Pues bien, por tal procedimiento es como van a poder ver los barceloninos una obra de teatro surgida del más profundo de los hastíos: Guiris Go Home. Cuando me fui de Barcelona, hace siete años o así, la cosa ya era preocupante. Ahora, según dicen, se ha multiplicado por cien. Y claro, si no imposible, si es sumamente desagradable vivir en un lugar donde toda la actividad se resume en procurar diversión a las masas hartas ya de divertirse. Digamos que se trata de una industria dedicada a proporcionar sensaciones fuertes. Algo que realmente merezca la pena contar cuando vuelves a casa. Por ejemplo, hacer una felación pública a Carmen de Mairena y cosas por estilo. El caso es que, sea lo que sea, discurra con el mayor escándalo posible. Y por tal es que la gente autóctona tenga que discurrir bizarros procedimientos para poder descansar, cual es el caso de un amigo que nos contaba como se las apañaba para dormir colocándose uno de esos cascos que utilizan los que manejan martillos neumáticos. Es un poco incómodo, nos decía, pero ya he encontrado la postura.
El turismo ha sido definido por alguien como la industria que consiste en transportar a gente que estaría mejor en su casa a sitios que estarían mejor sin ellos. Bien, sí, como toda industria, activa la economía, pero ¿a qué precio? Porque no se engañen, hay una relación indirectamente proporcional entre la inteligencia que precisa una industria y la devastación que deja como secuela. Devastación ambiental, pero sobre todo moral, cuando la clave del negocio es el servilismo: tu paga que yo hago la vista gorda. ¡Y venga chiringuitos!
Creo que fue un tal Pascal el que dijo que todas las desdichas del hombre se derivan del no poder estar solo, tranquilamente sentado en una habitación. No puedo estar más de acuerdo con eso. Solo, sentado en una habitación, es como he vivido los mejores y más fructíferos momentos de mi vida. Y gracias a lo que recogí en esos momentos ha sido que haya podido disfrutar algo cuando he andado por ahí. Les parecerá raro, pero así es, y, si lo piensan un poco, caerán en la cuenta de que lo mejor de lo mejor de este mundo ha salido de gente que practicaba eso, es decir, estar solo en una habitación.
No sé, porque en esta vida cada uno se las apaña como mejor puede, pero a mí nadie me va a convencer ni de que el turismo es viajar, ni de que el perro es el mejor amigo del hombre, ni de que el coche es más rápido y cómodo para llegar a los sitios... ni de tantas otras motos averiadas que se suelen vender como terapia para la más extendida de todas las enfermedades, la de no poder soportarse a uno mismo por no haber sido capaz de resistir solo en una habitación el tiempo necesario para comprender lo limitados que somos en el mejor de los casos y que no hay atajo posible para aliviar eso. En fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario