Lo que me pregunto es hasta que punto hubiese podido ser diferente la salida a la dictadura del Sha, o si me apuran de la de Franco, si aquellos señoritos que leían a Marx, Marta Harnecker y cosas así, hubiesen leído a Popper, Hayeck o Adam Smith. Si en vez de haber encandilado a las masas con la milonga de la repartición de la riqueza las hubiesen predispuesto a la reflexión... bueno, qué burrada estoy diciendo: masas y reflexión es el mayor oxímoron que pueda salir de mente humana.
Sí, sin duda es un asunto que todavía está por dilucidar. Saber en que medida toda esta estupidez reivindicativa por una parte y toda esa permisividad suicida por la otra, que venimos padeciendo en este país no tiene su origen en que los señoritos equivocaron sus lecturas en aquellos encantadores años. Porque claro, hay una cosa que nadie osa decir, pero que va de soi: los señoritos cuando lo del Sha, lo mismo que cuando lo de Franco, vivían como Dios. Y ya saben de los peligros que se derivan de vivir como lo que no eres, que te superas día tras día en hacer lo que sea con tal de parecerlo. Lo que sea, claro está, que sea agradable y fácil, que para eso eres señorito y, lo más importante, quieres seguir siéndolo.
En cualquier caso, qué diferentes salidas de una y otra dictadura. Cuestión de porcentajes de señoritingos, supongo.
En mi curro tenemos unos sesenta chaveas saudíes. Son el colmo de la amabilidad, la disciplina, la educación, el buen estar y el esfuerzo. Hablan un inglés y un japonés perfecto y, aunque sé por propia experiencia que uno no se comporta igual en su tierra que en el extranjero, me parece muy difícil pensar que estos muchachos se conviertan en unos descerebrados al regresar a su tierra después de terminar sus cuatro, ocho o diez años en mi universidad. No sé muy bien qué leerán, pero un día de estos se lo pregunto.
ResponderEliminarSeguro que te dicen que El Corán. Menudo chollo para alguien que es hombre y rico.
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