domingo, 30 de junio de 2013

Filete de mariposa



Prepárense porque van a tener "filete de mariposa" para dar y tomar. Les dejo que descubran por ustedes mismos a qué se refiere la metáfora. Si no lo han hecho ya, no se preocupen porque no tardarán que, a buen seguro, todos los tontos del país la repetirán por lo menos media docena de veces al día. 

Me acuerdo que cuando el Sr. Manolo, el marido de la Sra. Esperanza, venía cocido a casa uno de cada dos domingos, reiteraba frases como "bordando fútbol" hasta que a los pupilos nos entraba la risa. Entonces la Sra. Esperanza, que siempre andaba de cara a los fogones, se volvía airada, le clavaba una mirada que no dejaba resquicios a la malinterpretación y después de unos largos segundos de expectante tensión le arrojaba un "¡eso!" descarnado que dejaba al Sr. Manolo petrificado. Entonces, algún pupilo, como quitando importancia al asunto, le preguntaba: "¿bordando fútbol, donde? En Zurín. ¿Y eso, dónde está? En Suiza. Entonces hacíamos cálculos y concluíamos que Zurín debía ser Zurich. Porque es que el Sr. Manolo lo mismo que era un manitas con la mecánica era un desastre con los nombres y nosotros solíamos aprovecharnos de las dos cosas. De los nombres para hacer chistes y de la mecánica para que, por ejemplo, nos arreglase el muelle partido de un Zipo que es que te le dejaba como nuevo. 

Porque es que ahí esta el dato y la curiosidad del asunto que es que no hay cosa que más iguale a tontos y listos que el placer que todos sienten al engarzar palabras de forma retorcida para dar a entender lo que, por lo derecho, se cae por su peso. "Filete de mariposa", ¡átenme esa mosca por el rabo! Costará atraparla, pero, después, bueno sería que se identificase al autor del hallazgo para que los tontos que la repitan le paguen peaje de uso y disfrute. Los listos, no creo, que para todo hay clases y también para las metáforas.  

viernes, 28 de junio de 2013

Lo que tiene ser hortera



Es lo que tiene ser hortera que a nada que te descuides ya vales la mitad. Se me ha ocurrido la parábola viendo el yate que se hizo construir Steve Jobs. Sin embargo, ahí tienen a Bill Gates que dedica sus ganancias a la filantropía y sigue valiendo lo que valía más unos justos intereses. 

Claro que mis datos sobre el particular están cogidos por los pelos y, seguramente, habría que cortar mucha más tela para llegar a conclusiones exactas, pero como lo del yate me ha chocado y suelo enterarme de cómo van las top teen de la economía pues me ha parecido que ahí había tema.

El caso es que las acciones de Apple han pasado en las ultimas 52 semanas de los 750 $ a los 390$ actuales. Mientras que las de Microsoft han oscilado de los 30$ a los 35& con los naturales balanceos del mercado. Es un dato incontrovertible a la hora de valorar la solidez de un producto. Porque ya se sabe que el diseño, es decir, lo de fuera, tiene tirón, pero a la larga lo que cuenta es lo de dentro. Sirve para las guapas y guapos y también para los ordenadores. 

No es que uno desprecie a las guapas y los guapos, ni mucho menos. De la misma manera que no niego genialidad a los diseños de Apple. Ni tampoco es que piense que la suerte de la fea la guapa la desea, pero como he leído lo que afirma Critilo sobre lo difícil que es averiguarse con una guapa que a la vez es inteligente, a la hora de comprarme un tablet he optado por el de Microsoft que es bastante mono, igual de inteligente y cuesta menos. 

Y ahora ya sólo me queda preguntarme por lo que impulsa a unas personas a comprarse un yate y a otras a dedicarse a la filantropía. ¿No hubiese estado mucho más de acuerdo con la supuestamente exquisita sensibilidad de Jobs, ya que parece que le gustaba tanto navegar, un velerito de dos mástiles y tal? ¡Pobre hombre! Suerte que no vive para ver  como se precipitan sus acciones. Seguro que los inversores han visto el yate e inmediatamente han pensado: ¡tate, aquí hay bluff! Y han pasado su dinero a lo de Bill Gates porque saben que en el peor de los casos ira a educar niños en África. 

En fin, uno nunca podrá saber qué hubiese hecho caso de tener dinero a espuertas. Comprendo que la tentación de horterificarse debe ser inmensa y difícil de controlar. Sin embargo hay formas de forrarse, como la de Jobs, a las que se les supone ser consecuencia de una gran inteligencia. Otras, como la de Elton John o los Beatles de un don para algo concreto que no requiere formación ni cacumen. Lo que sorprende es que tanto el uno como los otros dediquen el dinero a lo mismo, o sea, el apabullamiento del personal. En fin. 

miércoles, 26 de junio de 2013

Todos contra la instrucción



Muchas veces les comento las cosas sorprendentes que uno encuentra "escorcollando" los periódicos digitales. Utilizo el verbo escorcollar porque para mina de excentricidades no hay otro que supere al catalán La Vanguardia. Parece ser que los responsables de este rotativo no encuentran la menor contradicción entre teorizar sobre la ficción nacionalista y relatar la realidad social que les envuelve. Así, hay que reconocérselo, han conseguido dar un tono humorístico al producto que para sí quisieran las revistas especializadas. Hoy, sin ir más lejos, nos encontramos con el editorial del director: "Todos contra Wert". Unas viñetas más abajo una encuesta: "¿Está usted de acuerdo con la reforma Wert?", 85% a favor y 13% en contra. 2% no sabe no contesta. 

Ya sabrán ustedes que al ministro Wert se le ha ocurrido la peregrina idea de subir de 5,5 a 6,5 la nota necesaria para obtener una beca. A los catalanes en general, según la mentada encuesta, les parece de perlas la idea. Al director de La Vanguardia una barrabasada. Eso es todo y la rueda sigue girando porque La Vanguardia está para lo que está y la realidad no tiene por qué afectarla en lo más mínimo porque el que paga manda... y ya sabemos lo que quiere el que manda. 

Quiero añadirles que lo que sirve para La Vanguardia sirve en mayor o menor medida para todos los medios de comunicación, porque todos tienen dueños con sus respectivas preferencias y aspiraciones. En definitiva, que nadie da nada por amor al arte y la única forma de que la sociedad en general escape de las nefastas consecuencias de esas verdades de parte con envoltorio de autenticidad es, precisamente, esa, o sea, subir la nota necesaria para obtener una beca. Lo que preconiza Wert y quiere la sociedad catalana según muestra sin ambages la citada encuesta. 

Quizá les parezca cogido por los pelos, pero viene a cuento todo esto porque resulta que ayer me fui de excursión con Pedro e Isi y después de un buen rato caminando recalamos en lo que queda del cementerio civil de Santoña. Les había pedido yo que fuésemos a visitarlo porque cría recordar haber visto allí algo curioso. Y, efectivamente, nada más traspasar la puerta te encuentras con una tumba, la única que queda, de un tal José Rozillo y Fernández. Como pueden ver en la foto, en la lápida hay una leyenda casi ilegible enmarcada por símbolos masónicos. Esforzándose un poco se puede leer un canto a la instrucción como único antídoto contra las preocupaciones oscuras, las tradiciones engañosas, las supersticiones y demás.  O sea, un texto en perfecta sintonía con la ley Wert y en completo desacuerdo con el editorial del director de La Vanguardia. Es un decir.


lunes, 24 de junio de 2013

El lenguaje de las ciudades



Dice la leyenda que cuando Cécrope fundó Atenas escogió un lugar árido e inhóspito con la finalidad de desincentivar la codicia de las naciones vecinas. Esa elección le proporciono a la ciudad un largo periodo de paz, por un lado, y por otro obligó a sus habitantes a exprimirse el cerebro porque allí nada estaba dado de antemano. El resultado es de todos conocido: nunca, quizá, en toda la historia de la humanidad hubo lugar en el planeta que brillase tanto. Allí se sentaron las bases de todo lo que somos hoy. Y por eso, creo yo, no estaría de más que nuestras autoridades educativas se dejasen de promocionar anjanas y Corokotas y pasasen a introducir en los programas académicos el mundo clásico griego. 

El caso es que al margen de la valoración que el común de las gentes haga de ese conocimiento nuestras ciudades están trufadas de guiños hacia él. Y cuando más importante y próspera es la ciudad más te los encuentras por todas las partes. Es un lenguaje simbólico que tantas cosas explica y cuyo dominio, por poner un ejemplo, hubiese podido evitar a mucha gente caer en la trampa de las denominadas "preferentes". 

Venía pensando el otro día en estas cosas porque paseando por la ciudad de pronto caigo en la cuenta de que hay allí una cosa en la que no me había fijado los miles de veces que habré pasado por allí. Está en la fachada del que fuera Banco Hispano Americano y realmente merece la pena plantarse un rato a contemplarlo porque es toda un lección de filosofía de la vida. 




Presidiendo, sobre la puerta, está la Gorgona. O Medusa si quieren. ¡Ojo al parche! Porque como la miren con descaro se quedarán de piedra. O sea que ya saben, si piensan entrar por esa puerta háganlo con la cabeza baja para mostrar el debido respeto no vaya a ser que la irriten y, en el mejor de los casos, no saquen nada de allí.  

A la derecha tienen a Hermes. Un pájaro de cuenta. Le sobra ingenio para todo, lo bueno y lo malo. El comercio, la negociación, el lenguaje... pero también para la trampa y el engaño. Ténganlo todo en cuenta los que entran por esa puerta  y no se quejen después de que les vendieron un producto financiero envenenado porque ya les avisaron. 

A la izquierda, no sé. En principio tendría que ser Demeter, diosa de la fecundidad y las cosechas, pero no le veo por ningún lado las espigas y en cambio lleva una bolsa en la mano izquierda y en la derecha una especie de rueda con dos alas a los lados al estilo de Hermes, o Mercurio que tanto da. He estado pensándolo largo y tendido y no he llegado a conclusión. Podría ser Hera, la madre que administra la bolsa de la familia. Pero ¿y la rueda con alas? Quizá Atenea, la que ordena la industria y el conocimiento en general que no en vano nació de la cabeza del padre...

En fin, el lenguaje de las ciudades. También las estatuas que hay sobre la puerta de la Caja de Ahorros local le dirán mucho a quien tenga algo de memoria y dotes para la hermenéutica -de Hermes-. Como son dos desnudos de mujer, el concejal de cultura del momento, Sr. Mozota, mandó cubrirlas con unas sabanas. Y así estuvieron por lo menos hasta que llegó la democracia o casi. Y entre tanto el pueblo llano ideó el siguiente chascarrillo:


Qué desgracia, qué desgracia, 
Haber nacido en pelotas,
En vez de nacer vestidos,
Como hicieron los Mozotas 


viernes, 21 de junio de 2013

Elogio del desapego



Por lo visto hay una entidad cultural inglesa que paga a los artistas por quemar sus obras. En principio puede parecer algo muy novedoso, pero después, cuando lo piensas, te das cuenta de que los valencianos vienen haciendo lo mismo desde hace un millón de años y a todo el mundo le parece ya normal. Claro que aquí podríamos entrar al trapo sobre donde empieza el arte y acaba la artesanía o viceversa. Pues bien, se me da una higa porque lo que cuenta de las fallas es que las multitudes de todo el mundo acuden a Valencia a ver como las queman y eso demuestra que lo de las fallas, si no arte, sí que es una idea genial. Igual que lo de la entidad cultural inglesa. 

Arte, o ideas geniales, eso es lo que ayuda a que la gente comprenda cual es el camino hacia un mundo mejor. Y ahora, en este momento de superproducción y consumo de todo lo imaginable que estamos viviendo, la idea más genial, o más artística si quieren, que a mi entender se puede tener es la de destruir lo considerado como más valioso, es decir lo que es el producto del esfuerzo y la inteligencia más un soplo de inspiración divina.  

Me parece vital empezar a destruir el mito de lo sacralizado. Porque la realidad es que se ha abusado tanto de esa teta que ya no le queda una gota de leche. Ya no hay rincón del mundo sin sus templos atiborrados de creyentes. Se diría que acuden allí más para confirmarse en lo que ya piensan que para desnudar su cerebro. Para ellos el mundo, al parecer, ya esta acabado. Sólo resta saltar de un continente a otro en un jet para admirarlo. 

Así es que si a mí me diesen la oportunidad de hacer una propuesta realmente valiosa no lo dudaría un instante: mandaría rociar con gasolina el Prado, el Louvre, la National Galery, el Moma, el Ermitage y otros cuantos que se quisiesen sumar a la fiesta, y el mismo día, a la misma hora, les pegaría fuego. Después, la ONU mediante, declararía esa fecha como EL DIA MUNDIAL DEL DESAPEGO. Quizá un 19 de marzo en honor de los precusores valencianos.






jueves, 20 de junio de 2013

oket ontos oi



Es lo que tiene el haberse hecho ya viejo, que se cansa uno muy pronto cuando se pone a argumentar contra las viejas estupideces. Y es una pena, porque a veces tienes enfrente a personas a las que estimas y te gustaría ayudarlas. Pero es inútil cualquier intento porque son muy pocos los elegidos para sentir el enorme consuelo que representa el caer en la cuenta de los propios errores. Así lo han querido los dioses y como tal lo tenemos que aceptar. Lo dejó claro Erasmo en su "Elogio de la estupidez", que contra el amor propio nada se puede hacer porque es el encargado de sostener anímicamente a los que por falta de neuronas no pueden comprender que su precaria situación en el mundo no es culpa de nadie en particular sino sólo y exclusivamente a eso, o sea, su falta de neuronas. 

Falta de neuronas y echar la culpa a otros de lo malo que te pasa es una y la misma cosa. Es decir, que la poca inteligencia y el resentimiento siempre van de la mano. Por no hablar de la envidia... de la que muy pocos se libran. 

Así es que por estas y otras razones han brotado como hongos a lo largo de la historia de la humanidad todas esas ideologías de cariz igualitarista que so capa de bondad, e incluso justicia, no pretendían otra cosa que destruir a los más dotados para tirar del carro del verdadero progreso, es decir, el que libera al ser de dependencias y, así, le convierte en individuo. 

En fin, nunca se me olvidará un cómic de Robert Crumb en el que un tipo con aspecto socrático se dedicaba a plantar coles y otras cosas en su huerto mientras recitaba sin descanso: "oket ontos oi". Luego, al atardecer, invitaba a sus vecinos a cenar las coles y fumar las otras cosas en las largas sobremesas... y, la verdad, daba la impresión que no le iba mal al tipo. Era evidente que todos ganaban con su trato.   



miércoles, 19 de junio de 2013

Con la ginocchia della mente inchine



Los que se han forrado aquí, en Santander, este año, son los que venden gabardinas para perros. No hay uno que no la lleve y predominan las de color rojo banco por lo que me pregunto si no las regalarán por domiciliar la nómina, no la del perro sino la de su dueño. En fin, da igual, porque lo que cuenta es que no para de llover y esto se está pareciendo cada vez más a Macondo. A mi no es que me importe sino todo lo contrario, porque le da un toque surrealista al ambiente, por los comentarios más que nada y, por otra parte, cuando las condiciones ambientales son adversas parece como que se está mejor en casa, por no hablar de lo agradable que es salir a pasear bajo el paraguas sin tener que esquivar a las masas de viandantes que aparecen cuando sale el sol. A veces rezo para que esto dure cuarenta años que, a buen seguro, los que consiguiesen sobrevivirlo darían con sus deteriorados huesos en la tierra prometida. 

Les digo que rezo y no digo mal. Mayormente por las mañanas y a mi manera. Con la guitarra entre las manos para ser exactos, pero me gustaría hacerlo con más frecuencia y de más diversas formas porque me he dado cuenta de lo muy rentable que resulta. No por nada sino porque te hace consciente de lo que tienes y de lo que te falta. Das las gracias por lo uno y suplicas por lo otro. ¿A quien? Pues no lo sé muy bien, pero necesito creer en una especie de ente inmaterial que está en el origen de todo esto porque, para la mente humana, todo lo que existe de algún sitio ha tenido que salir. En fin que no me quisiera poner en plan tomista ni nada de eso,  pero como todo el que desde el origen de los tiempos se puso a pensar en estas cosas tengo mi particular teogonia de andar por casa y a ella me remito rezando, tanto cuando estoy contento como como cuando desespero. 

Todas estas cosas de las que nunca se habla entre gente de mundo, y menos si es de provincias, pero que, leyendo por fin el libro que tanto me ha recomendado Isi y, por lo cual, le tengo que dar tantas gracias, digo, que leyendo ese libro, fuente inagotable de sorpresas, encuentro: "la desesperación es muerte, pero rezar quita la desesperación, y cuando un hombre ha rezado se siente respaldado por una nueva confianza y con una nueva fuerza que le permite actuar". Bueno, no les voy a decir con esto que es mejor que el prozac, pero está más a mano y a falta de pan...

Luego continua el autor: "As to de position which our body uoght tu assume when we address ourselves to the Creator, a line of Petrarch settles it: 


Con la ginocchia della mente inchine."

Es decir, conscientes de nuestra impotencia e ignorancia. 

  

lunes, 17 de junio de 2013

Casanova



El otro día hacían una entrevista en la BBC a una cineasta turca afincada en Londres. La preguntaban por esto y lo de más allá de su país que como saben está estos días en el candelero por razones bastante esperanzadoras. Pues bien, la respuesta a todas las preguntas se podría resumir en una: las dificultades que una sociedad como la turca pone a las personas que se quieren convertir en individuos. Es decir, que quieren pensar por su cuenta y riesgo. 

Ésta, la de hacerse individuo, es una cuestión que se suele pasar por alto, o ignorar si quieren, como tantas otras cosas que exigen valentía y determinación. Para empezar, no hay que tener miedo a quedarse solo ante el peligro. Porque sin soledad, que nadie se haga ilusiones, no hay forma de avanzar hacia nada bueno. O que merezca la pena. 

En el silencio de la soledad es donde el hombre se hace individuo, condición indispensable para saber de verdad lo que es disfrutar de la vida. Así lo resume Giacomo Casanova:

“Sans mystere point de plaisirs, sans silence point de mystere. Charme divin de mes loisirs, Solitude! Que tu mes chere!

Hacerse individuo, ser libre, es decir, convertirte en el enemigo público número uno. Y no sólo en Turquía. En cualquier lugar del mundo, por muy liberado de prejuicios que se considere, se tiende a marginar a los seres libres. Y no por capricho, no, es porque son el espejo más desagradable en el que se pueden mirar los que viven acogidos a la molicie que les presta la pertenencia a lo que sea, el grupo, la casta, la ideología... o sea, la inmensa mayoría de los mortales. 


La inmensa mayoría, y ahí reside el meollo de esta especie de torpeza con la que avanza el mundo. Si es que avanza. Porque todo el progreso, que nadie se engañe al respecto, se debe a las personas que se hicieron individuos. Seres libres. Los grupos, las masas, los pueblos, no hicieron otra cosa que poner palos a la rueda de la historia. 

Por cierto, una curiosidad, mi nombre, por lo visto, es la forma de decir en vascuence Casanova. 




sábado, 15 de junio de 2013

Mujeres



Como anoche me quedé clavado tres horas contemplando los primeros capítulos de la serie Odysseus que tratan, mayormente, sobre la obstinada fidelidad de Penélope, hoy, como no podía ser menos, me ha dado por pensar en las mujeres que se convirtieron en arquetipos del género femenino más allá de lo que nos tenía acostumbrados la mitología olímpica. Comentaré sobre algunas.

Por supuesto, Penélope, la mujer diez a quien veinte años de espera no desgastan un ápice su fidelidad hacia Ulises. Por definición, tiene que ser una mujer aburrida. Todas las noches, año tras año, mirando con cara de palo como los pretendientes se desangran de tanto codiciarla. Desde luego que de todas las tretas que ideó Ulises ninguna tan ingeniosa como la utilizada para conseguir esa fidelidad. No sabemos en qué consistió, pero tuvo que haberla porque de lo contrario no es normal. Lo que no darían las grandes corporaciones de hoy día por conocerla para fidelizar de una vez por todas a sus clientes. Quizá el secreto consista en insuflar un alma perruna. Pero hasta los perros se van con otro cuando su dueño no les suministra manutención. Lo de que reconocieron a Ulises después de veinte años de ausencia es pura leyenda ejemplarizante. Como lo del tapiz de Penélope. Francamente, no me lo creo. 

Me creo mucho más la de Climtenestra. Ella puso de escusa que su esposo Agamenón había sacrificado a su hija  Ifigenia a la diosa Diana la de los dardos certeros. La de los dardos certeros y el cuerpazo que dejaba de piedra a los hombres que osaban mirarlo. Vade retro. Ya lo decía Critilo, que a ver quién es el guapo que se averigua con una que además de bella es inteligente. Porque el caso fue, según dicen, que Agamenón tenía a todos sus hombre sublevados sin querer hacerse a la mar y no por miedo a las tormentas sino por desconfiar de la fidelidad de sus mujeres. Si  nos vamos a conquistar Troya, argumentaban, a la vuelta encontraremos que otro hombre ocupa nuestro lecho. Y tenían razón y más le hubiese valido a Agamenón escucharles, porque con él sí que se cumplió el presagio con las consecuencias de todos conocidas. ¡Pues anda que no ha dado que hablar! Sacrificar cualquier cosa a la castidad, aunque sea la propia hija, en efecto, es la mayor ingenuidad que uno puede cometer. Los seres humanos son esclavos del deseo y, éste, hijo de las hormonas. No hay nada que hacer al respecto que no sea aceptarlo o vivir permanentemente encabronado. Aunque reconozco que, no por verosimil, a Climtenestra le faltó  finezza florentina. Y bien que lo pagó después a manos de su propio hijo, pero esa es otra historia. 


Para finezza la de la mujer de Candaules. Tanta que ni siquiera su nombre ha transcendido. Siempre se dira "la mujer de Candaules y después de Giges". Si en mi pueblo hubiesen sabido lo de Candaules en vez de decir "eres más tonto que Abundio que fue a cagar y se quitó la corbata" habieran dicho "que Candaules... por lo que sigue. Porque Candaules no paraba de presumir de lo buena que estaba su mujer y quiso que Giges, su mejor amigo la viese desnuda para seguir presumiendo con más fundamento si cabe. Efectivamente, Giges, escondido tras la cortina, la vio desnuda. Y la mujer de Candaules se percató de la jugada, calló, y preparó la suya. Llamo a Giges y le dijo: el que ve a la reina desnuda es reo de la pena capital; sólo tienes una opción, matar a Candaules y casarte después conmigo. Y así fue que, sin mancharse las manos, la reina de la casa cambió de semental. Una historia, en definitiva que se repite mucho más de lo que se pudiera pensar a simple vista. Cambiar un tonto por otro que lo parece menos sin por ello sentir culpa es lo que en el fondo, supongo, están deseando, sino la mayoría, sí unas cuantas bastantes. 

En fin, ¡mujeres!



jueves, 13 de junio de 2013

Lo más de lo más



A mí me parece que tener un ejercito de esclavas sexuales y gastar 700.000 dolares al año en coñac es lo más de lo más. Así es fácil que te respeten. Y no como nuestro rey que se va a África a matar elefantes, como un burgués de tres al cuarto, y le montan una gorda y le obligan a pedir perdón. Esto ni es rey ni Cristo que lo fundó, no es más que un puto funcionario de segunda, o sea, de los de a dedo te pongo y a dedo te quito. 

Desde luego que si hay un pueblo, aparte del judío, al que hay que echar de comer aparte, ese es el coreano. Al del norte y al del sur, cada uno por lo suyo. Se pongan a lo que se pongan lo hacen divinamente. Me estoy imaginando las veladas perfectas de Kim Jong-il. Lo que no sé es si se tiraría a la esclava educada a tal efecto antes o después de la cena. Después del coñac es obvio que no. Seguramente se la tiraría antes, aunque también podría haber sido por la mañana como le gustaba a Mao. Claro que las de Mao, de esclavas nada, tenían que ser vírgenes elegidas a voleo. Ahora que caigo, ese anuncio que han puesto por todas las paradas de autobús que reza "hazlo por la mañana" está sacado sin duda de lo de Mao. Pero volviendo a lo de Kim, lo más probable es que después de una cena exquisita viese un clásico de Hollywood, que le chiflaban, mientras trasegaba coñac a todo pasto para poder llegar a los 700000 dolares al año. A buen seguro que los franceses habrán sentido mucho su muerte porque va de soi que el coñac de marras era francés. Porque es evidente que con Soberano es imposible llegar a los 700000 dolares. 

De los del sur mejor no hay que hablar. Sólo con nombrar Samsung, Daewo, Hyundai y, por si eso fuera poco, ahora con el k-pop, ya está dicho todo. Te pones un rato a ver Arirang y flipas. Como son, por ejemplo, los trenes para ciclistas que salen todos los fines de semana de Seul en dirección a la csmpiña. Ni en tres siglos llega eso aquí. 

Organización y disciplina, lo mismo para las grandes paradas del norte que para los mentados k-pops del sur. Así, los tíos, ganan todas las competiciones. No hay quien pueda con ellos. A lo mejor resulta que, como los judios, nacen filósofos. Y no es que lo diga yo que los judíos nazcan filósofos que lo dijo Teofrastro, pero, en fin, esa es otra historia que les puedo contar algún día de estos porque es muy interesante... por lo que nos toca.  

miércoles, 12 de junio de 2013

Paquito el Relojero



En los "Gozos y las sombras" de Torrente Ballester hay un personaje loco al que el pueblo maltrata y el aristócrata protege. Como sabe arreglar relojes le llaman Paquito el Relojero. Pues bien, este personaje, en sintiendo la llegada de la primavera, dejaba los relojes y todo lo que tuviera entre manos y desaparecía por el bosque tocando la flauta. Por lo visto se iba a echar unos polvos con otra loca que habitaba allende los árboles. Meses después, cuando apretaban los calores, volvía renovado al pueblo  para seguir con lo suyo. Y así cada año.

A mí este personaje me parece una intuición genial del autor. Porque, desde luego que yo tengo cada año esa querencia de largarme a donde sea cuando llega la primavera, pero presumo que es un sentimiento universal y al que, como pasa en la novela, sólo dan rienda suelta los locos. Locos como Paquito que, obvio es decirlo, es el más cuerdo del pueblo.

Bueno, la verdad es que no sé qué hago aquí sentado porque, aunque un poco tarde, la primavera ya ha llegado. Lo suyo, por tanto, sería dar rienda suelta al sentimiento y salir pitando a renovar el alma. Aunque, más loco, y también más cuerdo que Paquito, mi querencia es irme para no volver a donde los malos espíritus me maltratan. Aunque sólo sea paranoia.

lunes, 10 de junio de 2013

¿Cómo es posible?



Fue en enero del 60 del siglo pasado cuando me instale en la Pensión Leonesa de la calle Correo de Valladolid para proseguir mis estudios de medicina. Cómo llegué allí sería largo de contar, pero desde luego lo que sí les puedo asegurar es que aquel era un lugar pintoresco donde les haya. Se trataba de un patio renacentista castellano en cuyos bajos estaban los almacenes, en la primera planta los servicios y en la segunda las habitaciones cuyas ventanas se abrían a las balconadas que rodeaban el patio. Creo que todavía se conserva más o menos igual aunque se dedique a otros usos.  La clientela era de lo más variopinta, desde coristas y músicos del cabaret Alaska que había en la plaza Cantarranas hasta representantes de comercio, vendedores callejeros de temporada y comisionistas de toda laña, pasando, obvio es decirlo tratándose de Valladolid, por la representación estudiantil que es a donde yo quería llegar. 

Entre los estudiantes había dos procedentes de Venezuela: Saud y Pedro Mejía. Saud, sin duda de origen árabe, vivía allí acompañado de su mujer y dos niños de corta edad. Se había estancado con la Anatamía de segundo y ya iba para seis años que duraba el trance. Por lo demás, se dedicaba a diagnosticar a diestro y siniestro con una seguridad que a los recién llegados a la ciencia de Galeno nos apabullaba. Pedro, por su parte, ya iba por el cuarto año de primero de derecho. En su caso el atasco estaba provocado por esa "vaina" del Derecho Romano. Las alambicadas reglas nemotécnicas que ideaba mientras tomaba el sol en los balcones del patio renacentista no le servían para nada. Pero no parecía afectarle demasiado. Lo suyo era contar historias, como su padre que, por cierto, era el más cotizado amenizador de velorios de toda Barcelona. ¿Ves aquellas dos pulgas peleándose en aquella montaña? No, pero las oigo. Cosas así contaba su padre en los velorios y todos los asistentes se desternillaban. Claro que, por lo visto, en los velorios se bebía mucho. 

Pedro y la familia Saud se llevaban bien y hacían mucha vida aparte. En las largas y frías tardes del invierno castellano solían recluirse en la habitación de los Saud. Como por aquel entonces lo de la calefacción era inimaginable Saud y su señora se metían en una cama, Pedro en otra  y los niños en sus cunitas. Cuando a Saud y su señora les apetecía ir en coche no había problema porque Pedro les seguía en bicicleta. Luego, durante la cena, Pedro nos contaba con todo lujo de detalles como, en ocasiones, incluso les tomaba la delantera. 

Pedro tenía una novia en Vallecas, la Trini. De vez en cuando iba a verla y nos veíamos privados de sus historias por una semana o más. Otras venía la Trini con su madre de carabina, cosa, por otra parte, bastante chusca porque Pedro y la Trini se pasaban el día en la cama venga y dale. Y así, entre idas y venidas, un buen día le llegó a Pedro un telegrama anónimo en el que se le indicaba que la Trini se la esta pegando. Entonces Pedro, sin pensarlo dos veces, cogió, se puso una gabardina burberry, un sombrero de ala ancha, unas gafas oscuras, y se fue para Vallecas a espiar las andanzas de la Trini. Al cabo de una semana pudimos ver a Pedro y la Tini entrar triunfantes por el patio renacentista recién casados. Pocos meses después, cuando Silvano y Olvidito, los patrones, bajaron de madrugada a la cocina para preparar los desayunos se encontraron sobre el fogón una nota caligrafiada por Pedro: "me voy porque me parece que no puedo pagar", decía. Y nunca más se supo. 

Son viejas historias ya casi en el olvido, pero al ver esas estanterías vacías me las han recordado y hecho pensar en cómo demonios es posible que en Venezuela pasen cosas semejantes. 




domingo, 9 de junio de 2013

Las trampas de la decadencia



When people learn that their time is coming to an end, they often do the things they neglected in life: travel, visit friends—anything but what they did in their “normal” lives.  Hitchens just kept on writing, for that was what he was born for, what he loved to do.  He didn’t need to change his habits when death was nigh (near), because he had lived exactly the way he wanted.


McEwan sobre Hitchens.

Los sabios no decaen. Esa es al menos la conclusión que se puede extraer leyendo la descripción que hace Ian McEwan de los últimos días y horas de Hitchens. La verdad, creo que aunque fuese una más de las ficciones de McEwan merecería la pena que fuese lectura obligatoria para graduarse en cualquier escuela del mundo. Cuando una persona ha vivido como ha querido lo que menos le importa es morirse. Esa es la conclusión. 

El problema es cuando los años no te hacen sabio porque te has preocupado de todo menos de cultivar la cabeza. Es lo más común. Entonces, al envejecer, sin darte cuenta caes en todas las trampas de la decadencia. Para empezar la remontada del conservadurismo. La de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Ya señalan ciertos textos presocráticos como los viejos de aquel lejano entonces se quejaban de lo mal educada que estaba la juventud de la época. En nuestros tiempos eso no pasaba, se quejaban... esa patraña. Lo más conspicuo del caso es que nunca se vio a uno de esos viejos aceptar una mínima parte de responsabilidad o culpa por esa, según ellos, mala educación, o pérdida de valores, de los jóvenes. Éste es, sin duda, otro de los signos patognomónicos (inapelables) de la decadencia. 

La presunción de inocencia unida al inequívoco razonamiento conservador hace de la mayoría de los viejos seres repudiables, que no es por casualidad que los familiares tiendan a ignorarles e incluso darles trato vejatorio. Y a ellos, como si fuesen Cataluña, ese ente antropomorfo, no les da el cerebro para otra cosa que no sea la queja que no cesa. Triste destino, en fin, el de los que de jóvenes no quisieron, o supieron, arriesgar tiempo y fortuna en cultivar la cabeza, ese campo que a buen seguro es el único que devuelve cien por cada uno que se siembra.  




sábado, 8 de junio de 2013

Cosas de pobres



Vengo observando en los últimos tiempos una cierta insistencia por parte de los medios de comunicación en hacer una indisimulada apología del lujo. Quizá siempre haya sido lo mismo y yo lo pasaba por alto, pero me parece que no. Lo de ahora, pienso, es muy posible que tenga que ver con la crisis económica. Con la necesidad imperiosa de crear empleo. De sobra es conocido desde que Adam Smith lo señalara el enorme potencial que tiene el lujo como generador de empleo.  Un acaudalado con sus caprichos da trabajo a diestro y siniestro y por eso es tan importante que haya alguien que se dedique a señalarles objetivos originales y exclusivos, es decir, al alcance de unos pocos: el colmo de la tentación para los pobres de entendederas que, no nos engañemos, son la inmensa mayoría de los humanos tengan el dinero que tengan. 

Y es que si hay algo mal definido eso es el concepto de riqueza.  Está claro que para el pueblo llano está ligado al dinero que se posee, pero en eso, como en casi todo, está completamente equivocado. Claro, habrá quien me diga que yo no soy quien para hablar del asunto porque carezco de experiencia directa al respecto. Es verdad, pero a un cierto nivel la tengo y si a ello se le añaden mis más que probadas dotes para la extrapolación, pues, entonces, puedo concluir que la única riqueza que conozco es la del "cuanto tengo que no necesito". Y no es que lo diga yo, esa conclusión viene de muy lejos y ha aguantado los siglos, incluso milenios, sin perder un ápice de su pureza primigenia. Además, puestos ya a rizar el rizo a base de frases hechas, les añadiré que también de lejos viene la convicción de que "de balde compra el que compra lo que ha de menester".  

Concluyendo, que esto de ser rico, para tipos como yo, es algo muy relativo y siempre  en función del numero de compromisos que uno contrae y la calidad de los mismos. No es lo mismo, un suponer, comprometerse con un voluntariado cualquiera que comprometerse con quién sea para ir a cenar suspendido de un artilugio sobre la piscina de un hotel de Venecia o Barcelona. En el primer caso te enriqueces sin paliativos, lo mismo que sin paliativos te imbecilizas en el segundo. Lo cual no quita para que se deban tener en cuenta aspectos que van mucho más allá de lo personal y se sumergen en los movedizos fundamentos de la paradoja: desde una óptica adamsmithniana son mucho más provechosos para el bienestar de las naciones los imbéciles que suspenden de un artilugio para cenar sobre la piscina de un hotel en Venecia o Barcelona que no unos voluntarios que, a la postre, y como ya se apresuraron a señalarme los "proscritos de Alar" cuando yo les animaba a hacer voluntariados, no hacen otra cosa que quitar puestos de trabajo a quien más los necesita. 

  
Por todo lo cual debemos concluir que uno nunca sabe a qué carta debe quedarse, porque, a lo mejor, si todos se dedicasen al enriquecimiento personal y nadie estuviese dispuesto a imbecilizarse seguramente esto acabaría a tiros por las calles. 

viernes, 7 de junio de 2013

¡Qué tiempos aquellos!



Uno nunca sabe porque la autoindulgencia la llevamos en los genes y hace falta tener mucho valor e inteligencia para saber sustraerse a su rentabilidad a corto plazo, pero yo les juraría por cien mil demonios hirsutos que si todavía aliento por las calles es gracias a la mariguana. Afortunadamente ya hace mucho tiempo que no necesito de sus controvertidos efectos, pero conservo intacta la simpatía por el producto y siento absoluta comprensión, y también compasión, cuando me percato que alguien a mi alrededor la está fumando, lo que, por cierto, suele ser mucho más frecuente de lo que algunos podrían pensar ya que según las estadísticas más fiables hay casi un 8% de españoles que lo hacen más o menos a diario. 

Para mí la mariguana no significó sino una muleta para poder seguir caminando a trancas y barrancas. Aliviaba la pesadumbre que me corroía el alma. Me proporcionaba momentos de gloria que me cosían a la vida. En definitiva, una terapia como cualquier otra de las que echa mano la gente atribulada, si bien, en este caso, al no estar avalada por la autoridad competente, presenta a las claras no pocas características de índole problemática, derivadas todas ellas, más que nada, de las cuestiones logísticas. Es decir, las naturales dificultades de suministro a las que condena un comercio cuyo  valor añadido es una función del riesgo subsecuente a la prohibición. 

Todas esas cosas a las que te sometes con resignación cuando todavía conservas un ápice de rebeldía, la suficiente, en cualquier caso, para no correr al ambulatorio a por las correspondientes dosis de prozac. El prozac o similares, que eso si que tiene enganchados a millones de personas a las que nadie mira cuando pasan porque como no exhalan humos olorosos apenas se les nota. 

Y ese es el caso, que, salvo esa inevitable experimentación del adolescente, cuando se fuma mariguana no se hace otra cosa que medicarse contra la depresión o como le quieran decir al no poder soportar la vida. Una medicación que entre otras ventajas tiene la de ser muy poco adictiva. Por no hablar de lo barata que le sale al erario público. 

Bueno, parece ser que las autoridades de muchos sitios están empezando a aceptar que las cosas son así. Y por eso la despenalizan. Una verdadera pena porque me consta que a la cannabina le viene de madre el efecto coadyuvante de la transgresión. Recuerdo que aquello de ir a pillar por los bajos fondos de la ciudad me daba mucha vidilla. ¡Qué tiempos aquellos!

jueves, 6 de junio de 2013

Beagleando



Yo, la verdad, después de mucho pensarlo creo que si hay una teoría infundadamente prestigiosa esa es la darwiniana de la selección natural de las especies. Pensar que son los mejores los que se imponen sobre los peores para perpetuar la especie quizá sirva en ciertos casos, pero apostaría doble contra sencillo que en el caso de la humana es exactamente lo contrario. Entre nosotros hasta el más ciego mental puede ver que son los más miserables los que más se reproducen y los más ineptos los que se muestran más dotados para buscarse la vida. De no ser así, o sea, si se reprodujesen más los que más medios tienen para dar una buena educación a sus vástagos y si gestionasen la cosa pública los más capacitados, a nadie se le puede escapar que, entonces, esto sería el paraíso. 

Así es que si estamos como estamos, tan endemoniadamente mal, es porque, por mucho que digan, el invento no funciona. Y es de lo más natural que así sea. Newton o Cavendish, dos de entre los mejores, no sé si tuvieron hijos pero me parece que no. Ni hijos ni vida social ni Cristo que lo fundó. Bueno, Cavendish se reunía las noches de luna llena con los del club de los lunáticos pero ni una más. Ahora dicen que es porque tenía el síndrome de Asperger. Ya saben, a los mediocres les ha dado por colgar el sambenito del Asperger a todo el que tiene una buena cabeza. A Glen Gould, por ejemplo. 

¡Leches! Ahora que caigo, me estoy pasando de nombres propios. ¿Será que estoy pillando el síndrome de la provincia? En fin, qué más da, de perdidos al río, como en "dos cabalgan juntos".

En definitiva, que todo parece indicar que los "aspergeres" son como estrellas que se apagan y los zopencos, como células cancerosas. Y eso lo explica todo. Porque por muy buena que sea la teoría que generan las estrellas si los encargados de ponerla en práctica son los zopencos, pues apaga y vámonos.

Por cierto que he leído en alguna parte que en un pueblo llamado Torrelodones las estrellas han sacado del poder a los zopencos y se han puesto al mando y la cosa ha empezado a funcionar con normalidad. Quizá ese sea el modelo para que volvamos a creer en Darwin
 

miércoles, 5 de junio de 2013

Vivir del cuento



Si bien se mira, pocas expresiones tendrá el idioma español que sinteticen tan a la perfección la idiosincrasia del pueblo como la de "vivir del cuento". Tan así es que se podría asegurar que no hay aspiración más legítima entre el común de la ciudadanía, y no sólo porque evita el tener que madrugar y cosas de semejante cariz desagradable sino, sobre todo, por el mucho prestigio que proporciona entre el personal de a pie. En realidad, no es para menos, porque "habérselo sabido montar" sin haber hecho para ello otra cosa que sacar a relucir las propias dotes para la charlatanería e intriga de pasillo o barra es cosa digna de toda consideración.  

Y el caso es que, a tal efecto, pocos serán los que puedan tirar la primera piedra y, a buen seguro, no seré yo quien me incluya entre ellos que, sin ánimo de presumir, bien puedo decir que soy un modelo acabado de esa suprema aspiración nacional. Desde joven me apunté a esa condición que me ha permitido andar toda la vida de la Ceca a la Meca sin haber  pegado para ello más de dos o tres palos al agua. Y digo esto, no por nada sino porque he aprendido de los más conspicuos adelantados locales que cualquier buen diagnóstico que se precie de tal debe comenzar, como les decía, por la pormenorización del currículo de su autor. Puntualizado lo cual, prosigo. 

Porque es que en estos tiempos que corren se está dando la circunstancia de producirse una situación que podríamos decir paradigmática en lo que a lo que nos traemos entre manos se refiere. Y es que hay unas cuantas miriadas de vividores que por arte de birli-birloque y sin apenas tener que hacer otra cosa que pronunciar la palabra "federalismo" en el lugar y la hora apropiada para que los medios de comunicación se hagan eco, se están pegando la gran vida sin que nadie tenga nada que objetar al respecto. Desde luego que es para quitarse el sombrero. 

Como se dice ahora, ya "venían apuntando formas" cuando inventaron todo este maldito embrollo del Estado de las Autonomías que, sino otra cosa, se ha mostrado como un inagotable nicho de empleo para vividores del cuento. El invento se ramifica hasta los más recónditos rincones del solar. Te vas, por ejemplo, a Manganeses de la Polvorosa y puedes estar seguro de que allí también encontraras una buena colla de esos especímenes prodigiosos. Pero es que ahora, con lo del federalismo, ya, es que están rizando el rizo. Porque es que, además, es el caso que esa panacea federal que nos están proponiendo sin explicar en qué consiste no parece que pueda ser otra cosa que lo que ya existe desde que nos dimos la actual Constitución en curso. ¿O es que acaso este modelo de Estado no es de corte federal? Así al menos lo ven los especialistas de allende las fronteras que se acercan por aquí a ver lo que pasa. Estoy cansado de escucharles. Más que federal, federal y medio, suelen apuntar con una muesca de sorna, como si considerasen que nos hemos pasado unos cuantos pueblos redistribuyendo funciones. 

En fin que, unos con lo del federalismo, otros con lo de "defender la vida", otros con lo de "a mayor abundamiento" y "no es de recibo", etc., etc., el  caso es que está esto de vividores del cuento que ya no cabe uno más. Menos mal que si miro por la ventana veo como salen del puerto, uno detrás de otro, los barcos cargados de coches relucientes... porque es que, sin duda, también hay aquí gente que por no saber vivir del cuento tienen que currar. O sea, los pringaos. 




lunes, 3 de junio de 2013

Camino de Damasco



"Mi madre quiere demostrarle a la suya que es más inteligente y que puede llevar el negocio familiar mejor de lo que ella lo llevó. Eso jamás va a suceder, porque no sólo no es cierto sino que es justo al revés."

Así comienza el artículo titulado "El último kilo de caviar" que publica Salvador Sostres en su blog Guantánamo del periódico El Mundo. Por lo visto la abuela de Sostres fundó en Barcelona un negocio de comida de lujo que iba viento en popa hasta que, por la edad, le traspasó la gerencia a su hija, la madre de Sostres. Desde entonces el imperio empresarial no ha hecho más que declinar. Y según explica Sostres no es por otra causa que la del cretinismo de su madre que no se deja aconsejar por la abuela y no hace más que fabricar enemigos y sembrar odio a su alrededor. Lo dice así: "Mi madre se ha pasado la vida peleándose con mi abuela y culpándola de todo, traspasándonos a mi hermana y a mi un odio desaforado e incomprensible, y la desazón y la angustia de luchar contra enemigos imaginarios y agravios que no existen". 

Bueno, si quieren pueden ir a la sección de blogs de El Mundo y leerlo. Sin duda es una pieza maestra del género. Pero también les diré una cosa: es imposible enterarse realmente de lo que va si no se sabe de dónde le viene el garbanzo al pico.  Porque de lo que en realidad se trata es de la caída del caballo camino de Damasco. 

Se da la circunstancia de que el Sr. Sostres se dio a conocer en la prensa local de Cataluña como un furibundo independentista. Eso no quitaba para que hubiera que reconocer la brillantez de su prosa y la claridad de su exposición. Algunos se fijaron y confiaron en él. Así, por ejemplo, cuando se hizo aquel lamentablemente fracasado intento de periódico digital, "Factual", Arcadi Espada que era el factotum del invento confió a Sostres la sección de gastronomía. Y no fue un tiro errado, se lo puedo asegurar. Luego fue el águila PJRamírez el que le sumó a la plantilla de El Mundo. Y también apareció por las tertulias televisivas de la capital sin pasar desapercibido. Un independentista furibundo en la mismísima boca del lobo se podría haber dicho. 

Bien, pues eso, lean y en donde pone la abuela interpreten España y donde pone la madre digan la Cataluña oficial. Pocas veces llegó a tanto el arte de la metáfora. Y la valentía del escritor. No en vano su divisa avisa que escribir es meterse en problemas.