La negra premonición, por ejemplo, que nos acaba de lanzar el oráculo Houellebecq en su novela "Sumissión". Su sombra planea inmisericorde sobre multitud de debates que se dan en el país que se autodefine como "de las luces". Un boutade dicen los templados. Una mamarrachada asesina aseguran indignados los de la izquierda redentora siempre tan amantes de la libertad individual. No hagamos la amalgama claman los correctos de la política. Pero un día tras otro nos llega la noticia de que se ha ascendido un nuevo escalón. Entonces, se lanzan los gritos de rigor y para nosotros pensamos que no hay mal que por bien no venga: los ingresos por turismo se incrementarán.
Un escalón tras otro, y ya nos vamos acercando al cielo. Haremos al final lo del protagonista de Sumissión que no es otra cosa que una puesta a punto de la filosofía hippy-sesentaiochera: ¿si nos invaden los rusos, qué haréis? Si nos invaden los rusos, pues aprendemos ruso y Santas Pascuas. Dame pan y llámame alfombra, en definitiva.
Si, creo que nos debiéramos tomar más en serio este eclipse y también las tonterías de los que, so capa de dignidad, no anhelan otra cosa que la sumisión para todos. Los dioses nos lo están advirtiendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario