Si yo fuese el Todopoderoso lo primero que haría sería mandar gravar con letras de oro en los frontones de todos los Parlamentos del mundo la siguiente máxima shakesperiana: "El que se queja y no actúa engendra pestilencia". Les pondré unos ejemplos para que no quepan dudas.
Los famosos expresos de ETA que andan estos días poniendo en un ¡ay! a las que se ha dado en denominar "víctimas del terrorismo" y a todos sus corifeos. Por qué no se van a poder reunir los expresos si, por un lado, nada deben ya a la justicia y, por otro, nada tienen que temer de aquellos a los que ofendieron. Pusiéranles estos a aquellos una bomba bajo el culo a nada que se descuidasen y ya veríamos lo distinto que iba a ser todo. Pero no, mejor dedicarse a engendrar pestilencia y a recoger las migajas que la gente caritativa suele arrojar a los apestados.
El soberanismo catalán. ¿Donde estaría a estas alturas si el resto de los españoles les hubiese hecho frente por el simple procedimiento de no comprar en la medida de lo posible productos fabricados en Cataluña? De hecho, cuando viví en el agro catalán pude comprobar que en los supermercados de la región la gente sólo compraba productos made a casa nostra que se exhibían en estanterías aparte. Como buenos mafiosos que son saben jugar a parecer víctimas sabiendo que son verdugos. Y sabiendo también que sus víctimas son unos cagaos que nunca pasarán del lamento.
Y luego viene toda esa chusma socialdemócrata y dice, no, eso no se puede hacer porque la violencia engendra violencia. Pues claro, hombre, eso es lo sano. Eso es lo que hace que el malo pare cuando ve que tiene las de perder. Lo que nunca vas a convencer al malo es haciéndole caricias. No, la ciencia de la pacificación va en el sentido de que si tu me haces mal yo te hago mal y medio. Porque, además, sabes que puedo. Esa es la historia de la humanidad y todo lo demás cuentos de la mona.
En fin, que, claro, se supone que tenemos un deber moral de empatía con las victimas del terrorismo en particular y con las víctimas de todo tipo en general. Fracamente, empiezo a estar hasta el gorro de tanto almíbar. Y de tanto querer ponerlo todo en manos del Estado aun a sabiendas de que Estado es la cúpula de una corporación gigantesca que nos ve como piezas de recambio. No sé, pero me están empezando a caer simpáticos los de la Asociación del Rifle. A buenas horas hubiese habido Etas ni Etos si por aquí hubiese algo semejante.
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