martes, 14 de enero de 2014

¡Me las follaría a todas!



No sé hasta qué punto se estarán pasando de la raya ese setenta y pico por ciento de franceses que piensan que las aventuras amorosas de su presidente no les concierne en absoluto. En cualquier caso si la cinematografía de un país es, o debe ser como dicen, un fiel reflejo de la sociedad de ese país debemos concluir que nada más normal para un francés, del presidente a lo más bajo, que hacer de su vida un continuo marasmo amoroso, tomándose, eso sí, unos pequeños descansos para las largas colaciones bajo los tilos de la casa de campo familiar... en las que, invariablemente también, se hablará largo y tendido de las cosas del querer. No sé, claro, pero esto de esforzarse tanto en darle tantas vueltas a lo que sólo tiene una que hasta el más tonto conoce, a saber, que la jodienda no tiene enmienda, pues eso, que se me antoja inmadurez cuando no simple carencia genética. 

El caso es que ayer había una cadena de televisión francesa, seguramente en manos de los adversarios políticos del Presidente Hollande que no paraba de airear el affaire en todas sus dimensiones. Sí, sí, decía uno, asunto privado para la mayoría de los franceses, pero no para el resto del mundo que lo destaca en todos sus medios de comunicación. Claro, decía otro, el problema es esa atracción fatal que sienten las jolie femmes por los hombres de poder. Y otro añadía que teniendo tal barullo en casa es muy difícil que se pueda concentrar en l0s asuntos de Estado. 

Luego en la calle le preguntan a un tipo cualquiera con pinta tirando hacia lo más llano del pueblo: ¡Ah, oui, c´est le President!, contesta como diciendo, a quoi bon ser el Presidente si no es para tirarse a la que quiera. Y es que hasta el más inculto de los franceses sabe que Napoleón interrumpía todos los días una o dos veces por un cuarto de hora sus consejos de ministros para retirarse a un cuarto que le habían acondicionado allí al lado donde le esperaba alguna de las actrices o cantantes en la cresta de la ola del momento. Sin duda su potencia sexual contribuyó, acaso más incluso que su inteligencia estratégica, a crearle entre las gentes sencillas ese aura de héroe legendario que todavía se conserva intacta. 

Como decía un compañero de colegio, bastante primitivo él: ¡me las follaría a todas! Pues bien, que nadie se engañe, ese es el sentimiento más profundo del ser humano macho que está en el origen de todo. Del ansia de poder, de dominar a los otros... y los petits a conformarse con ver esa foto de una tal Mariló Montero en la que se le ve el tanga por debajo de un pantalón transparente. No ha habido medio de comunicación patrio, incluidos los que son portavoces de los que se quieren ir, que no la haya publicado: España entera, hecha piña, está a lo que está. Para que luego digan.  

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