Afortunadamente ya va de retirada y, como no podría ser de otra forma en un iletrado, haciendo el ridículo. Han sido unos años apestosos: entrases al restaurante o bar que entrases a comer un fin de semana tenías que tragarte el sonido exasperante de las carreras de coches. Un día María le pidió a un camarero de un bar de Los Corrales de Buelna que si por favor podía bajar el volumen. El tipo se revolvió como si le hubiesen puesto una pica en la cerviz. !Es que es Fernando Alonso! Por supuesto no bajó el volumen y nosotros nos fuimos de su comedor desierto. Pues bien, parece ser que el tal Fernando ya hace tiempo que no gana nada porque, sencillamente, se le ha pasado el arroz. Pero como español principal que es, y no sé si también honrado, la sostiene y no la enmienda con lo que, como digo, no para de hacer el ridículo.
No hace mucho escuche una entrevista en Blomberg al que es considerado el pope de toda la teoría que hay alrededor del coche. Sostenía que hace mucho ya que la Fórmula 1 es un anacronismo que no aporta nada a la innovación tecnológica. De continuar, sostenía, tendría que ser de coches eléctricos, aunque a eso le auguraba poco futuro por el poco ruido que meten este tipo de coches. El nivel intelectual de las personas que acuden a los circuitos, argumentaba, se compagina mal con lo silencioso.
Sea como sea, el Fernandito de los cojones ya no gana una y yo que me regocijo porque esos domingos que salimos en bicicleta y recalamos en cualquier bar de carretera a comer ya no hay que tragarse carreras. La gente de este país tiene una muy particular manera de relacionarse con el héroe. Así, lo mismo que le levanta a cimas siderales cuando los vientos soplan favorables, le hunde hasta los infiernos de la denigración a nada que se revire la fortuna. Es la ley de la chusma que no perdona.
Pero lo mejor y más ejemplarizante de todo esto es la manera en que Fernandito está llevando a cabo su retirada de los podios: echando la culpa a todo el mundo con tal de no reconocer que la digestión del éxito le ha vuelto fofo. No hay más que verle haciendo por ahí a todas horas de señorito advenidizo. Quiera Dios que no se mate en una de esas o le quede un rostro a lo Niky Lauda.
En fin, no se a cuento de qué les traigo a colación tales historias. Quizá es que anoche, cuando salí a dar mi cotidiano paseo nocturno por la corniche, me vi sorprendido por la mayor explosión de decibelios que nunca pude imaginar. Era una especie de mascletá valenciana pero que se prolongaba en el tiempo. Cientos de camiones pesados, ataviados para la ocasión, recorrían la corniche haciendo sonar sus bocinas como si nos quisieran anunciar algún tipo de epifanía. Yo ya no sabía que hacer salvo alejarme con las palmas de las manos tapando los oídos... y pensando que no será porque el Gran Ortega no nos lo haya advertido con la suficiente antelación: las masas se revelan con la sola finalidad de hacer la vida imposible a quienes albergan pretensiones de individualidad.
Ya digo: volar.
domingo, 29 de marzo de 2015
sábado, 28 de marzo de 2015
Mensaje al Alcalde
Esta mañana he recogido del buzón una carta del Ayuntamiento en la que me exhortan a ir a hacerme pruebas médicas por ser viejo y vivir en una ciudad de las que forman parte de la Red de Ciudades Saludables. Así, como se lo digo.
¡Van daos!
Por otro lado, se da la circunstancia de que, aquí al lado, en la explanada que hay junto al campo de fútbol, han montado este fin de semana un espectáculo troglodita: unos camiones gigantescos aceleran y derrapan dejando un reguero de humos pestilentes y sonidos chirriantes de los que taladran el cerebro.
Total, que aunque tengo claro que lo suyo es vender esta casa y volar no por eso, me he dicho, me voy a quedar de brazos cruzados. Me he puesto al ordenador, he abierto la página del Ayuntamiento, he ido a la sección de sugerencias del ciudadano y he redactado el siguiente mensaje que luego he enviado:
Area: Medio Ambiente.
Como su propio nombre indica supongo que son ustedes personas preocupadas por el medio ambiente. Así es que se lo señalo por si no se han enterado. Hay este fin de semana un evento junto al campo de fútbol que hasta la más obtusa de las mentes puede comprender que atenta contra todos los principios de un medio ambiente saludable. Sin duda, alguna sección del Ayuntamiento ha permitido semejante homenaje a la burricie. Comprendo que hay que permitir expresarse a las capas menos evolucionadas de la población, pero se les puede acondicionar un espacio en donde no molesten a nadie o, en su defecto, a las puertas de la casa del Sr. Alcalde. En qué quedamos, no esta incluida Santander en la Red de Ciudades Saludables y Smart por demás. Pues bien, permitiendo este tipo de eventos que llenan el aire de ruidos y sustancias nocivas lo que hacen ustedes es oficio de incompetencia y, por qué no decirlo, de maldad. Por qué se ceban ustedes de esta manera con esta vecindad que, por cierto, seguro que es la que más impuestos paga y sobre todo, la que más utiliza la cabeza en sus trabajos cotidianos. Acaso no conocen ustedes el poder del silencio como como fuerza creadora de actividad económica. Tenemos derecho a que se repartan las cargas por toda la ciudad y no como es ahora que tenemos que sufrir más de cuatro meses de exaltación de mal gusto a las puertas de nuestras casas.
Les voy a pedir un favor. Cojan, agarren el ordenador, vayan a la página del Ayuntamiento y envíen un mensaje al Alcalde diciéndole todas las lindezas que se les ocurran al respecto de esta exaltación de los gustos de la chusma. Porque así, al menos, las quejas caerán donde está la causa primera de nuestros males que no es otra que la incompetencia y zafiedad de las autoridades. Yo no sé si servirá para algo, aunque pienso que sí si hay una cierta masa crítica. En cualquier caso es liberador soltar cuatro frescas en la cara del necio engreído que es de lo que está dando muestra nuestro Alcalde al permitir semejante estupidez.
viernes, 27 de marzo de 2015
El Sacrificio
Personalmente acepto la versión oficial porque entre otras cosas es la que mejor casa con mis intereses. Pero comprendo que hay aquí material más que de sobra para poner a trabajar la mente de los propensos a la conspiranoia. Demasiado cúmulo de coincidencias para un final feliz para los ya felices. Los resentidillos de siempre no lo van a poder soportar y no les van a faltar elementos para redondear su teoría. Descargar sobre quien ya no se puede defender, el copiloto, toda la culpa debiera ser cuanto menos una simple presunción y nunca una certeza ya demostrada. Porque, ¿quién ha analizado y cómo esas destartaladas cajas negras? Podemos suponer a los lobbies concernidos merodeando a la puerta de los despachos con sus carteras llenas de billetes de quinientos. Es una bonita estampa para una imaginación recalentada.
En cualquier caso lo que cuenta es el relato que queda. Como en las más primitivas inculturas hemos ofrecido a los dioses una generosa cuota de víctimas a cambio de que nos dejen seguir con nuestros juegos. Como todo sacrificio resulta eficazmente conmovedor y, a la vez, efímero para el que se libra. Apenas unas horas y ya sólo queda el recuerdo de los aspavientos que hacen las autoridades cuando se humillan ante la diosa Masa... la única, quizá, a la que todavía no se le ha perdido del todo el respeto.
jueves, 26 de marzo de 2015
Infalibilidad
A veces me pregunto si no será que estoy viviendo en Macondo. Llueve y llueve y llueve y nunca deja de llover. Es lo más parecido a una maldición divina y sin embargo los próceres de la patria no vienen a consolarnos como sería su obligación sobre todo en periodo preelectoral. Se ve que ellos no lo ven así. Para ellos maldición divina es que a un avión le falle el tren de aterrizaje, el sistema de presurización o lo que sea que de con él contra una cadena montañosa. A mi juicio se equivocan. Supongo que la cosa empezó cuando los putos curas empezaron con lo de la infalibilidad del Papa. Hay que ser absolutamente cretino para albergar la pretensión de que algo humano puede acceder a la categoría de divino. Pues bien, ahora estos putos políticos hacen como si sólo la intervención malvada de los dioses puede justificar un fallo en la infalibilidad de la técnica. Y, entonces, se revisten de chamanes y van al lugar de autos a oficiar una ceremonia expiatoria. ¡Y luego dicen que el sentido religioso de la vida ha muerto en occidente! Al respecto, estamos en donde estábamos y presumo que tenemos the god delusion para rato.
La técnica, al parecer, según los políticos, sirve para todo menos para que deje de ser infalible lo de llover en Santander. También es mala pata. Ni siquiera me sirve de consuelo aquella condicional que en su día lanzara el genio catalán Eugenio d´Ors. Dijo que todos los males de España se solucionarían si se pusiese a llover y no parase en tres años. Suponía él que la gente, forzada a estar en casa y por aquello del letal aburrimiento que tal obligación produce en el español normal, tarde o temprano, tratando de liberarse un poco, caería en el nefando vicio de la lectura al que él atribuía virtudes salvíficas. Mucho suponer en cualquier caso, seguramente por falta de experiencia. Si en vez de en Barcelona hubiese vivido aquí nunca se le hubiese ocurrido decir tal cosa, por lo menos en lo que hace a la premisa. No tres sino cien lleva lloviendo aquí y la gente saca a pasear el perro, coge olas, toma vinos, mete ruido, lo que sea, con tal de no agarrar un libro. Y por otro lado, lo de las virtudes salvíficas habría que matizarlo, que ya nos advirtió el sabio Nosequién de los perversos efectos de la lectura compulsiva, sobre todo si se da en el pequeña provincia, que produce una forma de erudición que deja estéril el cerebro para el razonamiento útil.
En resumidas cuentas, que una cosa es lo que está en nuestras manos y otra es lo que no esta y eso nunca va a cambiar vayan o no vayan las autoridades al lugar de la catástrofe a elevar rogativas a los dioses. Así que lo único que nos queda por hacer es aprender a distinguir y luego obrar en consecuencia. Porque, donde esté el secano que se quite todo lo demás. Sobre todo si te gusta andar en bicicleta.
miércoles, 25 de marzo de 2015
Le droit ou plaisir
Pues bien, anoche escuché otra cosa que por lo menos para mí es bien chocante. Resulta que por varios países de Europa, España incluida, hay una profesión debidamente reglada por las leyes que consiste en estar capacitado técnicamente para proporcionar placer sexual a las personas discapacitadas. El derecho al orgasmo como decía con la impavidez que la caracteriza Élisabeth Quin mientras en una pantalla que hacía de fondo un profesional practicaba una felación a una señora en silla de ruedas. Bueno, no creo que uno se pueda considerar como muy pacato, pero tengo que reconocer que estas cosas me producen un cierto escalofrío por la espina dorsal. El sexo como algo puramente mecánico, es decir, sin ese punto de irracionalidad que le da la atracción animal, la verdad, no alcanzo a comprenderlo, aunque, claro, no por ello dejo de reconocer que son las circunstancias de cada cual las que condicionan las entendederas. Me hubiese visto yo postrado y hubiera considerado un derecho inalienable la prestación por parte del Estado de los más conspicuos servicios.
En fin, sea como sea, lo innegable es que en este occidente que vivimos hay algo como de utopía final. Es todo tan sofisticado que a veces se hace indistinguible lo que son triunfos de lo que son monstruos de la razón. Así, no es mucho de extrañar que haya gentes venidas de afuera que miren, vean bajo su prisma, se vuelvan locos y se pongan a matar. Supongo que es el peaje que hay que pagar por querer parecerse a los dioses. Al fin y al cabo, Prometeo nunca se fue.
martes, 24 de marzo de 2015
¡Leches!
Según mi particular punto de vista todo el mundo es en alguna medida vanidoso. Luego está lo que a cada uno se le nota. Supongo que es fácil disimularla cuando uno ve colmados sus anhelos de trascenderse. Si no lo consigues, es natural que insistas por caminos torcidos que te delatan. En cualquier caso lo más probable es que algo haya de verdad en aquella boutade que en su día lanzara Oscar Wilde, que la humildad es para los hipócritas y la modestia para los incompetentes.
Bien, lo dicho por un lado, por otro está lo que todo esfuerzo del tipo que sea tiene de ayuda a constituirse como individuo libre y autónomo. Es por la misma lógica que la molicie convierte a los individuos en esclavos de mil pasiones absurdas. No hace falta haber mamado a los pechos del Padre Astete para saber todo lo que hay de verdad en esa lógica. Basta echar una ojeada a la propia experiencia para confirmarlo. Así es que para mí lo de escribir este blog, vanidad aparte, es una muleta que me ayuda a caminar más o menos erguido a estas alturas de la vida. No es poco, desde luego. Escruto el mundo que me rodea, mantengo conversaciones, recuerdo viejos tiempos y todo ello es motivo de vagas sugerencias que trato de concretizar por medio de la reflexión que es la escritura. No es que uno piense que ande acertado, aunque eso sea lo que se pretende, pero al menos en lo que se expone tiene que haber una cierta coherencia que de sentido a lo escrito porque de lo contrario ni esas treinta visitas diarias, de amigos y allegados, bien sure, tendría. Treinta que satisfacen mi vanidad y me impulsan a persistir.
Y así las cosas, voy ayer por la noche y se me ocurre mirar las estadísticas. ¡Leches! 254 personas me habían visitado a lo largo del día. No me lo puedo explicar. Si me descuido voy a reventar como la rana porque no estoy preparado para soportar la fama. En fin, algo puntual supongo relacionado con confluencias coyunturales. Es lo que tiene exponerse.
lunes, 23 de marzo de 2015
La yenka
Traigo esto a colación porque el otro día apareció un artículo en ABC de un reputado intelectual francés arremetiendo contra los partidos de centro. No se puede ser de centro, argumentaba, porque por definición una persona es de izquierdas o de derechas. Muy francés, por cierto, porque no hay debate ni entrevista en un medio francés en el que no se empiece por etiquetar políticamente a cualquiera que ose abrir la boca. Claro, al tal artículo se le veía el plumero de lejos por muy bien escrito que estuviese, que lo estaba. Era artillería pesada del Partido popular disparando contra el nuevo partido Ciudadanos que se dice de centro y amenaza con robar votos a los que se dicen de derechas.
Venía a sostener el articulista que de derechas es el que prefiere que primen los intereses del individuo sobre los de la colectividad y de izquierdas lo contrario. Así, a primera vista, parece un buen sistema para diferenciar, pero a nada que lo piensas le encuentras la pata que cojea que no es otra que la de la generalización. Como cuando se dice, los franceses tal, los americanos cual y no te digo ya los catalanes que a esos se les considera unidad de destino donde las haya. La realidad es bien distinta: todas las personas prefieren que prime lo individual para lo que le conviene y lo colectivo para lo que le conviene también. Y si no que se lo digan a según quien de derechas cuando se trata del tema del aborto o la eutanasia. Entonces, todos a una como Fuenteovejuna y, si no, mato si es preciso. De los de izquierdas ya ni hablo porque so capa de buen corazón chupan la calefacción al vecino que la enciende, la sanidad al que paga una mutua, la educación al que lleva a los hijos a un colegio privado y todo para poder seguir yendo a tomar el aperitivo todos lo días y rodear el mundo una vez por lo menos al año y cosas por el estilo que son la quintaesencia del ande yo caliente y jódase la gente. Eso sí, luego tienen la desfachatez de decir que la educación y la sanidad privada son indecentes o, lo que es lo mismo para ellos, de derechas. Lo mismo que presumen de listos por calentarse en invierno a costa de los vecinos de arriba y abajo. No pueden entender que todo ello no es más que las preferencias de cada cual a la hora de gastar su dinero.
En fin, no creo que merezca mucho la pena darle más vueltas. Derecha e izquierda se mire por donde se mire son dos palabras que sólo sirven como referencia espacial. Y la política es una cosa más bien temporal. Todo cambia con el tiempo, sobre todo las circunstancias de las personas y, así, según nos vienen dadas votamos a unos o votamos a los otros. Por así decirlo, la mayoría bailamos la yenka y, luego, los pobrecillos, miran con envidia mientras siguen bailando a lo agarrao.
domingo, 22 de marzo de 2015
Del palillensis al bobo
Por la noche ya, desde mi trono de jerife, me enfrasqué en la contemplación de Bibliotheque Medicis. Se presentaba esta vez a un grupo de triunfadores en el campo de le numérique. Le numérique es como los franceses llaman a lo digital. La informática para que nos entendamos todos. De los seis debatientes cinco no sobrepasaban l0s treinta y el otro, de edad mediana, era el CEO del centro de investigación que Orange, multinacional francesa, tiene en Silicon Valey. El moderador, el carcamal Elkabbach, a vueltas como siempre con la patria chica, como si de una forma consciente quisiera resaltar el contraste con la gente que ya dio el salto hacia la patria global. Es lo que tiene lo digital que es como aquel perrito del viejo chiste que saltaba las montañas, cruzaba las fronteras y se limpiaba el culo con la bandera.
El mundo que viene, que ya está aquí, que habla el lenguaje de los ordenadores, el más universal. Para absolutamente todo, hasta para que te arreglen la persiana en un visto y no visto. De aquí y de allá, de derechas y de izquierdas, rubio o moreno, alto o bajo, todo da exactamente igual menos comprender o no ese lenguaje. Un salto cualitativo en la evolución de la especie. Del homo palillensis al homo bobo.
En fin, no tengo ni idea de quién va a ser el que en el futuro se va a encargar de arreglar las persianas atascadas. Quizá la respuesta es que no habrá persianas porque, en realidad, ¿para qué sirven?
viernes, 20 de marzo de 2015
Miopía
Yo no sé si para ser cocinero de postín será o no será de obligado cumplimiento la condición de miope, pero todo parece indicar que sí. De otra manera no se comprendería el porqué de esa necesidad de acercar el rostro con todos sus orificios excretores a menos de diez centímetros de los alimentos en preparación. Es esta proximidad una cosa a la que no parece dársele la menor importancia, hasta el punto de pasar inadvertida para los expertos de lo exquisito, pero se mire como se mire es una verdadera asquerosidad. Pienso yo que si tanta precisión necesitan, cosa que tampoco entiendo, al menos podrían hacer como los relojeros o cirujanos de precisión que se colocan un artilugio de aumento de la imagen delante del ojo para poder realizar su tarea guardando una distancia decorosa con el objeto manipulado.
Este negocio de la restauración es bien curioso. En principio parece ser el único oficio para el que cualquier español se siente preparado. Así fue que a principios de los ochenta, cuando mandaron a tantos obreros industriales a sus casas con una cierta indemnización, gran número de ellos optaron por emplear ese dinero en montar un negocio hostelero. Así, de la noche a la mañana, en la manzana en la que por entonces vivía en Barcelona, los bares pasaron de uno a diez y, todo hay que decirlo, si uno era malo el otro era horroroso. Pero pasaron los años y no cerraron y, hoy, siguen allí igual de malos y regentados por chinos en la mayoría de los casos.
La cuestión es que algo que parece tan sencillo como es dar de comer no lo es en absoluto si nos atenemos a la experiencia. Dar de comer, quiero decir, con una cierta cierta clase y a un precio razonable. Una cierta clase, eh ahí el nudo gordiano de la cuestión. ¿Qué significa cierta clase para la inmensa mayoría de la gente? ¿Acaso "Ornamento y delito" fue alguna vez un best-seller y menos en nuestro país? Aquí, por lo general, la sencillez, o el minimalismo, son sinónimos de pobretonería y tristeza. Cuando más llenos estén los espacios de todo lo habido y por haber y con más intensidad se ataque a todos los sentidos desde todos los ángulos mejor que mejor para sentir la plenitud de la vida que se dice. Es la desgracia de la sancta simplicitas, creer que te estás salvando cuando estás labrando tu propia condena.
La gente con escasa cultura, como esos cocineros de postín y su corte de adoradores, cifran su prestigio en la supuesta sofisticación del barroquismo. Su pretendido mérito es hacer endemoniadamente complicado lo que por naturaleza es elemental. Su mezquino entendimiento les hace creer que un garabato de vinagre reducido, o sea, con un gasto superfluo de energía, alrededor de la lechuga es sinónimo de buen gusto y calidad. ¡Oye! Si para hacer ese garabato se necesitase echar mano del cálculo infinitesimal no digo que la cosa no tendría entonces su aquel. Pero, no, es todo innecesario más allá de que la lechuga esté fresca y el vinagre sea de cierta calidad. Y eso, como es obvio, no sirve para los mentecatos que buscan su diferenciación de los demás por métodos que no requieren como les decía del dominio del cálculo infinitesimal o cosa por estilo que exija el previo desgaste de los codos.
Para que nos entendamos, una cosa sencilla como es cocinar requiere para salir bien que lo haga una persona consciente de esa sencillez. Hay que partir del principio de que cuando alguien está reconciliado con la vida y hace unas cuantas horas que no ha ingerido alimentos suele ser muy poco exigente con la comida. Así que lo único que hay que cuidar entonces es el postpandrio, o sea, que la metabolización de lo comido sea lo más silenciosa posible. Es decir, alimentos de proximidad y temporada poco elaborados y en cantidad contenida y aquí se acaba toda la ciencia. Lo demás, como todos los barroquismos, pura miopía.
jueves, 19 de marzo de 2015
Delfos
La negra premonición, por ejemplo, que nos acaba de lanzar el oráculo Houellebecq en su novela "Sumissión". Su sombra planea inmisericorde sobre multitud de debates que se dan en el país que se autodefine como "de las luces". Un boutade dicen los templados. Una mamarrachada asesina aseguran indignados los de la izquierda redentora siempre tan amantes de la libertad individual. No hagamos la amalgama claman los correctos de la política. Pero un día tras otro nos llega la noticia de que se ha ascendido un nuevo escalón. Entonces, se lanzan los gritos de rigor y para nosotros pensamos que no hay mal que por bien no venga: los ingresos por turismo se incrementarán.
Un escalón tras otro, y ya nos vamos acercando al cielo. Haremos al final lo del protagonista de Sumissión que no es otra cosa que una puesta a punto de la filosofía hippy-sesentaiochera: ¿si nos invaden los rusos, qué haréis? Si nos invaden los rusos, pues aprendemos ruso y Santas Pascuas. Dame pan y llámame alfombra, en definitiva.
Si, creo que nos debiéramos tomar más en serio este eclipse y también las tonterías de los que, so capa de dignidad, no anhelan otra cosa que la sumisión para todos. Los dioses nos lo están advirtiendo.
sábado, 14 de marzo de 2015
Canicross
El canicross se pone de moda en Cantabria
Cuando andábamos por la edad tonta, que, por cierto, nos duró muchísimo, nos hacía mucha gracia lo que le había dicho un policía a uno de entre nosotros cuyo padre también lo era: "hijo, para ser policía hay que saber las cuatro reglas y tener mucha personalidad; sobre todo mucha personalidad".
Quizá fuera interesante analizar, al respecto, tres cosas: primero, qué se quería decir cuando se decía personalidad; segundo, por qué nos hacía tanta gracia lo dicho por el policía; tercero, por qué ha caído en desuso la palabra personalidad.
Si no ando equivocado, cuando se le achacaba a alguien tener personalidad era porque se distinguía de los demás en el buen sentido, es decir, por su originalidad, por pensar por sí mismo, por su recto proceder, por no dejarse llevar por la corriente imperante. Lo contrario era el chisgarabís, el veleta, el que siempre andaba por ahí siguiendo las modas y dispuesto a contaminarse de la calidad de los elementos con los que se topaba.
Sin duda, lo que nos hacía gracia era que el policía considerase bastante irrelevante la formación, algo mensurable, ante algo tan difícil de evaluar como la personalidad. Formación versus buen sentido, ¡menudo dilema! Sin embargo nosotros lo teníamos claro, lo de la personalidad era el camelo para justificar que no se tenía lo que había que tener. ¿O es que acaso no es la formación uno de los pilares del buen sentido? Sin formación el buen sentido es el que marca la tendencia dominante que, para aquellos policías, no era otra que aplicar garrotazos a todo lo que se enfrentase al poder en plaza... poder que, por cierto, en aquellos tiempos, se mantenía en pie a duras penas gracias a los desvelos de los intensivistas del Hospital de la Paz. Efectivamente, era todo de chiste.
El caso es que ahora, que yo sepa, ya no se dice lo de tener mucha personalidad. Quizá se haya sustituido por lo de la inteligencia emocional. O sea, a lo que siempre se dijo saber controlarse. Sin duda es una virtud valiosa donde las haya y nunca se podrá saber en qué medida viene dada por la gracia de Dios o es producto de la educación, pero podemos suponer que sin la una o la otra no se llegaría muy lejos.
No sé, en fin, porque todo lo relacionado con la psique es tremendamente escurridizo, pero una cosa es evidente, hay personas que tienen una tendencia natural a apuntarse a lo que está de moda y otras que no tanto. Quizá tenga que ver con la autoestima de cadaquién. Unos la labran de una manera y otros de otra. Yo dudo que recurriendo al canicross consigas mucho, pero quizá merezca la pena intentarlo. Voy a ver.
Quizá fuera interesante analizar, al respecto, tres cosas: primero, qué se quería decir cuando se decía personalidad; segundo, por qué nos hacía tanta gracia lo dicho por el policía; tercero, por qué ha caído en desuso la palabra personalidad.
Si no ando equivocado, cuando se le achacaba a alguien tener personalidad era porque se distinguía de los demás en el buen sentido, es decir, por su originalidad, por pensar por sí mismo, por su recto proceder, por no dejarse llevar por la corriente imperante. Lo contrario era el chisgarabís, el veleta, el que siempre andaba por ahí siguiendo las modas y dispuesto a contaminarse de la calidad de los elementos con los que se topaba.
Sin duda, lo que nos hacía gracia era que el policía considerase bastante irrelevante la formación, algo mensurable, ante algo tan difícil de evaluar como la personalidad. Formación versus buen sentido, ¡menudo dilema! Sin embargo nosotros lo teníamos claro, lo de la personalidad era el camelo para justificar que no se tenía lo que había que tener. ¿O es que acaso no es la formación uno de los pilares del buen sentido? Sin formación el buen sentido es el que marca la tendencia dominante que, para aquellos policías, no era otra que aplicar garrotazos a todo lo que se enfrentase al poder en plaza... poder que, por cierto, en aquellos tiempos, se mantenía en pie a duras penas gracias a los desvelos de los intensivistas del Hospital de la Paz. Efectivamente, era todo de chiste.
El caso es que ahora, que yo sepa, ya no se dice lo de tener mucha personalidad. Quizá se haya sustituido por lo de la inteligencia emocional. O sea, a lo que siempre se dijo saber controlarse. Sin duda es una virtud valiosa donde las haya y nunca se podrá saber en qué medida viene dada por la gracia de Dios o es producto de la educación, pero podemos suponer que sin la una o la otra no se llegaría muy lejos.
No sé, en fin, porque todo lo relacionado con la psique es tremendamente escurridizo, pero una cosa es evidente, hay personas que tienen una tendencia natural a apuntarse a lo que está de moda y otras que no tanto. Quizá tenga que ver con la autoestima de cadaquién. Unos la labran de una manera y otros de otra. Yo dudo que recurriendo al canicross consigas mucho, pero quizá merezca la pena intentarlo. Voy a ver.
jueves, 12 de marzo de 2015
La sonette d´alarme
Les cuento estas cosas, no porque esté hasta el gorro de todas las militancias en general y de la feminista en particular sino porque creo conveniente tirer la sonette d´alarme sobre ciertos aspectos demoledores referentes a la manera en que se está educando a los niños. Bien es verdad que estoy muy sensibilizado con estos temas a causa de que mi chica, que ejerce de maestra en un colegio público, se encuentre totalmente sobrepasada por las dificultades que tiene que enfrentar sin que, a mi juicio, sepa muy bien por donde le llegan los tiros. Porque el caso es que hace dos años casi sólo tenía niñas en clase y le iba tan bien que hasta le llegaron felicitaciones de las instancias superiores. Sin embargo, estos dos últimos años, casi todos son niños y, la pobre, está que ya no puede más y se ha visto precisada a pedir varios recesos. Y yo que, de rebote, me lo tengo que tragar todo.
Tirer la sonette d´alarme es lo que ha hecho un tal Stéphane Clerget, psiquiatra infantil de profesión, que ha escrito un libro titulado "Nos garçons en danger" y que, por tal, fue entrevistado anteayer en el programa 28´de la cadena ARTE. Les puedo asegurar que hacía mucho que no veía una entrevista en la que el entrevistado pusiese a los entrevistadores tan en su sitio con elegancia, pero también con severidad. Arrete de fer la caricature, cortó en seco las gracietas de las dos feministas que no parecían sentirse muy a gusto con los fundados argumentos del doctor. Es lo que tiene enfrentar los tópicos de las militancias al rigor de la ciencia, que inevitablemente cruje.
Hechos concretos: ochenta y cinco por ciento de los enseñantes de primaria son mujeres; el fracaso escolar con su secuela de trastornos mentales, delincuencia y suicidios, es más del doble mayor en niños que en niñas; la pubertad de las niñas se adelanta dos o tres años a la de los niños; hay una explosión de las capacidades cognitivas ligada a la impregnación hormonal de la pubertad, dado lo cual, es irresponsable mantener la educación mixta en las materias ligadas a la comprensión lectora; la educación tiene un componente de empatía, o modelos a imitar, por lo que es difícil que los niños puedan aprender a canalizar sus naturales impulsos de combate a través del contacto continuo con modelos femeninos... en fin, un montón de bien fundadas razones para poder comprender que las buenas intenciones igualitaristas socialdemócratas nunca serán eficientes a la hora de doblegar a la biología. Hay muchas cosas que se están haciendo mal por la pura necedad de creer que se es mejor persona si se niegan realidades.
En definitiva, que la cosa no es tan sencilla como se creen algunos. Sobre todo, ya digo, los socialdemócratas y demás ilusoresentidos. La biología es la biología y, una de dos, o te pliegas a ella o te la pegas.
Coda.- ¿Conocen a alguna feminista que no diga ser de izquierdas? Miel sobre hojuelas.
martes, 10 de marzo de 2015
La piñata
Uno se pasa la vida tratando de afinar los instrumentos de los que nos valemos para mejorar esa percepción. Pensamos que lo conseguimos informándonos, contrastando opiniones, estudiando cálculo, etc., y a la hora de la verdad es el vago del pueblo el que más acierta porque no tiene restricciones intelectuales a la hora de dejarse llevar por la pura intuición. Todo esto, en verdad, es muy extraño y da mucho en qué pensar.
El caso es que, si bien se mira, todo este tinglado que llamamos sociedad no es otra cosa que la incansable lucha que se traen los unos por influir con sus trucos en la percepción que tienen los otros de la realidad. Cuanto más convenzo de que el mundo es como me conviene, mejor vivo y, de ahí, que no sea cosa de andarse con muchos remilgos. Así nace el arte de pintar las conjeturas para que parezcan hechos y de amputar los hechos para dejarlos en simples conjeturas. Hay ejércitos de mercenarios que viven divinamente de practicar esas artesanías a beneficio del mejor postor. Y, en situaciones como la que se avecina, de elecciones y tal, la guerra de manipulaciones es total. Nadie se puede parar en mientes por razones de tipo ético o similares porque lo que está en juego es la manutención de la prole afín.
Pues bien, lo realmente sorprendente de todo esto es que, sabiéndolo como lo sabemos, nos pasemos el día leyendo periódicos, comentando chascarrillos, mirando telediarios, y cosas por el estilo sin el menor interés. Porque esto es exactamente igual que el fútbol y no hay otra: ganan los equipos que tienen mayor presupuesto y, por tal, puede contratar a los mejores mercenarios. O sea, que la cosa en su conjunto no tiene el menor interés.
¡Espabilemos amigos! Organicemos una excursión por el campo con paradas para repostar y dejémonos de mandangas.
sábado, 7 de marzo de 2015
¡Qué muhe!
Pues bien, después, como cualquiera, he visto películas tratando del tema que siempre me han aburrido. Que si el Ala Este, que si el Ala Oeste de la Casa Blanca, nada nuevo en definitiva. Toda ambición es fáustica por naturaleza, pero si uno no percibe al diablo, como en Breaking Bad, por poner un ejemplo esclarecedor, su relato es un verdadero rollo. Como todas esas historia de mafia que tanto se parecen a las de nazis y a las de perros, en donde todo gira alrededor de la lealtad ciega. No se aprecia la menor chispa de inteligencia en eso y, por tanto, de diablo matando moscas con el rabo.
Y en esas estando llegó "Borgen". ¿Por donde asoma el diablo en esta serie para que me tenga tan enganchado? Llevo tres días durmiendo cuatro horas porque no puedo soportar la idea de estar en la cama mientras la pasan por ARTE. El magnetismo de esa mujer. Ambición e inteligencia: el arte de la guerra. No en vano menudean las sentencias de Sun Tzu. Nada nuevo, salvo quizá, que en este caso Lady Macbeth ejerce el poder sin marido interpuesto. Quizá es lo perfecto. Rajoy lo ha comprendido y ha elegido a dos ladys para bregar por Madrid. Porque todo es al revés de lo que parece: las que llevan en los genes la ambición del poder son las mujeres y no los hombres. Sólo hace falta, eso, poner a un lado a sus maridos para que su energía se muestre en todo su esplendor. A lo mejor, pienso, tiene que ver con eso que ahora los cursis llaman inteligencia emocional. O sea, hablando en plata, capacidad para controlar las emociones por medio de la razón. Dicho de otra manera, ser frío como un pez o, también, tener el corazón de piedra y, por supuesto, saber aparentar lo contrario, o sea, el dominio del arte de hacer política en la que nos dan sopas con ondas a los hombres... no por nada sino porque los hombres, que sabemos analizarlo todo tan bien, estamos tan cargados de puñetas, que a la hora de actuar lo más probabable es que la caguemos.
Les pondré un ejemplo. El ministro Wert dice verdades como puños: las familias no tienen dinero para estudios porque prefieren gastárselo en otras cosas. Sólo un cretino podría no estar de acuerdo con eso. ¿Pero es políticamente rentable decir eso? De hecho ha levantado un revuelo considerable porque a la mayoría de la gente, la chusma si quieren, si les quitas de pensar que son buenos y que siempre se ponen del lado de los desfavorecidos, les hundes en la miseria. Es un sentimiento prefreudiano, bien sure, pero ahí está instalado en enormes capas de población y un político tiene que saberlo.
En fin, que qué vida la de esa gente. Sin duda debe ser apasionante porque, si no, no se entiende que resistan. En cualquier caso, qué difícil y qué dispendio de energía de todo tipo. Merecen un respeto por más que a alguno de vez en cuando se le vaya la mano a donde no debe.
jueves, 5 de marzo de 2015
El hedor de los rezagados
Apoyo, ayuda y subvenciones. ¡Toma pleonasmo! 150.000 € les has soltado Rajoy, que no es que los desprecien, pero qué es eso frente a los 4.000.000 que ha dado Hollande a los libreros franceses. Claro, hay que tener en cuenta que si en España la cultura es un invento del gobierno, en Francia es invento y medio, lo cual, que todo es poco para tener con el estómago lleno, o convertidos al panglosismo si mejor quieren, a todos los que demuestran tener alguna capacidad para soltar el rollo.
El caso es que uno se monta en el metro y ve a montones de personas leyendo, muchos en tabletas. Y yo me pregunto entonces, ¿qué diferencia cualitativa hay entre el paso del libro a la tableta del que hubo en su día cuando la gente dejó de usar el burro y se subió al coche? No veo ninguna, la verdad. Se acabaron las ferias de burros que había todos los meses en las cabeceras de comarca y empezaron a abrir concesionarias de coches por todas las aglomeraciones urbanas. Lo mismo que ahora cierran librerías y abren sin parar páginas web en donde puedes comprar de todo menos una novia, o novio, que eso es patrimonio del alma y el alma, ya saben, es patrimonio de la cartera.
En definitiva, estamos en las mismas de siempre: el mundo avanza y hay gente que se quedó dormida en los laureles a causa del inigualable poder hipnótico de la acumulación de privilegios. Los libreros han tenido muchos, como el precio fijo o el monopolio de los libros de texto, y por eso no se preocuparon de digitalizar los libros y fabricar tablets, dos cosas que no requieren ni grandes conocimientos, ni grandes inversiones, sólo estar al loro. Y ahora, muertos vivientes, se arrastran por las plazas dejando a su paso el insufrible hedor de la descomposición.
No digo yo que no estemos en una de esas etapas de la historia en las que todo avanza demasiado rápido y por tanto que exigen redoblados esfuerzos para no quedar atrás. Pero, por así decirlo, son cosas de la naturaleza que no van a cambiar porque disparemos al cielo. Así que mejor adaptarse a la corriente en la medida de las propias fuerzas: si son muchas vas por el centro, donde mayor es el flujo, si son pocas, por las orillas, donde te puedes demorar, cualquier cosa, en fin, antes que acogerse a lo seco y empezar a propalar el hedor de los rezagados.
miércoles, 4 de marzo de 2015
La casta
Pongamos hace aproximadamente 55 años. Un grupo de adolescentes se sube al tren en Santander a las dos y cuarto de la tarde para ir a examinarse de Preuniversitario a la Universidad de Valladolid. Por la meseta hace un calor sofocante. Vamos y venimos por los pasillos abarrotados. Salimos a la plataforma y nos sentamos en las escalerillas de acceso al vagón a fumar cigarrillos. Comentamos sobre la perra vida de los campesinos que doblan el espinazo sobre los campos dorados. Se pone el sol y todavía estamos en Frómista. Tendrán que dar las doce antes de que lleguemos a la estación de Campo Grande.
No hace falta señalar lo que tarda hoy día en llegar el tren a Frómista ni como viven los antiguos campesinos convertidos en empresarios agrícolas. Es un salto gigantesco que se debe, sin duda, al esfuerzo de todos, pero nunca debemos olvidar que ese esfuerzo hubiese sido baldío de no haber estado convenientemente pilotado por alguien, los políticos en definitiva. Porque, en contra de lo que se quiere dar a entender por algunos, también cuando lo de Franco hubo políticos que demostraron con hechos que sabían hacer su trabajo si por política entendemos el arte de mejorar el nivel de vida de la mayoría.
Respecto a los políticos actuales, me quito el sombrero. Para empezar, llevan una vida perra, siempre de reunión en reunión de las de tira y afloja. Hay que tener una pasta especial para sobrevivir a eso. De acuerdo que algunos se aprovechan de sus contactos para sacar provecho personal más allá de lo que es legal, pero, no nos engañemos, no hay profesión que se libre de esas prácticas delictivas. En cualquier caso, los porcentajes de choriceo frente al computo general de lo que manejan es ridículo. Esta sociedad de hoy día es escandalosamente rica y el volumen de los intereses que tienen que concertar los políticos es estratosférico. Y de esa concertación acertada es de donde se deriva este nivel de vida envidiable para una inmensa mayoría de los ciudadanos.
Efectivamente, las cosas se podrían hacer mejor y es obligación de todos procurar que así sea. Para eso tenemos los mecanismos de la democracia que, con todos sus defectos, tiende a una continua corrección de los errores. Si un político resulta ser un fiasco, no dura. Otro viene a sustituirle que desfacerá los entuertos para que la nave avance. Y, cada vez más, las ideologías se funden y la demagogia va quedando en agua de borrajas. Al final, en la opulencia, el político, venga de donde venga, es un gestor de la riqueza con todo lo que eso supone de trabajo agotador.
En resumidas cuentas, que si los políticos son casta, pues bendita casta entonces. Critiquémosles lo que haga falta, pero, por favor, paremos en seco el discurso de quienes tratan de demonizarles porque lo de los chivos expiatorios suele ser muy peligroso cuando las vacas son flacas. Y cuando son gordas, por simples razones estéticas: nada más zafio y pueril que eximirse de responsabilidad echando la culpa a otros.
En fin, saben, ayer pasaron por ARTE una biografía de Churchil. Sangre, sudor y lágrimas, el precio de la libertad. Bien, ahora parece como si lo más natural sea que tengamos todo esto que tenemos. Pero no lo es, sigue siendo necesaria la sangre, el sudor y las lagrimas de mucha gente para mantener el tinglado. Mucha gente, con los políticos a la cabeza. No lo duden.
domingo, 1 de marzo de 2015
Solo
Pues bien, por tal procedimiento es como van a poder ver los barceloninos una obra de teatro surgida del más profundo de los hastíos: Guiris Go Home. Cuando me fui de Barcelona, hace siete años o así, la cosa ya era preocupante. Ahora, según dicen, se ha multiplicado por cien. Y claro, si no imposible, si es sumamente desagradable vivir en un lugar donde toda la actividad se resume en procurar diversión a las masas hartas ya de divertirse. Digamos que se trata de una industria dedicada a proporcionar sensaciones fuertes. Algo que realmente merezca la pena contar cuando vuelves a casa. Por ejemplo, hacer una felación pública a Carmen de Mairena y cosas por estilo. El caso es que, sea lo que sea, discurra con el mayor escándalo posible. Y por tal es que la gente autóctona tenga que discurrir bizarros procedimientos para poder descansar, cual es el caso de un amigo que nos contaba como se las apañaba para dormir colocándose uno de esos cascos que utilizan los que manejan martillos neumáticos. Es un poco incómodo, nos decía, pero ya he encontrado la postura.
El turismo ha sido definido por alguien como la industria que consiste en transportar a gente que estaría mejor en su casa a sitios que estarían mejor sin ellos. Bien, sí, como toda industria, activa la economía, pero ¿a qué precio? Porque no se engañen, hay una relación indirectamente proporcional entre la inteligencia que precisa una industria y la devastación que deja como secuela. Devastación ambiental, pero sobre todo moral, cuando la clave del negocio es el servilismo: tu paga que yo hago la vista gorda. ¡Y venga chiringuitos!
Creo que fue un tal Pascal el que dijo que todas las desdichas del hombre se derivan del no poder estar solo, tranquilamente sentado en una habitación. No puedo estar más de acuerdo con eso. Solo, sentado en una habitación, es como he vivido los mejores y más fructíferos momentos de mi vida. Y gracias a lo que recogí en esos momentos ha sido que haya podido disfrutar algo cuando he andado por ahí. Les parecerá raro, pero así es, y, si lo piensan un poco, caerán en la cuenta de que lo mejor de lo mejor de este mundo ha salido de gente que practicaba eso, es decir, estar solo en una habitación.
No sé, porque en esta vida cada uno se las apaña como mejor puede, pero a mí nadie me va a convencer ni de que el turismo es viajar, ni de que el perro es el mejor amigo del hombre, ni de que el coche es más rápido y cómodo para llegar a los sitios... ni de tantas otras motos averiadas que se suelen vender como terapia para la más extendida de todas las enfermedades, la de no poder soportarse a uno mismo por no haber sido capaz de resistir solo en una habitación el tiempo necesario para comprender lo limitados que somos en el mejor de los casos y que no hay atajo posible para aliviar eso. En fin.
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