Apoyo, ayuda y subvenciones. ¡Toma pleonasmo! 150.000 € les has soltado Rajoy, que no es que los desprecien, pero qué es eso frente a los 4.000.000 que ha dado Hollande a los libreros franceses. Claro, hay que tener en cuenta que si en España la cultura es un invento del gobierno, en Francia es invento y medio, lo cual, que todo es poco para tener con el estómago lleno, o convertidos al panglosismo si mejor quieren, a todos los que demuestran tener alguna capacidad para soltar el rollo.
El caso es que uno se monta en el metro y ve a montones de personas leyendo, muchos en tabletas. Y yo me pregunto entonces, ¿qué diferencia cualitativa hay entre el paso del libro a la tableta del que hubo en su día cuando la gente dejó de usar el burro y se subió al coche? No veo ninguna, la verdad. Se acabaron las ferias de burros que había todos los meses en las cabeceras de comarca y empezaron a abrir concesionarias de coches por todas las aglomeraciones urbanas. Lo mismo que ahora cierran librerías y abren sin parar páginas web en donde puedes comprar de todo menos una novia, o novio, que eso es patrimonio del alma y el alma, ya saben, es patrimonio de la cartera.
En definitiva, estamos en las mismas de siempre: el mundo avanza y hay gente que se quedó dormida en los laureles a causa del inigualable poder hipnótico de la acumulación de privilegios. Los libreros han tenido muchos, como el precio fijo o el monopolio de los libros de texto, y por eso no se preocuparon de digitalizar los libros y fabricar tablets, dos cosas que no requieren ni grandes conocimientos, ni grandes inversiones, sólo estar al loro. Y ahora, muertos vivientes, se arrastran por las plazas dejando a su paso el insufrible hedor de la descomposición.
No digo yo que no estemos en una de esas etapas de la historia en las que todo avanza demasiado rápido y por tanto que exigen redoblados esfuerzos para no quedar atrás. Pero, por así decirlo, son cosas de la naturaleza que no van a cambiar porque disparemos al cielo. Así que mejor adaptarse a la corriente en la medida de las propias fuerzas: si son muchas vas por el centro, donde mayor es el flujo, si son pocas, por las orillas, donde te puedes demorar, cualquier cosa, en fin, antes que acogerse a lo seco y empezar a propalar el hedor de los rezagados.
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