Se lo diré en román paladino: ¿se puede andar por ahí opinando, mandando, organizando, disponiendo del tiempo y dinero de los demás sin saber cálculo? Pues bien, si nos atenemos a la cruda realidad, parece ser que sí. Pero si nos ponemos después a indagar las causas de tanto desastre colectivo es muy probable que lleguemos a la conclusión de que una de ellas, y no de las menores, es que entre la clase dirigente en general hay demasiada gente de "letras". O sea, que no disponen de los recursos intelectuales necesarios para calcular con cierta precisión los máximos, los mínimos y los puntos de inflexión de un proceso cualquiera, por ejemplo.
Recuerdo que hasta hace no mucho tiempo la gente declaraba ser de "letras" con un cierto orgullo. Era como parafrasear aquello de "mi reino no es de este mundo". Ya se sabe, las elevadas cosas del espíritu. Al final todo quedaba en mucha palabrería hueca adobada de mucho nombre propio. Afortunadamente eso está cambiando.
Esta cambiando en ambas direcciones. Las letras son más ciencias y las ciencias más letras. En resumen, todo es uno. El otro día pude escuchar unas cuantas perlas al respecto en un coloquio organizado por "The Guardian" entre en el novelista Ian Mcwan y el físico teórico Nima Arkani-Hamed para explorar las similitudes, diferencias y conexiones entre el arte y la ciencia. Nos remitía Nima a You Tube en busca de los vídeos de Leonard Bernstein para señalarnos la similar inevitabilidad que impera en las leyes físicas que explican el universo y en la sucesión de las notas en el primer movimiento de la primera sinfonía de Beethoven. Y entonaba esas notas con una precisión sorprendente. Por su arte Ian explicó cómo el llegar a la comprensión del cálculo le había servido para saber valorar de otra manera la grandeza del espíritu humano.
En fin, que qué otro mundo sería éste si los presidentes y ministros y directores de colegios y hospitales y periódicos, tuviesen que pasar por un examen de derivadas e integrales para poder acceder al cargo. Ya te digo.
Desde luego que eso de las ciencias y las letras es una chorrada de órdago. Ya lo decía Ortega: alguien debería contar algún día las horas que pasó Velázquez pintando. Si no empiezas por ahí, no vas a ningún lado.
ResponderEliminarO las que pasó de Lucía tocando. Al final no sabe uno si toca así porque los dioses le dieron ese don o por que se lo dio él a sí mismo a base de insistir.
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