domingo, 22 de marzo de 2015

Del palillensis al bobo



Ayer por la mañana se atascó una de las persianas de la galería que para más inri es de las que disponen de motor eléctrico, una estúpida sofisticación se mire por donde se mire.  Pues bien, como resulta que nunca acabo de aprender, bajé a donde Mohamed a pedirle una escalera para intentar resolver el problema por mis propias habilidades. Mohamed se sintió concernido y subió a poner a prueba las suyas. Y así fue que en cinco minutos teníamos armado tal desaguisado que ya todos mis esfuerzos se concentraron en convencer a Mohamed para que lo dejase. No fue fácil y todavía se tuvo que empeorar bastante el panorama antes de que el chaval desistiese. Para entonces ya tenía yo a la vista la correspondiente página web con todos los teléfonos de socorro precisos para la ocasión. Llamé a varios y el primero que vino se llevó el gato al agua. Acudió puntual a las cuatro y media. Los setenta no le daban ya, de constitución sanguínea y con un palillo en la boca, echó una rápida mirada al campo de batalla y dijo: lo vamos a arreglar; esté bien seguro. Sustituyó los flejes de acero que sujetan las lamas al rodillo por trozos de cinta. "Como siempre ha sido", recalcó. "Para toda la vida", remató al abandonar el escenario media hora después con cuarenta pavos en el bolsillo. Media hora en la que, cómo no, me relató su vida y milagros. 555 € de pensión para resumir. 

Por la noche ya, desde mi trono de jerife, me enfrasqué en la contemplación de Bibliotheque Medicis. Se presentaba esta vez a un grupo de triunfadores en el campo de le numérique. Le numérique  es como los franceses llaman a lo digital. La informática para que nos entendamos todos. De los seis debatientes cinco no sobrepasaban l0s treinta y el otro, de edad mediana, era el CEO del centro de investigación que Orange, multinacional francesa, tiene en Silicon Valey. El moderador, el carcamal Elkabbach, a vueltas como siempre con la patria chica, como si de una forma consciente quisiera resaltar el contraste con la gente que ya dio el salto hacia la patria global. Es lo que tiene lo digital que es como aquel perrito del viejo chiste que saltaba las montañas, cruzaba las fronteras y se limpiaba el culo con la bandera. 

El mundo que viene, que ya está aquí, que habla el lenguaje de los ordenadores, el más universal. Para absolutamente todo, hasta para que te arreglen la persiana en un visto y no visto. De aquí y de allá, de derechas y de izquierdas, rubio o moreno, alto o bajo, todo da exactamente igual menos comprender o no ese lenguaje. Un salto cualitativo en la evolución de la especie. Del homo palillensis al homo bobo. 

En fin, no tengo ni idea de quién va a ser el que en el futuro se va a encargar de arreglar las persianas atascadas. Quizá la respuesta es que no habrá persianas porque, en realidad, ¿para qué sirven? 

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