domingo, 20 de diciembre de 2015

Ni decisivo ni histórico


Por así decirlo me la suda. Sé que es una manera vulgar de decirlo, pero no hay que ser un lince de la semiología, ni haber leído a Saussure, para percatarse de que en ocasiones la vulgaridad añade un plus de significación al significante. O cosa por el estilo, que sea como sea esta “fiesta de la democracia” ni va a ser decisiva, ni mucho menos histórica, como dicen una vez más, porque lo que hay en juego es lo de siempre, es decir, unos cuantos buenos sueldos a los que se puede optar sin haber demostrado previamente mediante oposición, o currículum académico pertinente, que se está en posesión de capacidades intelectuales que justifiquen el estipendio a percibir.

Luego, sí, claro, te dirán que ese pasotismo puede llevar a un Zapatero cualquiera al poder, o peor si es que eso fuera posible, y yo les contestaré que no hay mal que por bien no venga porque del castigo colectivo que el triunfo de tales opciones supondría se extraerían lecciones sumamente útiles para encarar el futuro. Equivocarse, en definitiva, suele ser tomar impulso para mejor acertar. O es que acaso conocen a alguien con dos dedos de frente que no diga que la patria está mejor ahora que hace diez años, aunque puede ser que haya menos dinero en los bolsillos. Va de soi, es el esfuerzo que los particulares han invertido en educación lo que marca la diferencia. Y las diferencias entre unos y otros que no hacen sino crecer cuando la gente es libre para hacer lo que le dé la gana con su tiempo y dinero. Democracia que le dicen.

En fin, me parece de perlas que la gente vaya a votar. Hasta yo lo he hecho algunas veces. Pero por favor, hagamos un esfuerzo por saber la importancia que eso tiene. Muy poca en cualquier caso frente a ciertas actitudes personales con potencial para trascender. Ya se sabe lo mimética que es la sociedad y que ningún gesto que hagamos pasa desapercibido… así, poco a poco se irá llegando a un tiempo en el que los más acabarán por comprender lo poco que se puede esperar de lo que viene de fuera de uno mismo.

Por lo demás, con las votaciones lo único que se escoge es a los domésticos y domésticas. Los que ordenan tienen por lo general despacho con vistas al Central Park y, probablemente, lo consiguieron pactando con el diablo. Y el que les traiciona, que se amarre los machos.  

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