lunes, 17 de junio de 2013

Casanova



El otro día hacían una entrevista en la BBC a una cineasta turca afincada en Londres. La preguntaban por esto y lo de más allá de su país que como saben está estos días en el candelero por razones bastante esperanzadoras. Pues bien, la respuesta a todas las preguntas se podría resumir en una: las dificultades que una sociedad como la turca pone a las personas que se quieren convertir en individuos. Es decir, que quieren pensar por su cuenta y riesgo. 

Ésta, la de hacerse individuo, es una cuestión que se suele pasar por alto, o ignorar si quieren, como tantas otras cosas que exigen valentía y determinación. Para empezar, no hay que tener miedo a quedarse solo ante el peligro. Porque sin soledad, que nadie se haga ilusiones, no hay forma de avanzar hacia nada bueno. O que merezca la pena. 

En el silencio de la soledad es donde el hombre se hace individuo, condición indispensable para saber de verdad lo que es disfrutar de la vida. Así lo resume Giacomo Casanova:

“Sans mystere point de plaisirs, sans silence point de mystere. Charme divin de mes loisirs, Solitude! Que tu mes chere!

Hacerse individuo, ser libre, es decir, convertirte en el enemigo público número uno. Y no sólo en Turquía. En cualquier lugar del mundo, por muy liberado de prejuicios que se considere, se tiende a marginar a los seres libres. Y no por capricho, no, es porque son el espejo más desagradable en el que se pueden mirar los que viven acogidos a la molicie que les presta la pertenencia a lo que sea, el grupo, la casta, la ideología... o sea, la inmensa mayoría de los mortales. 


La inmensa mayoría, y ahí reside el meollo de esta especie de torpeza con la que avanza el mundo. Si es que avanza. Porque todo el progreso, que nadie se engañe al respecto, se debe a las personas que se hicieron individuos. Seres libres. Los grupos, las masas, los pueblos, no hicieron otra cosa que poner palos a la rueda de la historia. 

Por cierto, una curiosidad, mi nombre, por lo visto, es la forma de decir en vascuence Casanova. 




3 comentarios:

  1. La forzosa unión entre libertad y ser un enemigo público no se me alcanza, quizás tengas muy pocas personas con las que comulgues, quizás haya mucha gente que te rechace, aunque si eres antisocial (como llaman ahora a los malvados) tienes muchas cartas para ser odiado por todos.

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  2. A veces pienso que el único objetivo de la educación debería ser el que los chicos fueran capaces de disfrutar de su propia compañía, o sea, de su soledad. Lo demás viene por añadidura.

    Una puntillosería de lingüista: "casanova" en vascuence sería "etxeberri", de donde vienen el apellido Echevarría y sus variantes o el nombre propio Javier. También hay quien opina que "Chamberí" tiene el mismo origen, pero eso parece más discutible. En el caso de tu apellido, como sabes, es un híbrido, posiblemente con una terminación en genitivo -ae, que evoluciona a -e. O sea, que más bien es "de Casanova". En fin...

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    1. Lo de aprender a estar sólo, efectivamente, me parece crucial. No creo que haya cosa a la que se pueda achacar tantos desastres como a esa patraña que llaman socialización cuando en realidad es amontonamiento y vampirismo. En fin,para escribir un tratado nos daría.

      Lo de mi apellido no es que me importe mucho, e incluso pensé en cambiármelo cuando iba por ahí y levantaba suspicacias que no eran para menos dadas las circunstancias que por entonces se vivían. Pero me han dicho que podía ser casanueva. Ahora, después de tu puntualización,lo tengo más claro.

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