El canicross se pone de moda en Cantabria
Cuando andábamos por la edad tonta, que, por cierto, nos duró muchísimo, nos hacía mucha gracia lo que le había dicho un policía a uno de entre nosotros cuyo padre también lo era: "hijo, para ser policía hay que saber las cuatro reglas y tener mucha personalidad; sobre todo mucha personalidad".
Quizá fuera interesante analizar, al respecto, tres cosas: primero, qué se quería decir cuando se decía personalidad; segundo, por qué nos hacía tanta gracia lo dicho por el policía; tercero, por qué ha caído en desuso la palabra personalidad.
Si no ando equivocado, cuando se le achacaba a alguien tener personalidad era porque se distinguía de los demás en el buen sentido, es decir, por su originalidad, por pensar por sí mismo, por su recto proceder, por no dejarse llevar por la corriente imperante. Lo contrario era el chisgarabís, el veleta, el que siempre andaba por ahí siguiendo las modas y dispuesto a contaminarse de la calidad de los elementos con los que se topaba.
Sin duda, lo que nos hacía gracia era que el policía considerase bastante irrelevante la formación, algo mensurable, ante algo tan difícil de evaluar como la personalidad. Formación versus buen sentido, ¡menudo dilema! Sin embargo nosotros lo teníamos claro, lo de la personalidad era el camelo para justificar que no se tenía lo que había que tener. ¿O es que acaso no es la formación uno de los pilares del buen sentido? Sin formación el buen sentido es el que marca la tendencia dominante que, para aquellos policías, no era otra que aplicar garrotazos a todo lo que se enfrentase al poder en plaza... poder que, por cierto, en aquellos tiempos, se mantenía en pie a duras penas gracias a los desvelos de los intensivistas del Hospital de la Paz. Efectivamente, era todo de chiste.
El caso es que ahora, que yo sepa, ya no se dice lo de tener mucha personalidad. Quizá se haya sustituido por lo de la inteligencia emocional. O sea, a lo que siempre se dijo saber controlarse. Sin duda es una virtud valiosa donde las haya y nunca se podrá saber en qué medida viene dada por la gracia de Dios o es producto de la educación, pero podemos suponer que sin la una o la otra no se llegaría muy lejos.
No sé, en fin, porque todo lo relacionado con la psique es tremendamente escurridizo, pero una cosa es evidente, hay personas que tienen una tendencia natural a apuntarse a lo que está de moda y otras que no tanto. Quizá tenga que ver con la autoestima de cadaquién. Unos la labran de una manera y otros de otra. Yo dudo que recurriendo al canicross consigas mucho, pero quizá merezca la pena intentarlo. Voy a ver.
Quizá fuera interesante analizar, al respecto, tres cosas: primero, qué se quería decir cuando se decía personalidad; segundo, por qué nos hacía tanta gracia lo dicho por el policía; tercero, por qué ha caído en desuso la palabra personalidad.
Si no ando equivocado, cuando se le achacaba a alguien tener personalidad era porque se distinguía de los demás en el buen sentido, es decir, por su originalidad, por pensar por sí mismo, por su recto proceder, por no dejarse llevar por la corriente imperante. Lo contrario era el chisgarabís, el veleta, el que siempre andaba por ahí siguiendo las modas y dispuesto a contaminarse de la calidad de los elementos con los que se topaba.
Sin duda, lo que nos hacía gracia era que el policía considerase bastante irrelevante la formación, algo mensurable, ante algo tan difícil de evaluar como la personalidad. Formación versus buen sentido, ¡menudo dilema! Sin embargo nosotros lo teníamos claro, lo de la personalidad era el camelo para justificar que no se tenía lo que había que tener. ¿O es que acaso no es la formación uno de los pilares del buen sentido? Sin formación el buen sentido es el que marca la tendencia dominante que, para aquellos policías, no era otra que aplicar garrotazos a todo lo que se enfrentase al poder en plaza... poder que, por cierto, en aquellos tiempos, se mantenía en pie a duras penas gracias a los desvelos de los intensivistas del Hospital de la Paz. Efectivamente, era todo de chiste.
El caso es que ahora, que yo sepa, ya no se dice lo de tener mucha personalidad. Quizá se haya sustituido por lo de la inteligencia emocional. O sea, a lo que siempre se dijo saber controlarse. Sin duda es una virtud valiosa donde las haya y nunca se podrá saber en qué medida viene dada por la gracia de Dios o es producto de la educación, pero podemos suponer que sin la una o la otra no se llegaría muy lejos.
No sé, en fin, porque todo lo relacionado con la psique es tremendamente escurridizo, pero una cosa es evidente, hay personas que tienen una tendencia natural a apuntarse a lo que está de moda y otras que no tanto. Quizá tenga que ver con la autoestima de cadaquién. Unos la labran de una manera y otros de otra. Yo dudo que recurriendo al canicross consigas mucho, pero quizá merezca la pena intentarlo. Voy a ver.
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