miércoles, 5 de junio de 2013

Vivir del cuento



Si bien se mira, pocas expresiones tendrá el idioma español que sinteticen tan a la perfección la idiosincrasia del pueblo como la de "vivir del cuento". Tan así es que se podría asegurar que no hay aspiración más legítima entre el común de la ciudadanía, y no sólo porque evita el tener que madrugar y cosas de semejante cariz desagradable sino, sobre todo, por el mucho prestigio que proporciona entre el personal de a pie. En realidad, no es para menos, porque "habérselo sabido montar" sin haber hecho para ello otra cosa que sacar a relucir las propias dotes para la charlatanería e intriga de pasillo o barra es cosa digna de toda consideración.  

Y el caso es que, a tal efecto, pocos serán los que puedan tirar la primera piedra y, a buen seguro, no seré yo quien me incluya entre ellos que, sin ánimo de presumir, bien puedo decir que soy un modelo acabado de esa suprema aspiración nacional. Desde joven me apunté a esa condición que me ha permitido andar toda la vida de la Ceca a la Meca sin haber  pegado para ello más de dos o tres palos al agua. Y digo esto, no por nada sino porque he aprendido de los más conspicuos adelantados locales que cualquier buen diagnóstico que se precie de tal debe comenzar, como les decía, por la pormenorización del currículo de su autor. Puntualizado lo cual, prosigo. 

Porque es que en estos tiempos que corren se está dando la circunstancia de producirse una situación que podríamos decir paradigmática en lo que a lo que nos traemos entre manos se refiere. Y es que hay unas cuantas miriadas de vividores que por arte de birli-birloque y sin apenas tener que hacer otra cosa que pronunciar la palabra "federalismo" en el lugar y la hora apropiada para que los medios de comunicación se hagan eco, se están pegando la gran vida sin que nadie tenga nada que objetar al respecto. Desde luego que es para quitarse el sombrero. 

Como se dice ahora, ya "venían apuntando formas" cuando inventaron todo este maldito embrollo del Estado de las Autonomías que, sino otra cosa, se ha mostrado como un inagotable nicho de empleo para vividores del cuento. El invento se ramifica hasta los más recónditos rincones del solar. Te vas, por ejemplo, a Manganeses de la Polvorosa y puedes estar seguro de que allí también encontraras una buena colla de esos especímenes prodigiosos. Pero es que ahora, con lo del federalismo, ya, es que están rizando el rizo. Porque es que, además, es el caso que esa panacea federal que nos están proponiendo sin explicar en qué consiste no parece que pueda ser otra cosa que lo que ya existe desde que nos dimos la actual Constitución en curso. ¿O es que acaso este modelo de Estado no es de corte federal? Así al menos lo ven los especialistas de allende las fronteras que se acercan por aquí a ver lo que pasa. Estoy cansado de escucharles. Más que federal, federal y medio, suelen apuntar con una muesca de sorna, como si considerasen que nos hemos pasado unos cuantos pueblos redistribuyendo funciones. 

En fin que, unos con lo del federalismo, otros con lo de "defender la vida", otros con lo de "a mayor abundamiento" y "no es de recibo", etc., etc., el  caso es que está esto de vividores del cuento que ya no cabe uno más. Menos mal que si miro por la ventana veo como salen del puerto, uno detrás de otro, los barcos cargados de coches relucientes... porque es que, sin duda, también hay aquí gente que por no saber vivir del cuento tienen que currar. O sea, los pringaos. 




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