Así es que si estamos como estamos, tan endemoniadamente mal, es porque, por mucho que digan, el invento no funciona. Y es de lo más natural que así sea. Newton o Cavendish, dos de entre los mejores, no sé si tuvieron hijos pero me parece que no. Ni hijos ni vida social ni Cristo que lo fundó. Bueno, Cavendish se reunía las noches de luna llena con los del club de los lunáticos pero ni una más. Ahora dicen que es porque tenía el síndrome de Asperger. Ya saben, a los mediocres les ha dado por colgar el sambenito del Asperger a todo el que tiene una buena cabeza. A Glen Gould, por ejemplo.
¡Leches! Ahora que caigo, me estoy pasando de nombres propios. ¿Será que estoy pillando el síndrome de la provincia? En fin, qué más da, de perdidos al río, como en "dos cabalgan juntos".
En definitiva, que todo parece indicar que los "aspergeres" son como estrellas que se apagan y los zopencos, como células cancerosas. Y eso lo explica todo. Porque por muy buena que sea la teoría que generan las estrellas si los encargados de ponerla en práctica son los zopencos, pues apaga y vámonos.
Por cierto que he leído en alguna parte que en un pueblo llamado Torrelodones las estrellas han sacado del poder a los zopencos y se han puesto al mando y la cosa ha empezado a funcionar con normalidad. Quizá ese sea el modelo para que volvamos a creer en Darwin
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