Me acuerdo que cuando el Sr. Manolo, el marido de la Sra. Esperanza, venía cocido a casa uno de cada dos domingos, reiteraba frases como "bordando fútbol" hasta que a los pupilos nos entraba la risa. Entonces la Sra. Esperanza, que siempre andaba de cara a los fogones, se volvía airada, le clavaba una mirada que no dejaba resquicios a la malinterpretación y después de unos largos segundos de expectante tensión le arrojaba un "¡eso!" descarnado que dejaba al Sr. Manolo petrificado. Entonces, algún pupilo, como quitando importancia al asunto, le preguntaba: "¿bordando fútbol, donde? En Zurín. ¿Y eso, dónde está? En Suiza. Entonces hacíamos cálculos y concluíamos que Zurín debía ser Zurich. Porque es que el Sr. Manolo lo mismo que era un manitas con la mecánica era un desastre con los nombres y nosotros solíamos aprovecharnos de las dos cosas. De los nombres para hacer chistes y de la mecánica para que, por ejemplo, nos arreglase el muelle partido de un Zipo que es que te le dejaba como nuevo.
Porque es que ahí esta el dato y la curiosidad del asunto que es que no hay cosa que más iguale a tontos y listos que el placer que todos sienten al engarzar palabras de forma retorcida para dar a entender lo que, por lo derecho, se cae por su peso. "Filete de mariposa", ¡átenme esa mosca por el rabo! Costará atraparla, pero, después, bueno sería que se identificase al autor del hallazgo para que los tontos que la repitan le paguen peaje de uso y disfrute. Los listos, no creo, que para todo hay clases y también para las metáforas.
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