martes, 3 de diciembre de 2013

Matrices




"Menos militares, más escuelas y hospitales", gritaban ayer por los megáfonos en la Puerta del Sol unas señoras que a todas luces andaban por allí buscando novio. Una de ellas de no mal ver se percató de mi apuesta figura y vino lanzada, panfleto en mano, a ver, supongo, si por fin solucionaba su problema. No sé qué sería lo que le dije, pero sin duda no le gustó nada porque me dejó plantado y continuó gritando por el megáfono con redobladas energías. La verdad es que me fijé poco en lo que decían porque había por allí cosas mucho más interesantes, pero mi impresión fue que cuanto más gritaban y espacio ocupaban menos caso les hacía la gente. 

El caso es que el asunto me hizo gracia más que nada porque estos días he echado unas cuantas horas en profundizar en el asunto ese de las "matrices" y los "determinantes". Vaya por delante que soy un principiante en la materia lo cual no es óbice para que no me dé cuenta del enorme potencial que tienen esas operaciones. Invirtiendo una matriz, es decir multiplicando el inverso de su determinante por la traspuesta de su adjunta, o algo así, se resuelven muy lindamente sistemas de ecuaciones con muchas variables, lo cual no es cuestión baladí pues, si bien lo consideramos, ¿que es la vida sino una continua sucesión de sistemas de ecuaciones por resolver? La mayoría de ellas de una complejidad tan apabullante que si no fuese porque siempre hay por ahí almas caritativas, o filantrópicas si es que así les gusta más, dispuestas a resolverlas por amor al arte, la mayoría de nosotros andaríamos todavía subidos a los árboles.

Lo gracioso que les decía es que la mayoría de esa gente que va con pancartas por las plazas o tertuliea por los platós o en las barras de los bares se piensa que invertir una matriz es cuestión de poner cada uno de sus elementos debajo de un uno y santas pascuas. Así, claro, cuando dicen que han resuelto los sistemas de ecuaciones lo que en realidad han hecho es el burro. Y a los burros, otra cosa no, pero todo les cuadra divinamente. Quitan a los militares porque sin militares, va de soi, no puede haber guerras, y aumentan el gasto en escuelas porque el que los chavales aprendan no es cuestión de que sus padres, vecinos y maestros vayan un poco menos al bar y vean menos basura televisiva, y lo mismo lo de los hospitales que, con unos pocos más, aquí no se moriría ni Dios y a ver de donde salía para pensiones. 


La verdad es que nos pasamos la vida hablando de cosas de las que no sabemos un carajo y yo el primero. También es verdad que, por lo general, si de la palabra no se pasa a la acción se suele hacer poco daño e, incluso, algo de beneficio en ocasiones. Por no citar lo que entretiene que, eso, apuesto, es mejor para la salud que los hospitales. En fin. 

2 comentarios:

  1. Sí, hombre, que se lo digan a los chinos, que con los avioncitos nos quieren tocar por aquí las pelotillas estos días... o eso quieren hacernos pensar, porque en el fondo, como diría el sabio, el problema más grande que tienen es el que hacen muchos más calzoncillos que culos y si no no los venden a nosotros, ya ves tú.

    Por cierto, la manifestanta, con su pan se lo coma: ella se lo ha perdido

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  2. Lo más probable es que los dirigentes chinos quieran distraer la atención de sus mandados con temas nacionalistas. Han visto el buen resultado que les da a catalanes y vascos y no se lo han pensado dos veces.

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