Después, por mucho que disfrutase leyendo a Defoe, Stevenson, Dumas y demás, no volví a sentir esa pasión hasta que en la postrera juventud me topé con Baroja. No sabía a qué podría ser debido pero estaba enganchado de forma enfermiza. Me lo debió pegar un compañero de pensión que llevaba más de veinte años haciendo que estudiaba ingeniero de minas. Cada dos por tres se me metía en la habitación para contarme alguna anécdota barojiana o proponerme que nos acercásemos a la Cuesta de Moyano a ver si pescábamos algo sobre el tema. Hace poco, al volver a leer "El árbol de la ciencia" creí resolver el enigma de aquella adicción: allí estaban Nietzsche y Shopenhauer, o sea, justo la medicina que un joven que acaba de salir desconcertado de las salas de disección necesita para no quedarse lelo para los restos.
Y así corría la vida venga a indagar por aquí y por allá a la búsqueda de un posible discurso liberador hasta que con los hastíos de la primera madurez di en caer sobre Bukoswky. Fue un flechazo a primera vista. Un coup de foudre que dicen los franceses. Bueno, quizá llevar en bandolera a Erasmo, Cervantes y gente así me predispuso al enamoramiento. Hay que aprender a vivir esto como lo que es, a saber, nada de nada que no sea la actitud suicida que, en definitiva, no es otra cosa que la embriaguez del presente. Embriagarse recurriendo al jarro o por medio de la lucha a muerte contra lo que sea, sobre todo contra la estupidez que es lo que más pone. Lo demás, proyectarse hacia el futuro y tal, para los muertos vivientes.
Por lo demás reconozco que la compañía de Houellebecq me está aliviando mucho la pesada carga de estos postreros años. Cuando veo los gustos y las ideas que predominan a mi alrededor y empiezo a sentirme incómodo no tengo más que acercarme a su obra para recuperar el tono. Nadie que yo sepa cuenta tan sin tapujos de qué materiales caducos se compone el presente que nos ha tocado vivir. En fin, ahí tienen esa película que tanto va a dar de qué hablar y que les recomiendo que vean, L´enlevement de Houellebecq. Después hablamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario