lunes, 27 de enero de 2014

De Man From Earth



Oldman está cargando cuatro trastos en el coche para largarse con su música a otra parte cuando aparecen unos amigos que quieren despedirse. A Oldman no le gustan las despedidas, por eso se iba en silencio, pero como no es un mal educado se queda a compartir una botella y dar unas cuantas explicaciones sobre su extraña conducta. Oldman se va de los sitios sin ningún motivo aparente para los demás, pero sí para él. Le pasa más o menos cada diez años, cuando empieza a notar que no está envejeciendo como es debido. ¿Y saben por qué no envejece como es debido? Porque la comodidad que proporciona el dominio del espacio le está convirtiendo en un vampiro. Y los vampiros, por definición, no envejecen porque no viven. 

Te vas a otro sitio, retomas la vida y continuas envejeciendo. Oldman, con sus idas y venidas, ya va para los 14000 años. En realidad es un hombre de Cromañon que lleva dentro de si la historia completa de la humanidad. La historia tal cual, desnuda de mitos, que no otra cosa es envejecer adecuadamente. 

Me pasó la película mi sobrino Javi. Tenía interés en que la viese. Y yo se lo agradezco en el alma porque después de verla he comprendido un poco más el porqué de que nunca haya podido permanecer mucho tiempo en el mismo sitio. Era mi afán de envejecer como Dios manda. De huir del vampiro para poder regresar a Cromañon. De aprender cuatro cosas, en definitiva, para que no me den gato por liebre. Aunque, sospecho, todo ha sido en vano. 

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