el contento como consecuencia del no gustarme un pelo que me caguen, me ladren, el interland. Claro, de entrada, han querido venir a por mí, pero entonces, levantada ya la liebre, se han tenido que enterar de que tienen la enemiga de todos los vecinos que pasan de mascotas, sean o no animalistas. Así es que ahora los unos me saludan con el gesto torvo, pero me saludan porque al fin y al cabo ésta es una comunidad de gente acomodada y se supone que educada. Los otros, ciertamente, me muestran una afabilidad sin duda fuera de contexto a la que yo correspondo con mesura porque no quiero protagonismos molestos. Por así decirlo, hay en el ambiente una clamorosa realidad que justifica las actitudes:  el guirigay de ladridos que había a mi llegada ha desaparecido casi por completo y eso saben que por lo menos en parte me lo tienen que agradecer.

El caso es que, qué diferente suceden las cosas cuando hay civilización por medio. Ayer mismo venía en el periódicos lo sucedido en un pueblo de la costa entre un vasco y un catalán que andaban por allí de vecinos. El catalán tenía un perro que no paraba de ladrar. El vasco le pedía al catalán que hiciese callar a su perro. El catalán pasaba. El vasco tenía una escopeta. ¿A quién creen que disparó el vasco, al catalán o al perro? Al catalán por supuesto. Muerto el catalán se acabó la rabia.

Sin embargo, no hay que preocuparse por la presente plaga porque una vez más la ciencia viene al rescate. Un investigador de una universidad de Texas ha descubierto una feromona de cerdo que tan pronto la olfatean los perros dejan de ladrar. El invento ha sido bautizado STOP THAT¡, o sea, justo las palabras que el otro día por la noche gritaba como un poseso un vecino foráneo cuando unos perros se pusieron a ladrar.

En fin, les dejo de dar la lata con mis obsesiones y allá cada cual con su sensibilidad para detectar los signos sociales de incipiente decadencia que esperemos no vaya a más gracias a los avances de la ciencia.

miércoles, 27 de agosto de 2014

La mirada del tovarich

 
 
Ayer por la mañana sostuve una entretenida conversación con una familia de gitanos que tenían aposentados sus reales en el aparcamiento de la Segunda Playa. Parecían ser tres generaciones de la misma familia aunque los mayores no sobrepasasen los cincuenta ni los menores bajasen de diez. La cosa comenzó porque el patriarca del grupo se dirigió a mí con todos los respetos para preguntarme si estaba casado. El objeto de la pesquisa era el de pretender endosarme una de las mujeres caso de ser soltero. Cuando les dije que yo podía ser padre o abuelo de aquellas mujeres me tomaron por loco. De joven siempre tuve aspecto aniñado y ahora, de viejo, a primera vista, doy el pego. Sí, pero la procesión puede ir por dentro, les dije, y entonces el patriarca respondió que lo que es una persona y cómo está se ve por fuera. El intercambio de ideas duró una buena media hora en la que hicimos muchas risas y ellos aprovecharon para lavarse los dientes y otras abluciones. Me despedí deseándoles felices vacaciones lo que sin duda, estoy seguro, van a conseguir.

El caso es que me quedé con lo de "lo que uno es y cómo está se ve por fuera". Y está mañana al ver la foto de Putin que les muestro lo he vuelto a recordar. La dichosa pinta, eso de lo que los guardianes de lo políticamente correcto no quieren ni oír hablar porque se supone que los ricos la tienen mejor y no por nada sino porque, como en los chistes de Chumy Chúmez, se pasan la vida vestidos de frac y cabalgando sobre los hombros de los pobres y, así, cualquiera. Anyway, los gitanos tienen, entre tantas cosas buenas, la de pasar de los prejuicios sociales de los payos (con los suyos se sobran y bastan) y no digo ya del de la dichosa pinta que tantos disgustos les ha dado a lo largo de la historia. Así que un gitano ve esa mirada de Putin y no le compra un coche usado así tenga que ir andando con toda la familia hasta el fin del mundo. 

En llegados a este punto convendría analizar los componentes que pudieran intervenir en la construcción de la pinta de una persona cualquiera. Los componentes genéticos, of course, y los propiamente ambientales. Es fácil de entender: sólo hay que darse una vuelta por una universidad de pago y luego por las tiendas RETO para percatarse hasta que punto el ambiente puede ser decisivo, pero sin perder nunca de vista la sabia observación del clásico que reza así: donde no hay conocimiento el hábito califica ignorando que no pocas veces debajo de mala capa suele haber buen vividor. 

Así que la mirada del tovarich Putin no deja lugar a dudas de que se ha tenido que pasar los mejores años de su vida merodeando por las cloacas de la KGB para haber conseguido saber darle ese tono de acrisolada desconfianza que no puede dejar indiferente, y menos tranquilo, al más templado de los interlocutores. Putin no se fía ni de su madre y no sólo en el sentido figurado de la expresión. Hace dos años pasaron por ARTE un documental titulado "La mamá de Putin" en el que se la veía viviendo en la más oprobiosa de las miserias. Su hijo, al parecer, ni sabe ni contesta al respecto. ¡Faltaría más! Empieza uno confiando en su madre y en cuatro días descompone la figura que tanto ha costado conseguir.  

En fin, que, como me dijeron los gitanos, la pinta no se despinta a la primera de cambio. Y el caso de Tovarich Putin es paradigmático al respecto: la suntuosidad del Kremlin para nada ha influido en la mirada que se cinceló golpe a golpe por los pasillos del KGB.

martes, 26 de agosto de 2014

Encantador Mr. Salmond

 
 
Anoche estaba tan aburrido que me dediqué a ver el debate entre Salmond y Darling sobre la independencia de Escocia que pasaban por la BBC. La verdad es que la cosa resultaba bastante castaña, pero, a su vez, lo suficientemente auténtica como para hacerme caer en la cuenta de ¿y qué si Escocia se hace independiente por el querer de sus habitantes? ¿Y qué si Cataluña? ¿Y qué si quienes quieran que sea?

Cuanto más escuchaba más me convencía de que lo único que contaba allí era la cara, o la pinta, de buena persona que tiene el Sr. Salmond. Con ese aspecto de padre bonachón, regordete y tal, daba por respuesta encantadoras soluciones a todos los previsibles problemas que, al decir del Sr. Darling, la independencia les pudiera plantear a los escoceses. El meollo de la cuestión quedó bien al descubierto cuando una señora de inconfundible aspecto pequeñoburgués se levantó para decir con tono airado que el Sr. Darling sólo hablaba de economía y empleo y que a ellos sólo les interesaba la nación... bueno LA NACIÓN para ser exactos. Como era de esperar, una cerrada ovación remachó la intervención de la pequeñaburguesa. Una nación y un padre. Llegados a este punto comprendí lo inteligente de la postura del gobierno de Su Majestad Isabel II. Incluso se mostró, por boca del Sr. Darling, dispuesto a mantenerles, si se separan, dentro del sistema monetario inglés. Pues claro hombre, ya me dirás tú qué independencia va a ser la vuestra si la llave de la caja la tenemos nosotros.

Imagínense la cantidad de energía ahorrada y coñazo evitado si el gobierno de España les hubiese organizado el referendum de secesión a vascos y catalanes. Si se van que se vayan que la llave de la caja la tengo yo. ¿Qué iban a hacer todos esos vascos que no ven llegar el fin de semana para salir pitando hacia sus casitas de fuera de sus fronteras? Mira que si nos diese por cobrarles una tasa cada vez que nos visitasen.. tendría guasa la cosa. Y a los catalanes, ni te digo porque sólo hay que darse una vuelta por el supermercado del más remoto rincón del país para darse cuenta hasta que punto dependen de lo que aquí consumimos. Y aunque no fuese así, ni unos ni otros iban a menoscabar con su ida nuestro bien común sino todo lo contrario. Se lo puedo asegurar que conozco bien España y sé donde reside su fuerza... sólo hay que pedalear un poco por las llanuras de Castilla para darse cuenta. 

En fin, que por la propia experiencia hay una cosa que debiéramos dar por axiomática: en la guerra entre sentimientos y razón, a corto plazo siempre ganan los sentimientos. Sentimientos, o sea, batacazos garantizados, pero da igual porque para eso está el amor propio, para convencernos de que nos los damos por que somos víctimas... donde debiéramos decir necios.

sábado, 23 de agosto de 2014

La última frontera

 


De entre las muchas curiosidades que pude colegir de mis pesquisas por Barcelona hay una que tiene su aquel. Solía yo frecuentar el paseo marítimo que va de La Barceloneta a San Adrián de Besós y no era raro que al llegar a la parte de Bogatel, en donde detrás de una duna artificial hay una playa nudista, viese a un grupito de paquistaníes que se dedicaban a observar a los bañistas con el típico aire de quien está haciendo algo feo (con risitas contenidas y tal). Al ser tan frecuente el hecho, pensé que seguramente a los recién venidos de aquél lejano país sus compatriotas ya asentados en la ciudad le proporcionaban una especie de bautismo de fuego llevándoles allí a ver cuerpos desnudos. De lo más natural, por otro lado, y lo digo desde la propia experiencia, querer satisfacer esa curiosidad que las sociedades atrasadas consideran el colmo de la indecencia.

El caso es que viendo la foto que les muestro me he dado cuenta que los paquistaníes ya no tienen que ir a Bogatel a satisfacer un deseo largamente acariciado porque Bogatel va a sus tiendas a comprar lo que sea que seguramente será algo que ponga contento. Bueno, es que en Barcelona siempre han sido muy liberales. Ya en mis tiempos solía ver a un tipo que paseaba por la Barceloneta llevando por toda indumentaria un taparrabos tatuado que obviamente no le tapaba el rabo que, por cierto, le llegaba hasta muy por debajo de las rodillas luciendo en su glande un pierçing con un cascabelito adosado para, supongo, atraer la atención del respetable. Siempre pensé que bien pudiera ser que estuviese a sueldo de la corporación municipal por aquello de dar espectáculo a los turistas que como todos ustedes saben son gente que nunca se sacia de curiosidades. 

 
Anyway, parece ser que la cosa, pasito a pasito a pasito, se ido saliendo de madre y ya no hay quien lo contenga. Son miles y miles los que viven del invento de la curiosidad. Cerrar el grifo ahora como piden los vecinos airados y de cara al sol, podría ser altamente contraproducente para una sociedad que está a punto sino de pasar el Rubicón sí de cruzar el Mar Rojo. ¡Quita, quita, que ya han tenido bastante con lo del muy honorable! Ahora toca aguantar hasta que llegue el crudo invierno y la cosa se calme de forma natural. Lo de los turistas salidos y lo del Mar Rojo.

Pero lo mejor de todo esto, si se fijan en la foto de arriba, es la actitud de los paquistaníes que venden la mercancía. Ellos ni entran ni salen. Están allí para ganar dinero y punto. O al menos eso es lo que quieren dar a entender. Luego, hemos de suponer, harán sus comentarios entre ellos. Estos infieles están en las últimas y cosas así. Nos los podemos merendar con patatas tan pronto como nos dé la gana. Y entonces van al locutorio del barrio y mandan unos eurillos a los que guerrean por la causa. Ya saben, eso que llaman la yihad, un invento que viene a consistir sobre todo y fundamentalmente en que las mujeres no enseñen nada de nada a nadie que no sea su dueño y señor. ¡Meter a las mujeres en cintura, casi na! Claro, para eso se necesita un régimen político no sólo totalitario sino, además, sanguinario. No por nada sino porque al tirar más pelo de coño o dos tetas que dos carretas si no utilizas los descansos de los partidos de furbo para lapidar a unas cuantas zorras la cosa se te va de las manos. En fin, ya sabemos de qué va todo esto y de qué manera los barbaros suelen acabar siempre conquistando Roma. 

Pues sí, señoras y señores, convénzanse, esa es la última frontera a derribar a efectos de ideología: la actitud del hombre frente a la mujer. Igualdad frente a dominio. No sé, pero me temo que esta frontera nunca se va a franquear. En cualquier caso, hagan apuestas: ¿caerá otra vez Roma o no volverá a caer?   

jueves, 21 de agosto de 2014

Sal Khan

 
 
Mi amigo Sal Khan me envía el siguiente mensaje:

"Dear Pjechanove,

Some people believe that intellectual ability is purely genetic or fixed.

This is a myth. Research now shows that your brain is like a muscle; the more you apply it and struggle, the more it grows. People who learn to recognize this fact about their own brain develop a ‘growth mindset’ and are able to persevere and achieve more.

At Khan Academy we know abilities are not set in stone because we see people improving radically every day. That’s why today we’re embarking on a mission to help the world realize that if you work hard and embrace struggle, you can learn anything."

Personalmente siempre he creído que una de las mayores estafas que se le puede hacer a alguien es convencerle a edad temprana de que no sirve para los estudios. Es tan cómodo tanto para el interesado como para sus progenitores adoptar una actitud de entrega al destino fatal... total, dicen, como si el saber tuviera algo que ver con la felicidad.

Pues sí, ese es el gran engaño, porque si hay algo en la vida que tenga que ver con la felicidad, cualquier cosa que eso sea, es precisamente el saber. Saber razonar, que es saber relacionar unas cosas con otras y saber el peso que cada una de ellas tiene en esa relación. Comprender el mundo que te rodea y por ello, entre otras muchas cosas buenas, liberarte de miedos absurdos que, si no me equivoco, es la madre de todos los disfrutes. 

Un mundo mejor dicen los vendedores de ilusiones, pues bien, yo les diré como conseguirlo: sólo hace falta que esa admiración que miles de millones sienten hacia Cristiano Ronaldo y similares iletrados sea traspasada hacia personas como Sal Khan. Así de sencillo. Así de complicado.

martes, 19 de agosto de 2014

El fin de la Historia

 
 
Hace unos años un americano escribió un libro al que dio por título "El fin de la Historia". Inmediatamente se organizó un revuelo descalificador capitaneado, como no podía ser menos, por el diario independiente de la mañana, ya saben, el reconocido guardián de las esencias socialdemócratas... claro, el escritor, aparte de norteamericano traía label de neoconservador. Socialdemócrata, neoconservador, ¿qu'est-ce que ça veut dire? Anyway, apostaría doble contra sencillo que los que más opinaron al respecto fueron los menos interesados en leer el libro. Lo de siempre, en definitiva.

Yo, por supuesto, tampoco lo he leído, pero hubo una temporada en la que me harté a ver al autor en todo tipo de entrevistas y debates y, una cosa puedo asegurarles, es un tipo dotado para la comunicación. Todo, o casi todo, lo que le escuché me sonó a razonable, aunque, por otra parte, no eran sino ideas que yo venía de muy atrás presintiendo y acariciando. Quizá desde que tomé conciencia de lo que en realidad había supuesto la crisis de los misiles del año 62 en Cuba. Nada como aquello para alertarnos de que en adelante las chulerías ya sólo tendrían lugar en los pequeños pueblos apartados de la montaña en donde todavía se pelea a navaja. En las capitales del mundo, ya, sólo se juega al póker. 

En eso consiste el fin de la historia, en jugar al póker sin llevar armas al cinto. No por nada sino porque todos los jugadores saben a ciencia cierta que es imposible ser más rápido sacando que el contrincante. Ahora todo es cuestión de rachas. Las tienes buenas o las tienes malas pero siempre a condición de no poderte levantar de la mesa. Las chulerías, por así decirlo, han quedado ya en meros faroles.

Se me vienen a las mientes estos desbarres a causa del mortal aburrimiento que me asalta cada vez que veo un telediario o leo un periódico. Siempre lo mismo: pequeñas historias de lo que pasa en los pueblos perdidos de la montaña. Pequeñas historias para tener entretenida a la gente pequeña mientras la gente grande acondiciona la gran mesa para que de jugar al póquer se pase a jugar al burro. O sea, todavía menos neuronas serán necesarias en adelante.

Oí decir no hace mucho a un tipo realmente grande, un tal Greenspan, que de dos cosas estaba seguro: una que acabará habiendo una moneda única para todo el mundo; dos que él no lo vería. Claro, él es un tipo muy viejo ya. O sea, que es muy probable que los de mediana edad vean llegar ese momento. El camino está trazado. Ayer mismo me enteraba de que hay una cosa que se llama TiSA que se dedica a organizar el tinglado de tal manera que, cuando se hayan culminado todos los acuerdos, los hijos de Pujol ya no tendrán que andar de aquí para allá con las maletas cargadas de dinero. En adelante les bastará un click de su ratón para poner sus rapiñas en cualquier banco de los cincuenta países que entran a formar parte de esa cosa que, como digo, se llama TiSA. Si eso no es acabar con las fronteras, venga Dios y nos lo explique. Y sin fronteras, a quoi bon tantos tipos de monedas.

Sí, la Historia ya no está en manos de la humanidad. A no ser que caiga un meteoro o vengan los extraterrestres ya está todo cantado. Por aquí, en estos países del TiSA, que pronto serán todos, si tienes trabajo, trabajas y te entretienes  y, si no lo tienes, al balneario a aburrirse. Es lo que hay y que nadie se haga ilusiones de que pueda ser de otra forma.

  

domingo, 17 de agosto de 2014

Chorizo de perro

 
 
Ayer al mediodía, en el Paseo Pereda, en medio del tropel de gente, había una señora de mediana edad agachada, con gesto de agriada severidad en la cara, apuntando con su dedo índice a algo y gritando una y otra vez como posesa: ¡¿lo has entendido, no?! Me quedé muy sorprendido cuando me percaté que se dirigía a un perro negro que el que debía ser su marido sujetaba impasible con una correa. En realidad, no sé por qué me sorprendí porque hechos similares es la moneda que con más frecuencia corre hoy día por nuestras calles. Es, se diría, como un empeño desesperado por vivir en la ficción.

Es quizá la ficción a la que hacía referencia el Papa Francisco en su viaje a Corea. Ha alertado sobre la desesperanza que no para de crecer como un cáncer en unas sociedades que parecen muy prosperas pero que están corroídas por la tristeza interior. Luego ha añadido, por aquello de llevar el agua a su molino supongo, que la solución es el evangelio. Digamos que si bien el diagnostico podría tener ciertos visos de certero, la terapia que propone tiene algo de polvos de la madre celestina. ¿Porque, qué demonios es eso del evangelio? Convendría que nos lo aclarase porque hemos visto ya demasiadas diarreas por tratar de curarse con ese jarabe. No sé, quizá haya sido porque no estaba homologado por los guardianes de la ortodoxia.

Desde luego que hay una cosa que es fácil recordar y que nos puede servir de apoyo para iniciar un razonamiento: cuando comer cada día era una tarea titánica a nadie se le ocurría ponerse a hablar con los perros... bueno, el único que les hablaba era Gene el lacero, pero era para trincarles y llevarles al matadero donde hacían chorizos con ellos que luego nosotros merendábamos si es que había suerte, porque por lo general nos daban aquel chocolate que sabía a tierra. Pero éramos bastante felices. Nos comíamos el bocata a la salida del colegio jugando por la calle de la que nos sentíamos dueños absolutos.

Son las paradojas de la vida, que sólo de la agonía brota un cierto bienestar. La agonía de la conquista, del estar consiguiendo algo, del estar avanzando en lo que sea. Del esfuerzo en definitiva. Y el reposo sólo puede ser el del guerrero. Esto es algo que se sabe desde la noche de los tiempos y es el único evangelio posible. Así que quizá sea a esto a lo que se refiere el Papa Francisco cuando preconiza el evangelio como antídoto de lo que llama tristeza interior y que no es otra cosa que el puto aburrimiento inherente a no querer afrontar retos. ¡Vivir tranquilo con todo resuelto! Un oxímoron. Cuando tienes todo resuelto lo normal es que te corroa la ansiedad. Y una de dos, te buscas un problema a resolver o te tiras por un precipicio.

En fin, que cuánto mejor merendar chorizo de perro que no recoger sus caquitas.

miércoles, 13 de agosto de 2014

No kidding. Try writing it

 
 
Encuentro en The New York Times un artículo titulado "Writing Is a Risky, Humiliating Endeavor" (Escribir es arriesgado, un humillante empeño). Como es lógico, y hasta casi natural, de inmediato me pongo a leerlo con interés. Al fin y al cabo, escribir es una de mis pasiones, si no la única que ya me va quedando. En cierta medida es como la droga que estabiliza un desorden neurológico consistente en no saber pensar a pelo. Me asalta un pensamiento, me pongo a darle vueltas y si no utilizo la muleta de la escritura me aturullo y me acaban saliendo por la boca engendros ininteligibles. En realidad, sospecho, es lo que le pasa a la mayoría de la gente que, sin embargo, por lo que sea, prefiere como muleta la conversación que, qué duda cabe, también ayuda mucho a desentrañar entuertos a poco que sea cultivada.

Sigo leyendo: "Michel Leiris, in his essay “The Autobiographer as Torero,” says that the only writing project worth attempting would be one that risked ruining his personal life. Karl Ove Knausgaard, whose multivolume self-portrait triggered several legal threats, talks about the need to court risk, and even shame, then moved his family to the country to protect them from the press."

(Michel Leiris, en su ensayo "El Autobiógrafo como Torero", dice que el único proyecto de escritura que merece la pena sacar adelante es el que pone en riesgo la propia vida. Karl Ove Knausgaard, cuyo voluminoso autorretrato le costó varias demandas judiciales, habla de cortejar el riesgo e incluso la vergüenza, y luego trasladó a su familia al campo para protegerla de los periodistas.)

Hombre, arriesgar la propia vida me parece demasiado. Pero si es verdad que, como sostiene Sostres, escribir es meterse en problemas. Escribir de verdad, es decir, sin cortarte un pelo, es tratar de sacar a la luz los entresijos del alma, los pensamientos que no por más detestables dejan de ser aquellos con los que interpretas la realidad. Tu verdad en definitiva. La que se suele ocultar para tener la fiesta en paz. Y así es que tengo por ahí, metidos en un cajón, unos cuantos tomos rellenos con mis opiniones y andanzas por esos mundos de Dios. Y a veces me digo que les debería sacar a la luz. Me consta que no están mal escritos y tienen su interés porque me lo ha asegurado gente con mucho criterio. Así y todo me resisto porque pienso que pudieran herir alguna susceptibilidad... por más que siempre procuré ser moderado. Pero es que ya saben, a la gente no le gusta que le recuerden lo que tanto se ha esforzado en olvidar. Por lo demás, mis vergüenzas pueden quedar bien al aire sin que se me dé un higa. En fin, ya veremos, quizá algún día de estos. Total, sólo hay que mandarlos a Amazón y ellos se encargan de todo.

Sigue: "A need to speak the unspeakable thing. The very thing you most do not want to say, even to yourself. When someone tells me a bit of my writing was upsetting or depressing or tough to read, I want to say, No kidding. Try writing it."

(La necesidad de hablar de lo que no se debe hablar. La cosa que menos quisieras decir, incluso a ti mismo. Cuando alguien me menciona que mis escritos son tristes o deprimentes o duros de leer, quisiera decirle: No me vaciles. Trata de escribirlo.)

Recuerdo que cuando publiqué un pequeño divertimento sobre mi infancia en el pueblo no tardé en recibir una carta de los hijos de uno de los personajes que había citado poniéndome como chupa de dómine a propósito de mi parcour que razón no les faltaba. Yo no tengo conciencia de haber denigrado a aquel hombre sino todo lo contrario. Pero no hacía apología de él. Contaba anécdotas de su vida que no por más heroicas dejaban de estar teñidas por la cutrería ambiental reinante en la época. Aquellos hijos, sin duda dolorosamente susceptibles, sólo se fijaron en el tinte. Y no les gustó lo que se dice nada. Y ya digo, me insultaron de mala manera. La verdad, me hizo bastante ilusión porque, ya sea para insultarte, ya sea para alabarte, lo  importante es que te escriban. Lo otro es vacilar, generalmente a tus espaldas. Una perdida de tiempo y energía. Y también algo de cobardía.  

   

martes, 12 de agosto de 2014

Replicantes

 
 
Como todo el mundo sabe, la obsesión predominante de todas las autoridades que en el mundo han sido y son no es otra que organizar el ocio de sus súbditos. Impide que se aburran y te perpetuarás en el poder, parece ser su esencial filosofía. Y perdonen que diga súbditos, pero es que no encuentro palabra mejor para designar a las personas que permiten que otros les digan no sólo cómo y cuando se tienen que divertir sino, también, el entusiasmo que deben mostrar al consumar el suplicio... porque es que, como uno cae en la cuenta cuando es demasiado tarde y ya no sirve para nada, si la diversión impuesta no es suplicio, no distrae y volvemos al peligroso aburrimiento.   

Ponerse a filosofar sobre el porqué de que aburrirse sea tan peligroso no creo que merezca la pena porque hasta el más lerdo tiene su propia experiencia al respecto y aunque no esté capacitado para reconocerlo no por eso deja de llevar la procesión por dentro. ¡La de tonterías que se llegan a hacer de las que después lamentarse cuando uno no tiene obligaciones con las que evadirse del tiempo que pasa! Incluso organizar revoluciones a nada que se hayan leído dos libros a los que no se tenía derecho. Una obviedad todo ello de la que cualquier poder constituido, como digo, viene tomando buena nota desde la noche de los tiempos.

Tomando buena nota y exprimiéndose el coco. Y más cuando se da la circunstancia, como es el caso andaluz, de que entre parados, pensionistas y chavales que se corren la clase haya unos porcentajes de probables aburridos que ponen los pelos de punta. Y no por otra cosa ha sido que la Junta que allí gobierna haya decidido que su Consejería de Empleo organice una oficina para la puesta en marcha de un plan de "Modernización y mejora de la calidad del tiempo libre". Un plan que como su propio nombre indica, "constituye un instrumento ágil y estratégico para la Modernización del Tiempo Libre, el cual se basa en una visión integral en la que participan: gestores/as operativos/as (personal del Servicio de Tiempo Libre y de la Red de Centros) gestores/as ejecutivos/as (políticos/as) y ciudadanía." Bien, yo aquí me tengo que preguntar por qué han dejado de lado al ciudadanío... sus razones habrán tenido, supongo, pero me parece un poco injusto.  

Total, que con estas obsesiones andaba hoy no sólo por lo que llevo soportado en lo va de mes sino porque, además, anoche, tras dejar a María en el autobús, en un puro ejercicio de masoquismo, opté por entrar al parque temático intercultural que me han montado a la puerta de casa en sustitución de las ferias que no daban más de sí. Estaba aquello de súbditos que no cabía uno más. Bueno, en realidad debían ser replicantes, aunque estuve mirando por allí y no vi por ningún lado a Harrison Ford. Anyway, fuesen lo que fuesen parecían divertirse. Comían, bebían, había un ruido infernal, humos aromatizados de todo tipo y la densidad adecuada para sentirse anodino. Aquello, la verdad, no podía parecer más moderno... y sin necesidad de ejecutores/as operativos/as, etc.. 

lunes, 11 de agosto de 2014

El triunfo del bien


 
 
Cuando hay guerras por ahí lo primero que hay que hacer es cerciorarse de qué lado está el que te la cuenta. Y, en cualquier caso, pensar que los horrores se reparten más o menos por igual en ambos bandos. Cuando se desatan las pasiones, eso es una guerra, las ideas y los principios no cuentan. Y siempre, por definición, como pasa ahora en Irak, el adversario es un adorador del diablo. Porque, en el fondo, y en la superficie, todas las guerras son guerras de religión. Dios contra el diablo: más viejo que las ventosidades. 

En definitiva, Dios, por mucho que le cueste, siempre acaba ganando porque es más fuerte que el diablo. Más fuerte, o sea, tiene más razón o, mejor si quieren, es más bueno. Así es la lógica implacable que viene rigiendo los destinos del mundo desde sus albores. Y por eso estamos como estamos, lo más seguro mucho mejor de lo que estábamos, aunque nunca podremos saber si no hubiéramos estado todavía mejor si de vez en cuando hubiese ganado el diablo.

Si Aníbal hubiese entrado en Roma, que lo tenía chupado, o si el mando aliado no le hubiese prohibido a Patton seguir hasta Moscú, que también lo tenía chupado, ¿cómo sería el mundo ahora? Me temo que más o menos igual a como es. Porque, seguramente, da igual que unos traten de impedirlo y otros de imponerlo: la liberación del individuo/lobo que todos llevamos dentro tiene su particular paso a paso y a nada que las circunstancias se pongan adversas la dirección se invierte y se vuelve al corderito en busca de Pastor. 

 En fin, que no se me descarríen, no más.

sábado, 9 de agosto de 2014

Catadura

 
 
Reconocerán conmigo que nunca hemos tenido un presidente que sepa zanjar mejor con pocas palabras los debates estúpidos y, en este caso, sobre todo mezquino. Ya saben que tengo por norma no acercarme, ni aún cuando estoy ciego de grifa, a una cadena de televisión española, sin embargo es imposible que no me lleguen los ecos de lo que en ellas se cuece. Por lo visto estos días han tenido lugar en ellas debates a propósito del cura misionero que ha sido repatriado con el virus del ébola dentro del cuerpo. Según me cuentan las ideas allí vertidas por algunos han dejado a la ipecacuana en cosa de niños en cuento a su poder emetizante. Y después, esta misma gentuza, cuando ha visto que tenía la batalla perdida, ha dicho que los gastos del traslado sean costeados por la compañía religiosa a la que pertenece el misionero. Se ha llegado a decir que la idea de cobrar ha salido de las instancias oficiales. Bien, como supongo que ya sabrán, el Presidente ha zanjado el asunto con unas breves palabras apelando al sentido común. No sé de donde ha podido salir semejante insensatez, ha dicho. Podría haber añadido para rematar a los contumaces que este país tiene todos los días una escuadrilla de aviones surcando los cielos para llevar de aquí para allá los órganos que se trasplantan sin preguntar si el donante o el receptor es o no religioso.

Porque estoy seguro de que el hecho de que el infectado sea religioso ha dado un argumento más a los reacios al traslado. Si hubiese sido de una ONG, claro, otro gallo cantara, pero religioso... en fin, pero una cuestión menor en cualquier caso porque lo que ha contado aquí sobre todo es el asunto ese, por así decirlo telúrico, de la gestión del miedo. Pocas cosas hay, desde luego, que mejor signifiquen la catadura moral de la persona que su actitud ante una situación de emergencia colectiva. Es como la raya aquella que trazó Pizarro: a un lado los valientes y al otro los cobardes. O los generosos y los egoístas, lo que viene a ser lo mismo.

Anyway, lo que cuenta es que el gobierno se puso del lado de los valientes y trajo al infectado. Y eso a mí me sirve mucho más que otras cosas para calibrar la grandeza del país en el que vivo. Podré quejarme y criticar sin piedad mil aspectos de la vida cotidiana que me irritan, pero gestos así me sosiegan porque me hacen ser consciente de que en lo realmente importante tengo con quien contar. Ante los grandes retos, no estoy sólo. Doy gracias por ello y, también, so pena de culpabilizarme, pienso que algo deberé hacer para estar a la altura.   

jueves, 7 de agosto de 2014

Egoísmo infantiloide

 
 


Hay una cosa que suelo comentar con los amigos y en la que en términos generales estamos bastante de acuerdo: si en España mejorase el civismo habría pocos países capaces de igualarnos en calidad de vida. Tenemos unos servicios envidiables que no pueden ser sino el resultado de un alto nivel profesional y, por así decirlo, moral, de millones de personas. Hay un poso cultural sedimentado a lo largo de los siglos que se manifiesta al doblar cualquier esquina en el más remoto escondrijo. Por no hablar de los favores concedidos graciosamente por la divinidad a efectos de geografía que hacen que en el apenas medio millón de kilómetros cuadrados que ocupamos tengamos tal variedad de climas y paisajes amén de ventajas estratégicas que no es extraño que tanta gente a lo largo de la historia haya procurado por todos los medios asentarse por aquí. 

Pero, ya digo, ¡ay!, el civismo. La conciencia del otro. La responsabilidad por los propios actos. El respeto de la ley. ¿Cómo estamos en esas cosas? Cómo estamos, claro está, por comparación a otros. A otros a los quisiéramos parecernos en esos aspectos y a otros a los que no quisiéramos. ¿Estamos mejorando al respecto o vamos marcha atrás? He oído de todo y mi opinión es que avanzamos. La sociedad se va protestantizando insensiblemente y cada vez más gente va cayendo en la cuenta de que pagar el IVA le beneficia. Lo mismo que reciclar las basuras. Pequeños pasos si se piensa en lo que se necesita. Grandes pasos si se considera de donde venimos.


De dónde venimos. La cultura que arrastramos. Que piense cada uno las cosas que llegó a hacer sin apenas plantearse su catadura y que ahora, al recordarlo en las horas bajas, se cae el alma a los pies. Yo y mis amigos y mi familia por un lado, y los otros por el otro. En eso se resumía todo. Por así decirlo, éramos todos sicilianos. Y al parar en el semáforo aprovechávamos el interín para vaciar de colillas el cenicero. En el suelo, in the middle of the road a quién le podía molestar. Esa era la filosofía: no ver más allá de las propias narices. Egoísmo infantiloide.

Egoísmo infantiloide que puede alcanzar proporciones de locura y entonces tenemos las clásicas familias Pujol, unas pocas afortunadamente, que están para encerrarlas. Francamente, creo que se les da demasiada importancia y no por nada sino porque al resaltarlas tratamos de hacer pasar desapercibido ese otro egoísmo infantiloide de baja intensidad, como de válvula de escape, que se extiende en sábana por toda la sociedad y que, no nos engañemos, es el que no para de darnos pol saco a todo lo largo del día.

Ya digo, yo es que, como no está bien visto dar tortas, me forraría a poner multas. Porque es que salgo de casa y no he llegado al bar de la esquina y ya me he topado con un montón de listillos que van dejando por ahí sus cagaditas. ¡Qué les voy a decir al respecto que no sepan!

martes, 5 de agosto de 2014

La tonta de la semana

 
 
Por lo visto a Pe, a causa de los comentarios que hizo sobre lo de Gaza, le han nombrado "la tonta de la semana" en un conocido programa de televisión. En los EEUU, claro, que aquí si te descuidas le dan un cum laude en la Complutense que, según me han dicho, tiene un rector comunista o cosa parecida, la cual condición, ya saben, que todo es ver un judío y como que no puede evitar que le apetezca fusilarlo. Bueno, a un judío y a un americano, que para un comunista español donde los haya es muy difícil diferenciar entre esas dos maneras de ser absolutamente despreciables. Y aquí es donde quería llegar yo: ¿por qué ese indisimulado odio?A mi modesto juicio, aquí es donde nos debiéramos parar a reflexionar.

Pe y Bar van a los EEUU y triunfan en la industria cinematográfica que como todos ustedes saben es una cosa mayormente de judíos. Sin embargo, Pe y Bar no pueden evitar decir lo que dicen porque es como si les saliese de los genes suicidarse profesionalmente. Aquí, me digo, tiene que haber tajo para la biociencia. Porque, así, a primera vista, resulta incomprensible que Pe y Bar que han demostrado sobradamente ser gente de talento sean incapaces de aceptar algo tan meridianamente claro como que si se viesen forzados  a escoger entre Israel y Gaza para educar a sus hijos no lo dudarían ni una fracción de segundo... ¿o sí?

He oído decir a algún gitano que lo de los suyos con el flamenco es cosa de la genética. Tiene gracia la cosa. Lo del flamenco y supongo que tres o cuatro cosas más que contribuyen a que estén como están, que es bastante mal por cierto. Es el "porque Dios lo quiere así" de siempre. El maldito fatalismo que bien mirado no es otra cosa que desidia a la orilla del mar. Pe y Bar caen bien a sus amigos de aquí con las cosas que dicen lo mismo que un gitano cae bien a otro si se pone a cantar flamenco, así que, a quoi bon ponerse a pensar. Si en mi ambiente se piensa así, me adapto y tengo la vida resuelta. Pero claro, el problema de Pe y Bar es que si van a la procesión aquí no pueden repicar en América y, entonces ¡what a problem! Hay que desdecirse y a saber lo que van a pensar los amigos de aquí.

En resumidas cuentas, qué demonios es lo que hacen y han hecho los judíos, y americanos, para caer tan mal entre todos los Pe y Bar que en el mundo son y han sido. Porque no me dirán que es por lo que está pasando en Gaza. Hasta el más tonto de los tontos, a no ser que tenga una cosa genética que se lo impida, se tiene que dar cuenta de que Israel está haciendo exactamente lo mismo que haría cualquiera con dos dedos de frente que se viera en semejante situación. No, tiene que haber alguna otra cosa que sería interesante dilucidar. Porque poniendo en una balanza todo lo que han hecho y hacen los judíos por la humanidad juraría que lo positivo se lo lleva de calle. Aunque ahora caigo que, también, a veces, contemplarse en el espejo del primero de la clase resulta insoportable para los mediocres. 

En fin, que me gustaría que alguien me ilustrara acerca de los motivos reales por los que Pe o Bar o Hitler o todos los progres habidos o por haber tienen o han tenido entre ojo y ojo a los judíos.   

lunes, 4 de agosto de 2014

El ruido y la furia

 
 
—¿Qué le saca de quicio, si es que algo consigue desquiciarlo?
 

domingo, 3 de agosto de 2014

Sí o sí

 
 
Me acerco a La Cañía a tomar el café de media mañana y allí me encuentro a Isi leyendo el periódico independiente de la mañana. Ya saben a cual me refiero. Total, que me cuenta Isi que acaba de leer una entrevista en profundidad al nuevo líder de la izquierda, un chico, por cierto, con muy buena planta, lo que no es cosa que debamos pasar por alto. Claro, como decía Critilo, buena planta e inteligencia es difícil que se averigüen*, pero vamos a ver; vamos a darle al muchacho un voto de confianza. De todas formas, por lo que me cuenta Isi con cierta desolación el chaval ya ha empezado a darle fuerte a las frases hechas sin duda ignorando que las suele cargar el diablo. Por lo visto ha dicho que va a cambiar la constitución Sí o Sí. Una pavada atómica donde las haya. Dicho así, los que tenemos un mínimo de comprensión lectora debemos suponer que el tío esta dispuesto a saltarse la ley si la ley pone trabas a sus designios. Si hubiese dicho: voy a intentar por todos los medios recabar los apoyos necesarios para cambiar la constitución. Entonces, claro, la cosa hubiese quedado como muy floja, como de persona que llega sin los arrestos necesarios para sacarnos del atolladero en el que estamos metidos. Porque la cuestión es esa, que los profesionales de la tensión mediática han conseguido convencer a los analfabetos funcionales, que, no se engañen, es un porcentaje muy significativo de la población, de que estamos metidos en un terrible atolladero.

¡Venga Dios y me lo explique! Porque una de dos, o soy yo el campeón del analfabetismo funcional y no me he enterado de nada de toda la historia que he leído, o, aquí y ahora, de estar metidos en algún atolladero es sin duda el más leve de todos los que tenemos noticia desde que existe memoria histórica. No, desde luego que no ha estado acertado el chaval. Un mínimo de experiencia de la vida le hubiese indicado que Sí o Sí, como todas las contundencias, sólo se puede utilizar cuando uno se refiere a cosas irrelevantes. Por ejemplo, si hubiese dicho: me voy a tirar un pedo Sí o Sí. Nada que objetar, oye. Está perfectamente a su alcance y no tiene que vulnerar ninguna ley para cumplir con su palabra. Puede ser de mal gusto, pero, ya saben, para gustos se hicieron los colores.

En fin, no me augura nada bueno el que este payo empiece así, dándoselas de muy industrioso. Y juro por lo más santo que bien quisiera que la dicha izquierda de centro encontrase un líder con capacidades pedagógicas como en su día lo pudo ser González. Porque es que parece no haber mayor desorientación analítica que la que padece esa gente. Así, por ejemplo, tienen una facilidad pasmosa para querer una cosa y su contraria. La cosa que quieren porque es la lógica y su contraria para la propaganda. Y entonces dan la impresión de ser, una de dos, o unos sinvergüenzas o unos idiotas, dos condiciones de las que la gente se aparta de forma natural para ir por lo general a dar a esas entelequias con visos de consecuencia tipo la de "no podemos, pero jodemos". Una degradación moral, en definitiva, de las que se sabe como empiezan, pero nunca cómo acaban.

En resumidas cuentas, que si las cosas no se tuercen este muchacho va a tener tiempo de chupar el banquillo suficiente como para aprender unas cuantas cosas fundamentales antes de que pueda rascar bola... si es que llega a rascarla alguna vez, que ojalá que sí aunque sólo sea por variar. 

*Averigüar. Tercera acepción de la RAE:  Avenirse con alguien, sujetarlo o reducirlo a la razón.

sábado, 2 de agosto de 2014

Dinamita

 
 
Yo ya lo tengo dicho por activa y por pasiva: si se quiere acabar con la estupidez que nos señorea por estos pagos lo primero que habría que hacer es dinamitar todos los sagrados corazones que extienden su mirada benevolente sobre nuestras ciudades. Nunca se llegará a calibrar todo el mal que nos han hecho y el que nos siguen haciendo. Y les diré el porqué: porque exaltan el triunfo de los sentimientos sobre la razón. Y así es como Barden y Pe van y meten la pata con lo de Palestina y luego se tienen que apresurar a rectificar porque alguien del que dependen mucho les ha llamado simple y llanamente idiotas. Y es que la idiotez no es más que eso, el triunfo de los sentimientos sobre la razón.

Es que ver como matan a niños inocentes... pues sí, eso ya lo hizo Herodes y ahora lo conmemoramos gastando bromas todo el día. La cosa, desde luego, tiene guasa. A mí, de todas formas, lo que realmente me enerva es que se utilice a los niños para tapar las vergüenzas de sus padres. Mi elemental capacidad de raciocinio me indica con lugar a muy pocas dudas que si a esos padres les importase un comino sus hijos, esos hijos no se verían como se ven. No hay nada más que ver la alegría con la que los hacen que es que para ellos parece que es como tirarse un cuesco. Cuesco al que luego le ponen una carga de dinamita en la cintura y, ¡ale!, una pensión vitalicia para toda la familia. Paga el Emir de Qatar que, ese, lo mismo le da pel davan que pel darrera, que el caso es estar en todos los ajos.

Porque es que, si bien lo miras, no hay desastre en el mundo que no provenga del triunfo, digamos que obsceno, del sagrado corazón. La capacidad de meter a los sentimientos en cintura es lo único que diferencia al ser humano de los animales. Así que si apelamos a los sentimientos tenemos que saber que nos espera el Serengueti o algo así que, por cierto, no es ni mucho menos el paraíso que decía San Francisco, o Walt Disney, o todos esos animalistas que se les cae la baba mientras hacen como que conversan con sus perros, no, el Serenguiti es el lugar donde el más fuerte se come al más débil y punto. Esos son los sentimientos, el arte de fingir para pescar desprevenido al adversario y clavarle el colmillo en la yugular. "Te seré tan fiel como las más expertas en el arte de fingir", le dice Julieta a Romeo. En fin, esa era la locura con la que le quería.

Pujolismo, peronismo, castrismo y demás ismos, o, si mejor quieren, por los sentimientos hacia el desastre. No hay más que ver en la que les está metiendo estos días la Sra. Kirchner a los argentinos: "Es una pavada atómica decir que hoy entramos en default", ha dicho su canciller económico, Axel Kicillof. Piden dinero y luego, cuando toca devolverlo, llaman buitre al inocente que se lo prestó y no se lo devuelven porque piensan que el sagrado corazón les va a resolver el problema. ¡Una pavada atómica! ¡Ya te digo la que se les viene encima a los argentinos y de rebote a nosotros! Otra oleada de Ernestos Ekaizers y aquí nos suicidamos todos.