Cuando hace unos años decidí refrescar mis conocimientos matemáticos empece por pasarme por la sección de electrónica de unos grandes almacenes para agenciarme una computadora a tal efecto. Es increíble lo que puede hacer un aparato que sólo cuesta 19 euros. Grados a radianes, naturales a neperianos y de ahí para arriba lo que quieran y como si tal cosa. Pues bien, la impresión general que yo saco mirando esas encuestas, o conversando con gente que te encuentras por ahí, es que, al igual que yo fui a por una computadora matemática, el personal se acerca a las grandes superficies para proveerse de una computadora digámosle que ideológica. Son de una fiabilidad estremecedora. Escribe usted, un suponer, la pregunta que les decía de la Merkel, luego da al botón de la ideología que más le mola y en una fracción de segundo tiene la respuesta. Bueno, me he enterado de que en algunas provincias la gente está tan segura de sus convicciones que ni computadoras ni letxes, se hacen instalar un chip específico en el cerebro que le libera de caer en la tentación de probar con las diferentes teclas de la computadora. Si es liberal, o conservador, o socialdemócrata, o de la cosa nostra, a quoi bon perder el tiempo con inútiles consultas y especulaciones. Un chip en el cerebro y como la seda toda la vida. Por así decirlo, no tienes para nada que dejar de hacer bolillas para contestar con precisión sobre cualquier tema de índole trascendente.
Sin duda esto de la adscripción es algo sumamente liberador. Te adscribes a lo que sea, sabes donde estás y haces amigos. A lo mejor, incluso, hasta encuentras un empleo de liberado que es como decir que sólo tienes que ir a la oficina a la hora de los pintxos con el chip conectado. O sea, a practicar un rato la democracia directa. Bueno, algún día de fiesta puedes participar en una karmesse provida, o pro causa palestina, o, ya puesto, en una cadena humana a favor del derecho a un clima igual para todos. ¡Pour quoi pas si eso es lo que la gente quiere!
Por cierto que en Suiza, en donde se hacen muchos sondeos vinculantes a la gente, ha resultado ser que no quieren que se les baje el sueldo a los banqueros. Y mira que lo tienen alto. De escándalo dicen. Claro que nunca tan alto como Cristiano Ronaldo que con el sueldo de un mes va sobrado para comprarse un ático de trescientos metros cuadros en la mismísima milla de oro de la capital. Pero, bueno, en realidad todo el mundo sabe que los suizos son muy suyos en la cosa de los bancos. Lo mismo que los españoles en lo del furbo. Y es que hay temas en los que la adscripción viene dada con la inscripción en el registro civil. ¡Pues anda que no!
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