lunes, 29 de septiembre de 2014

A veure

 
 
Ir con la verdad por delante cuando se trata de las cosas pequeñas, como los sentimientos en general y el amor en particular, es de idiotas. Ya se lo dijo Julieta a Romeo en pleno rapto de exaltación amorosa: "te seré tan fiel como las más expertas en el arte de fingir". Pero de más idiotas todavía es andarse por las ramas cuando están en juego las cosas serias. Verbi gratia, la supervivencia de la especie o el mantenimiento del status. Entonces conviene ser claro como el agua cristalina. Lanzar dardos certeros cual Diana Cazadora. Breves y concisos: quieres peces, pues mójate el culo.

A veure, ustedes quieren quedarse con algo que es mío por derecho, ¿no es así? Pues, entonces, quítenmelo. Ya saben, lo que se hizo siempre en estos casos, comprar kalashikovs y echarse al monte. Es bien sencillo. Nada proporciona cimientos más fuertes a la patria que la sangre derramada por sus hijos.

A partir de ahí, usted cumple los pactos o le rompo el espinazo. Eso es todo.

Pero claro, como dijo Nosequién, está esto de idiotas que no cabe uno más. Para que se hagan una idea les transcribiré el párrafo de un artículo aparecido hoy en el Periódico Global, el antiguamente autoproclamado Diario Independiente de la Mañana: "E igual sucede en Cataluña, donde la mayoría de la población, aunque no se sienta antiespañola, también está harta de la insufrible altanería e indisimulado desprecio con que ha sido tratada por la casta político-mediática del PP, cuyo resentimiento anticatalán se ha hecho sentir de forma sangrante desde que Aznar se vio obligado a pactar con Pujol." ¡Insufrible altanería e indisimulado desprecio! Se habrá quedado ancho el payo. Y si, además, añade lo de la casta político-mediátca ya, sospecho, habrá padecido orgasmo.

No es otro el problema que tenemos, todos estos idiotas concoctés en las sacristías esforzándose por hacer creer a los chorizos que se lo pueden llevar de calle a poco que den la vara... que, si no, ya ni te digo el tiempo que haría que hubiésemos dejado de oír hablar del asunto.

En resumidas cuentas: de aquella inflación de sacristías, esta plaga de descerebrados. De esta plaga de descerebrados las fundadas ilusiones de los chorizos. Así que si se quiere poner remedio ya se sabe que hay que empezar por llamar idiotas a los idiotas. Sin la menor concesión a la caridad. Después, lo dicho, cojan señores chorizos las armas y desángrense. Con unos cuantos cientos de miles de mártires seguro que lo consiguen.  

sábado, 27 de septiembre de 2014

Sin subvenciones Y amén

 
 
 

Se dijo hasta la saciedad que con la llegada de los fachas al poder la cosa de la cultura se iba a ir a pique. El cine y todo eso. Ya se sabe, izquierda culta, derecha pesetera. Los tópicos tontos que circulan al amparo de la incuria intelectual que proporciona la desmesura dionisiaca imperante. ¡Ay, qué tiempos aquellos cuando la noche era sólo para los poetas!

En cualquier caso, la realidad, mi realidad, es que de Buñuel para acá nunca se vieron películas españolas tan buenas como las de Paco León. Con Paco me pasa como con Houelebecq, que me desvelan ciertos aspectos de mi personalidad que detesto y que están en el origen de tanta crítica autojustificadora y tanto deseo de huida. Es, sencillamente, una cuestión de cobardía para enfrentar la vida y un sentimiento como de derecho a que te lo den todo resuelto, es decir, a arrojar sobre los otros tus problemas. 

Carmina es un dechado de virtudes cívicas que son, no nos engañemos, las únicas que cuentan. Escucha, confía, no juzga en vano, actúa y, sobre todo, resuelve. De sus marrones, que no son mancos, no deja ni un ápice para que se lo coman otros. Es, para que nos entendamos, el antivampiro por excelencia. Lo más que se puede ser en este mundo socialdemocratizado.

Carmina, el camino de salida de todas las crisis que nos asolan. Créanlo.

martes, 23 de septiembre de 2014

Mis dioses



El otro día hubo fuego en una perrera de Manchester. Un número indeterminado de perros quedó maltrecho lo que suscitó una oleada de compasión que en menos de lo que se dice recaudó un millón de libras para reparar los daños. Hoy veo que enfermos de hepatitis son abandonados a su suerte porque la sanidad pública se siente incapaz de sufragar los tratamientos de 60000 euros por persona. Sería absurdo sorprenderse y menos indignarse por esa diferencia de trato que tan bien retrata el sentir de no sé si la mayoría pero sí desde luego de una proporción significativa de la humanidad. Ya saben, hermano lobo, hermana hiena. Por eso el Papa se llama Francisco, por el de Asís, y a la gente le cae tan bien aunque cada vez pinte menos. 

Sin embargo, no todo es paradoja. Hay situaciones en las que la consecuencia es absoluta. Un lince inglés que ha hecho su fortuna gracias a su habilidad con los números ha donado 5 millones de libras para que el Museo de la Ciencia de Londres dedique un ala a las matemáticas. El proyecto, ya en marcha, está dirigido por una arquitecto angloiraní que también es matemática. 

Así es el mundo y que dure. Porque seguramente esa es la única forma de que haya cierta armonía. Unos con el "soma", o los husmeaojetes, que tanto da, y a obedecer, y otros con las matemáticas y a decidir. Los épsilons y los alfa. Y cada vez, da la impresión, más distancia les separa y, por tanto, más fácil es que funcione porque más díficil es que choquen.  

Así que cada cual adore a sus dioses y haya paz en la tierra. Yo, tengo claro cuales son los míos. Y si tienen a bien conservarme la salud desde aquí prometo que peregrinaré a The Mathematics Gallery of the Science Museum in London tan pronto como esté acabada. De aquí a dos años o así. Bueno, y ya puestos, aprovecharé para visitar la galería dedicada a Physics of Sustainability at The Cavendish Laboratory in Cambridge. No se me ocurre mejor manera de dejar este mundo que con ese viaje radicalmente iniciático. ¡Ay, si mi hubiesen pillado estas veleidades de joven! Lo que hubiese podido llegar a mandar que es, en realidad, lo que de verdad me hubiese gustado hacer. 

lunes, 22 de septiembre de 2014

Día sin coches



He ido al centro a hacer gestiones y al volver, como llovía, he tomado el autobús. El conductor me ha dicho que hoy era gratis. No le he preguntado el porqué, pero al apearme he visto que el autobús que venía de frente llevaba en el rótulo frontal la leyenda "DIA SIN COCHES". He pensado que quién lo hubiese dicho porque mi impresión al pasear por la ciudad ha sido que la mermelada circulatoria era más densa que nunca. Me había fijado en ello porque acababa de leer en la prensa que para el año 2020 se piensa cerrar al trafico, excepto el de residentes, todo el espacio que circunda la M-30. Si se cumple lo prometido será un paso de gigante para hacer realidad el viejo sueño de convertir a Madrid en la antesala del cielo. La Gran Vía, la Castellana, el Prado, cruzando por donde te dé la gana, ni te digo el prodigio que eso puede ser. 

Yo comprendo que a la gente le cueste mucho bajarse del coche y echar a andar. Se suele sostener que se usa por necesidad, por comodidad, por veinte mil bonitas escusas, pero no es más que una cuestión de adicciones. El adicto se siente seguro en su adicción y eso es todo. El precio que está pagando, ni lo piensa y, si lo piensa, lo da por bien empleado. Y sólo le horroriza una cosa, que le pongan difícil el suministro. 

De adiciones, todo el mundo tiene su lote. Otra cosa es que cada cual sea consciente de las que soporta. Cuando están muy extendidas entre la población, como el coche, o en tiempos el tabaco, ni siquiera se consideran como tales. Son lo normal o, incluso, es cultura. Si son minoritarias, te convierten en friky o miembro de una tribu. Pero, en cualquier caso, reconocidas o no, extendidas o minoritarias, son una máquina de limitar en el mejor de los casos y de torturar en todos los demás. ¿Se imaginan una vida en la que los mejores momentos están marcados por el hallazgo de un aparcamiento libre? Y por tal es que con la madurez, si es que llega, que suele ser raro, lo primero que se hace es limpiarse de adicciones heavys y, por aquello del horror al vacío, quedarse con unas cuantas intrascendentes de las que sólo limitan... como el golf, la ópera y así. 

Claro, el problema surge cuando la adicción pasa de ser autodestructiva a arma de destrucción masiva. Porque allí cada cual con sus pulsiones, pero a mí que no me salpiquen. Si me salpican me cago en tus muertos y llegamos a las manos. Y ahí es donde el político de turno se retrata, ya sea cortando por lo sano, ya sea socialdemocrateando, o sea, haciendo el capullo. Chicos, sed buenos y cosas así. Y claro, por esa babosidad es que hoy, día sin coches, haya más coches que nunca por las calles de Santander. Si es sin coches es sin coches, porque al que amaga y no da le dan dos veces. Es como lo que pasó con el tabaco, que empezaron con paños calientes y sólo creaban más problemas. Cortaron por lo sano, y de pocas medidas que se hayan tomado en los últimos tiempos está la gente más satisfecha. Tanto, que parece que aquello fue en la noche de los tiempos. 

Anyway, el camino está trazado. Los coches en las ciudades, como el tabaco en los bares, al baúl de los recuerdos. Cuestión de tiempo. De poco tiempo espero, porque, si no, ya me dirás tú lo que a mí me va a importar.  

sábado, 20 de septiembre de 2014

Pisando a fondo



Venimos justo de aprobar en el Parlament la sobirania de Catalunya. Diez de la noche, Josep Cuní, la estrella indiscutible de la  tv a casa nostra va a entrevistar al President Artur Mas. Como preámbulo de la representación aparece en pantalla la famosa escena de "Rebeldes sin causa" en la que James Dean se arroja del coche justo al borde del precipicio. No sé si se acordarán. Se trataba de una carrera entre adolescentes por ver quién era el primero en llegar al borde del precipicio. Dean, que era más listo, y sobre todo más guapo, se salva por los pelos, pero su competidor se precipita en el vacío con las consecuencias consiguientes. Por lo que me han contado, después de ver esta escena, tan sugerente dadas las circunstancias, toda la entrevista fue un diálogo de besugos. 

Hace dos días, referendum de autodeterminación en Escocia. A las ocho menos cuarto pm estoy viendo el telediario de ARTE. Las imágenes esperadas: los jóvenes del sí inundan las calles con alboroto como dando por segura su victoria. A continución, por derecho de referencia, pasamos a Cataluña. La marea de esteladas a perte de vue que dicen los franceses como metáfora de lo infinito. Sigue una entrevista en la que el entusiasmo y la contundencia de la entrevistada es indescriptible. Nosoltres els catalans una raza superior, en definitiva. Sólo un pequeño detalle que da idea de la sutilidad de la cadena ARTE: la entrevistada no llega a los catorce años. A continuación la cámara se pasea por entre la marea y queda claro que está compuesta en su inmensa mayoría por niños y viejos. Resumiendo: ¿se acuerdan de aquella escena de "Cabaret" en la que unos adolescentes uniformados llegan a un merendero y se ponen a cantar canciones patrióticas? Pues eso. 

Ya lo dijo el poeta, juventud divino tesoro. Que se lo digan al Mr. Salmond, que se lo digan al Sr. Mas, que se lo digan a Hitler. Recuerdo que cuando tenía doce años o así me llevaron a un campamento de verano en Laredo regido por lo que se conocía entonces por Frente de Juventudes, una especie de juventudes hitlerianas o cosa por el estilo. Bueno, tengo que decir que a los dos días de estar allí agarré una cagalera que casi se me lleva al otro barrio. Pasaba las noches de la tienda a las letrinas y de las letrinas a la tienda. Se lo conté a mis padres, pero me obligaron a resistir. Les estoy agradecido por ello. A la mierdosa comida que nos daban allí, se añadía el hacernos pasar todo el día haciendo instrucción, aprendiendo el armar y desarmar fusiles, marchando por las dunas llenas de lagartos al ritmo de "Sole, Sole, cuanto me gusta tu nombre Soledad" y canciones por el estilo. Fue realmente esclarecedor todo aquello, y dos años después ya me habían expulsado del colegio por haber tenido unos argumentos con el profesor de Formación del Espíritu Nacional. Tampoco en aquella ocasión se pusieron mis padres de mi parte por lo que les sigo estando agradecido. Ni te digo todo el aprovechamiento que he sacado a lo largo de la vida a aquellos reveses. 

Siempre ha sido, es y será igual. Los aprendices de brujo por ley de oficio siempre ponen en el centro de su estrategia a la juventud. Sus ventajas son infinitas. Su entusiasmo para comprar motos vistosas. Su memoria virgen para recordar y cantar slogans. Su capacidad para el alboroto y hacer parecer con ello que las cosas son mucho más de lo que son. Y en última instancia, su rara habilidad para armar y desarmar fusiles. 

Juventud divino tesoro, sí, pero ya te vas para no volver. Y entonces las motos ya no se compran sólo por su vistosidad ni la memoria es virgen, ni gusta el alboroto. No digo ya lo de armar y desarmar fusiles. Y al final, cuando llega el referendum, pues va a ser que no. Son las cosas de la vida. 

viernes, 19 de septiembre de 2014

Les petits bourgeois


Dijo el Señor: !!Ojalá fueses frío o caliente! Lo frío es lo opuesto a lo caliente, ahora lo frío es un estado definido y lo caliente también pero lo tibio es un poquito frío y un poquito caliente. Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque la tibieza es símbolo de hipocresía.

Me mandan un mail con reproches sobre lo que dije ayer sobre los tibios respecto de lo que pasa en Cataluña. Sin embargo, como hablaba de algo que he vivido en propia carne me dejaría cortar la cabeza si no hay lógica en mi apreciación. Porque la realidad es que cuando yo advertía en los inicios del proceso, allá por los primeros ochenta, a ciertos amigos y conocidos sobre la deriva mafiosa o claramente fascista de los acontecimientos me enviaban directamente al limbo de los extraviados. La ridícula imposición de un idioma pueblerino, por ejemplo, les parecía de lo mas natural porque como a ellos, por ser nativos del lugar, no les afectaba en negativo sino acaso positivamente, pues ¡qué hay de malo en ello! Su asquerosa tibieza les impedía comprender que con su estúpido consentimiento estaban contribuyendo a levantar el muro de la división. Y como lo del idioma mil ejemplos que podría ponerles, pero no quiero cansar. 

En definitiva, el tibio por ley siempre acaba engrosando el bando de los que más empujan. Así es que a ver quién es el guapo que se atreve a decir ahora en Cataluña que está en contra del derecho a decidir, esa entelequia elevada a categoría de totem. Porque, quién discute hoy que somos una nación maltratada que da muchisísimo más de lo que recibe. Bueno, sí, los fascistas lo discuten. Acusar al otro de ser lo que eres tú, el viejo truco del almendruco cuando no tienes un ejercito detrás que te respalde, que si no... por mis cojones y a ver quién rechista. 

El caso es que después de tanto empujar los partidarios del sí a la independencia de Escocia han tenido que verse en el espejo. No son tan guapos como les había hecho creer el encantandor Mr. Salmond. En realidad no eran más que unos jodidos pequeños burgueses con todo su bagaje de miserables sentimientos y aspiraciones. 

Les Petits Bourgeois de Balzac. Les recomiendo leer esa novela sí quieren comprender de donde provienen muchas, acaso la mayoría, de las cosas desagradables que pasan en el mundo. Porque ese espécimen lleva dentro de sí la más irresoluble y peligrosa de todas las contradicciones: tener dinero en el bolsillo y ser un don nadie. Un don nadie, claro está, para los que quisiera ser alguien. ¿Y por qué no puede ser alguien para los que quisiera ser alguien? Muy sencillo, porque le falta ese touch of class que sólo se adquiere pasando por Oxford, Cambridge o, en su defecto, por la Khan Academy. Touch of class, aristocratismo para que nos entendamos, ese sentimiento de generosidad inteligente que da el conocimiento de las leyes del universo. Todo el dinero del mundo no puede suplir eso y esa es, precisamente, la tragedia del pequeño burgués. Tragedia que se resuelve en resentimiento y necesidad irreprimible de buscar consuelo a través de la venganza. ¡Te vas a enterar de quién soy yo!

En fin, que todos los esfuerzos son pocos para escapar a esa condición miserable, la del pequeño burgués o la del tibio que deviene independentista, que, ya digo, tanto monta.  

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Las Bacantes



En unas horas se sabrá si Escocia se separa de Inglaterra o no. Si al final es que sí, no tengo ni idea lo que eso podrá suponer aunque tiendo a pensar de que no irá mucho más allá de la frustración a corto plazo de los partidarios del sí, cierta tristeza para los del no y unos cuantos quebraderos de cabeza para todos, incluídos los instigadores de la movida por mucho que estén ascendidos a la primera división de la política mundial. Sin embargo, todo ello, salga como salga, habrá sido una lección que mereció la pena ser estudiada aunque sólo sea como recordatorio de aquellos textos de los primeros griegos que alertaban de la debilidad mental del pueblo llano frente al pico de los manipuladores de sentimientos. 

Yo no es que haya seguido muy de cerca todo el proceso, pero sí lo bastante como para haber sacado unas cuantas conclusiones. La primera y fundamental, que Dios nos libre de vivir en un pueblo que cultiva las tradiciones con fervor. Por ahí empieza el cáncer. Las gentes sencillas se ponen una falda o arrastran una piedra y automáticamente se sienten impelidas unos cuantos centímetros por encima de su condición natural. Pierden la noción de lo que son y empiezan a sentirse orgullosas por cosas que no tienen el menor mérito como es el haber nacido donde han nacido. De ahí, claro, al desprecio de los vecinos sólo hay un paso que es el que les ayuda a dar el pico de oro del experto en manipular sentimientos de inferioridad. 

A partir de ahí, ya, lo que quieran. Resulta en este caso concreto que el motor del desapego escocés es su imposible soportar la carcundia de los ingleses. Es exactamente lo mismo que argumentan aquí los catalanes. En Londres, en Madrid, sólo hay curas y militares. Ellos trabajan, producen y votan izquierdas, los otros todo es misas, desfiles y votar a la derecha. De ahí que calase tan hondo entre la chusma catalana el "España ens roba", lo mismo que ha calado en Escocia la idea de que los servicios sociales se han deteriorado últimamente a causa de que Londres les maltrata. No importa que el Gobierno de su Majestad haya tenido que echar el resto para sacar de la ruina a los dos principales bancos del país que curiosamente son de matriz escocesa. Eso, pelillos a la mar. O, si quieren, burdo materialismo. Lo nuestro, cuando conviene para la causa, es puramente sentimental. 

Por lo demás, hay bastante consenso en opinar que lo de Escocia ha tenido un recorrido mucho más civilizado que el caso catalán. Pero no nos engañemos, en el fondo es exactamente lo mismo: el triunfo estridente de Dionisos sobre Apolo. Del sentimentalismo sobre la razón. De la provincia sobre la metrópoli. Del catetismo sobre la cosmovisión. Y aquí, para que no me tomen por fanático de la otra parte, quisiera recordar a Eurípides y sus Bacantes.

Penteo murió a manos de las Bacantes por no haber sabido reconocer de antemano cuales eran sus poderes. Los que les confería Dionisos. Londres y Madrid se olvidan, como Penteo de las Bacantes, de las provincias y las dejan hacer porque desprecian el poder del sentimentalismo. Un error garrafal. He vivido años en Cataluña y me maravillaba la dejación de las instituciones del Estado frente a la chulería con la que las autoridades locales vulneraban leyes, desacataban sentencias, incitaban a la sedición o simplemente injuriaban y relegaban a cualquiera que no comulgase con ellas. Al final, el Estado ha subido al monte Pelión, perdón, Cataluña, a ver que es todo ese escándalo que hay allí y las Bacantes, los provincianos, que no paran de bailar, le han agarrado por sus partes y están a punto de desgarrarlo para comérselo después con patatas. 

Francamente, creo que no me importaría nada perder parte de mis emolumentos con tal de que Cataluña se saliese con la suya. No siquiera lo sentiría por los catalanes contrarios al proceso que no han emigrado porque les he visto hacer y estoy convencido que son los tibios del Evangelio, es decir, los verdaderos responsables de lo que pasa. Intuyo, apoyado en una larga experiencia en constatar realidades sobre el terreno, que el resto de España a no muy largo plazo sólo podría obtener beneficios de esa separación. Porque Cataluña tendrá sus virtudes que no niego, pero es reaccionaria y corrupta como ella sola. Y no lo digo a la ligera. Reaccionaria, sólo hay que ver como los charnegos siguen siendo charnegos a las tres generaciones de vivir en Cataluña. Corrupta, huelgan comentarios si uno ha ejercido allí de médico. Por lo demás, madrileños carcas, andaluces vagos, españoles ladrones... lo típico, defenderse achacando a los demás los propios defectos. 

En fin, que yo le diría a la chusma: el que te unta los cascos, ese te los quiebra. Así que que luego no me vengas con que no estabas advertido. 

Perlas nada más



Bien, pasan cosas terribles en el mundo que seguramente tienen que ver con esa propensión humana a cambiar de las buenas a las malas artes tan pronto como los deseos se le hurtan. Estamos tan hartos de ver eso que, ya, como quién oye llover. También, ya, oímos llover cuando nos cuentan del nuevo fuego que hemos robado a los dioses impelidos por esa obsesión permanente de querer parecernos a ellos. En resumidas cuentas, de lo malo, mientras no nos afecte, que se lo bendiga San Pedro a quien Dios se lo dé y de lo bueno, del fuego robado, nunca es mucho hasta que caemos, si es que caemos, en la cuenta de que es precisamente debido a ello que todavía permanezcamos encadenados a una roca del Cáucaso. Por no hablar del águila que viene todos los días a roernos los hígados.  

Así, con los grandes temores y las ilusas esperanzas se tejen todos los día miles, millones, de toneladas de información que no tienen otro destino que ser tiradas al cubo del olvido al día siguiente. Verdaderamente, sorprende que insistamos. Quizá sea porque en el fondo de nuestra conciencia albergamos la convicción de que toda ganga esconde en su seno piedras preciosas. Pasas las páginas, zapeas y, de pronto, quedas colgado de algo: una noticia anodina que golpea el subconsciente. Le empiezas a dar vueltas y quizás descubres que en ella se engloba el mundo. Es como cuando Pessoa se percató del cuello tejido a ganchillo que llevaba la señora que iba delante de él en el tranvía. Empezó a pensar en aquel cuello y acabó escribiendo la historia de la humanidad. Así que, imagínense, si eso hizo con un cuellecito de perlé que no hubiese escrito al ver el uniforme de ese equipo ciclista que les muestro en la foto. Porque la realidad es que un hecho tan en apariencia banal ha hecho correr más tinta que todos los estragos causados por los islamistas y ébola juntos. Una vez más queda patente que muestra mucho más lo sugerido que lo mostrado. Lo simbólico gana por goleada a lo real. Don Quijote seguirá luchando con molinos cuando de Holywood no quede ni el recuerdo. 

Así, por ponerles otro ejemplo, he quedado sorprendido, casi anonadado, al enterarme de que avalanchas de turistas han invadido Badalona. Lo primero que he pensado es que el fenómeno turístico ha pasado de lo puramente sociológico a lo paranormal. ¿Conocen ustedes Badalona? O ha habido apariciones últimamente o es incomprensible que alguien se acerque allí a distraer sus ocios. Que yo sepa, excepción hecha de la fábrica de Anís del Mono, no hay nada allí que no invite a salir huyendo. Pero ya ven, alguna razón tiene que haber para que esas avalanchas se produzcan. El hastío de lo pintoresco, quizá, o la simple constatación de los encantos del masoquismo. Algo, en cualquier caso que debiera ser motivo de congreso para ser analizado, porque si Badalona puede ni siquiera Baracaldo debiera desistir de intentar explotar ese nicho de riqueza que es el turismo.

Por no cansarles les comentaré sólo otra de la que me gustaría intuir las causas de la insistencia. Es a propósito de las vestimentas de la Reina Leticia. Porque no es cuestión de sin son bonitos o feos, o le sientan bien o mal, los vestidos que se pone. No, la cuestión que al parecer tiene ocupadas, y sobre todo preocupadas, a legiones de periodistas es la repetición de los modelos. Cinco veces ya ha aparecido con la misma chaquetilla que llevaba en la reciente visita a un colegio de Orense. ¿Qué se esconde detrás de esa fiscalización? ¿Hay reproche o alabanza? ¿Es Reina o es modelo? ¿O las dos cosas a la vez? No sé por qué, pero, ya digo, me inquieta esa insistencia. En fin.

lunes, 15 de septiembre de 2014

TECHNION



Como se suele decir, más tontos y no nacen. Me refiero a los gobernantes asturianos que van a obligar a los niños a estudiar en bable "porque es una pena que se pierda". Ya se sabe que la idiotez es lo que más se pega y de eso, aquí en España, con lo de las lenguas vernáculas tenemos para dar y tomar. Bien es verdad que vascos y catalanes pensaron utilizarlas como ariete para abrir las puertas del paraíso. A los pobres les ciega la obcecación. A los escoceses, no mucho, pero un poco más espabilados, nunca se les hubiese ocurrido sustituir el inglés por una lengua rural. 

La ceguera de la obcecación hace que el personal no se entere de que, así, como el que no quiere la cosa, el mundo está a dos pasos de conseguir aquel maravilloso traductor universal que utilizaban los de Star Trek. Una vez más, la causa de la debacle van a ser los judíos. Resulta que en Haifa, Israel, hay un centro de investigación llamado TECHNION que se dedica sobre todo al estudio de los "big data". O sea, para que nos entendamos, usted va dejando continuamente rastros, datos, por el mundo que no se pierden en absoluto. Como la basura, esos rastros son recicables. De ellos se pueden extraer utilísimas herramientas para racionalizar la actividad humana. Imagínense todos esos extraños giros que se utilizan en las redes sociales guardados en una caja. Pues bien, confrontados los de los diversos idiomas se puede llegar a una traducción tan buena o mejor que la que pueda hacer el más hábil de los traductores. Ya, para finales de año, habrá un primer ensayo de la cosa a través de Skype. Podrás hablar con un ruso sin cortarte porque en una fracción de segundo el recibirá tu mensaje en su idioma. Y dentro de nada, ni Skype, ni leches, simplemente con el móvil. 

En definitiva, dentro de poco pasará con los idiomas algo parecido a lo que pasó con la música. Nada mejor para explicarlo que un chiste que vi de niño en una de aquellas revistas que mandaban a mi padre. Un hombre con pinta de opulento le dice al profesor de piano de su hijo: no le apriete usted mucho porque cuando sea mayor se podrá comprar todos los discos que quiera. Esa ha sido la filosofía que ha llevado a que tan poca gente sepa algo música y en el futuro llevará al desconocimiento de los idiomas. La música ya lo es y los idiomas lo serán, hobby para frikis. En fin, las leyes de la física: la energía ni se crea ni se destruye, simplemente tiende a acumularse en TECHNION y a disiparse entre las masas contemplativas. El mundo en manos de cuatro, es inevitable.  Cuestión de matemáticas.  

domingo, 14 de septiembre de 2014

Misterios dolorosos



Anoche anduve por el centro de la ciudad más que nada por no llevar la contraria y hoy pago las consecuencias: dolor de cabeza. Seguramente tensional. La mala gana, el desagrado, el asco casi de tener que constatar esa insistencia dionisiaca en ocupar las calles que ya va para tres meses. Un verdadero horror para cualquiera no digo ya con un ápice de sensibilidad sino simple y llanamente con dos dedos de frente. Porque hay que ser muy torpe para no caer en la cuenta de que las cosas así no pueden funcionar a la que el aire de la vuelta que diría el clásico, que siempre acaba por darla. 

Anyway, el mundo es ansí, que también dijo el clásico, y lo clever es adaptarse. Adaptarse cada uno a su manera. A mí me gustaría hacerlo al estilo Chinasky (Barfly), pero soy demasiado consciente de que no podría sobrevivir a la más somera combinación de whisky y mamporros. También envidio la elegancia y valentía de The Misfits, pero, igual que con lo de Chinasky, me falta correa. La naturaleza me hizo así, de constitución endeble y eso me obliga a buscar subterfugios de tres al cuarto que apenas sirven para despistarme por un rato de mi imposible encaje en el entorno.

Ya digo, a cada uno le hace Dios como le da la gana y nada se puede contra eso. Si te hace como esos buenos chicos de la foto vas y te pones la camisa que toca y escuchas con atención y la sonrisa en los labios a Ana Patricia que para eso es la que manda. No sé, me gustaría envidiarlos y no puedo. Nunca he podido. Es por una especie de soberbia que me susurra al oído que mi sino está marcado por un mayor de lo normal número de conexiones interneuronales. Es como si estuviese condenado a no poder parar de encontrar relaciones entre las cosas. Relaciones que les parecen extrañas e incluso absurdas a los que son como los chicos de la foto, pero a mí no y, además, sostengo una cierta convicción de que ando acertado. Es, para que nos entendamos, como una especie de síndrome de Casandra: ver más allá lo que nadie quiere que le cuentes. Incomprensión. Locura, en definitiva.

Y menos mal que hay una considerable minoría que padece y goza de ese mal y, además, sabe reconocerse entre sí. Es la casta de los descastados, de los que se reúnen en cenáculos secretos para consolarse mutuamente contando sus historias de huida permanente de la circundante ceguera. 

En fin, cada cual lleva su cruz. Unos en forma de Casandra. Otros en forma de la camisa que toca. Así lo quiere Dios.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Why I'll Never Tell My Son He's Smart



Sal Khan me ha vuelto a escribir para darme las razones por las cuales él nunca le dice a su hijo que es inteligente. Yo, la verdad, es que no he podido estar más de acuerdo. Son cosas de cajón que sin embargo parece que no quieren ser entendidas por el común de los mortales. Sobre todo si son abuelos. ¿Por qué vas a felicitar a alguien por ser alto, guapo o hacer con facilidad aquello para lo que la naturaleza le ha dotado? No hay nada de extraordinario en ello y lo inteligente sería dárselo a entender al interesado para que no cometa las típicas tonterías de los agraciados por cualquier tipo de lotería. Otra cosa completamente diferente es cuando el aprendiz persevera para avanzar en aquello que le resulta dificultoso. Entonces sí que puede estar justificada cierta alabanza. Pero, ojo, sólo cierta, no vaya a ser que el interesado pierda de vista que lo que está haciendo sólo es su obligación.

En fin, son esas cosas de elemental sentido común y que, sin embargo, por ser éste el menos común de los sentidos tanto le cuesta a la humanidad reconocer. Y en llegados a este punto lo correcto supongo que será preguntarse por qué demonios será que el sentido común es el menos común de los sentidos. ¿Y los que parecen tenerlo es porque nacieron con él o porque le cultivaron con su esfuerzo? Una vez más nos encontramos con un aporía, es decir, algo que no tiene respuesta lógica. Por eso lo mejor es ser prácticos y atenernos a lo único que está en nuestras manos que es el intento de conseguirlo o mejorarlo si se supone que le tenemos. ¿Cómo? De la única forma posible: entrenando el músculo del pensar.

Entrenar un músculo, ya saben, es exigirle cada día un poco más de lo que puede hacer con facilidad. Obligarle a esforzarse en definitiva. Porque repetir cualquier cosa que hacemos con facilidad, por complicada que sea, de poco sirve para avanzar. Así que hay que perseverar, sí, pero con esfuerzo. O sea, que cada vez sea más difícil el problema a resolver.

Estas cosas, más o menos, son las que me cuenta Sal en su última misiva. Nada nuevo por otra parte por más que él se base en las más recientes investigaciones de los genios de la cosa. Que perseverar en un objetivo sin perderse por las ramas y echarle valor al asunto es la fórmula del éxito es algo que se sabe desde los tiempos de Maricastaña. Lo que pasa, supongo, es que Sal me lo repite una y otra vez porque me tiene calado. Controla mis asistencias a su academia y el aprovechamiento que saco de ellas. Y sabe de la condición humana y su imparable propensión a tirarse a la bartola tan pronto como tiene sus necesidades materiales cubiertas. Tirarse a la bartola, o como las gallinas, picar por aquí y por allá que con eso ya da para poner el huevo de cada día. Ya digo, me tiene calado.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Paisaje después de la batalla



Estuvimos un par de días retozando por la Montaña Palentina. Subimos hasta la Fuente del Cobre donde nace el río Pisuerga y recorrimos la Senda del Oso. Que llevásemos seis décadas completas, o casi, a cuestas no impidió que el resuello nos diese para no tener que cerrar el pico ni aún en las más fuertes pendientes. Como quién no quiere la cosa le dimos la vuelta al mundo y a todas sus grandes cuestiones... o al menos lo intentamos. 

Los años, el esfuerzo, las grandes cuestiones, la luz no usada, los lejanos horizontes, no sé, pero a mí todo eso me hace tomar más si cabe distancias con el mundo. Por así decirlo, uno vuelve de estas excursiones más apolíneo. 

Más apolíneo y por tanto cada vez más desplazado en esta apoteosis dionisiaca que anega la llanura. ¡Qué tostón, Madre mía! Si no se muere Botín, es un campeonato de vela y, si no, atacan los catalanes con su proverbial rimbomborio. Y así hasta el infinito, o sea, hasta la nada.

Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.

Bueno, me lo tengo que pensar porque en aquellas alturas yo noto como si allí hubiese algo. Nostalgia seguramente. 


jueves, 11 de septiembre de 2014

La casa del asqueroso


a

El otro día estaba una pandilla de imsersatos en la curva de La Magdalena en actitud de espera. Por su aspecto no dejaban muchas dudas acerca de su procedencia rural de secano. Gente fuerte, pero de baja estatura achacable según los dictados de la ciencia a haber tenido en su infancia una dieta pobre en proteínas animales. Como suele pasar en todos los grupos aburridos siempre hay alguien que aprovecha para poner su ingenio a prueba en un intento de destacar. Tal fue el caso de la más pequeña del aludido grupo, la única que no estaba recostada como un trillo, que adelantándose unos pasos y señalando El Promontorio dijo con desparpajo: "Mirad, la casa del asqueroso". El asqueroso Botín, bien sure.

Ser banquero y apellidarse Botín es en este país, y no sé si en otros, una especie de pleonasmo que se presta al chiste fácil. Ya se sabe, banquero, luego rapiña. Eso es algo que está cosido al imaginario popular con grapas de acero inoxidable. No sé de donde vendrá el tópico y si habrá necesitado de algo más que la envidia y el resentimiento hacia quien supo medrar, pero es probable que algo también habrán contribuido a fomentarlo y engrandecerlo los malos chistes y la peor literatura. Recordemos al respecto las novelas de Torquemada de Galdós en las que las lenguas insidiosas quisieron ver los inicios de la funesta saga de los Urquijo. Claro, así se cerraba el círculo: lo que mal había comenzado, peor había acabado... y todos felices porque hubo justicia, divina, sí, pero justicia al fin y al cabo.

Los comienzos de Torquemada son terroríficos. Nada que ver con "las preferentes" de nuestros días. Aquello era la usura pura y dura. El exprimir a los más débiles hasta sacarles la última gota de sangre. Una vez enriquecido, matrimonio con una aristócrata arruinada y muchas obras de caridad. Alrededor de todo eso, todo lo que ustedes quieran para demostrar hasta que punto la sociedad es corrupta, mezquina, injusta y demás lindezas que hacen, al ser constatadas, las delicias de todos los que por lo que sea no han conseguido un acomodo a la altura de sus expectativas.

En definitiva, imagínense un mundo en el que los banqueros fueran como le gustaría que fuesen a la gente devota del Sagrado Corazón. O sea, que sacasen el dinero a los ricos para dárselo a los pobres. O mejor todavía, que se lo sacase a los laboriosos y ahorradores para dárselo a los vagos y manirrotos. Sin duda hasta un niño puede comprender que esa es la más estúpida de todas las quimeras. El dinero constituye junto con Dios la cima de la abstracción humana. Todo fue coronar esos dos hitos y empezar a desbocarse el proceso civilizatorio. Por eso se les venera con tan igual reverencia que se les suele confundir. Viene de lejos. No olviden que el templo de Apolo, el más clarividente de los dioses, en Delfos no era sino un Banco. Como el Santander para que nos entendamos. La leyenda cuenta que la gente se acercaba allí a pedir consejo antes de emprender cualquier empresa, pero en realidad iban a pedir un préstamo. Si Apolo veía clara la posibilidad de ganancias soltaba la pasta, si no lo veía le decía a la pitonisa que soltase cuatro frescas. Así fue que había allí dinero suficiente cuando se necesitó para armarse contra los persas. Luego, ya saben, pasó lo que paso, que vinieron los del Sagrado Corazón y lo arrasaron todo y comenzaron los años más negros. Pero, a la postre, Apolo siempre vuelve a iluminar la casa del asqueroso. Para que penetre el futuro, no más.  

lunes, 8 de septiembre de 2014

Romero, romero



Cuando anduve por Salamanca conocí a unos hermanos que tenían problemas con la droga. Ni trabajaban ni estudiaban ni tapicheaban, pero tenían un buen pasar. Su padre por lo visto era o había sido concejal del Ayuntamiento por parte del Partido Popular y su madre era una reconocida echadora de cartas. Y era su madre según se comentaba la que pagaba las abultadas facturas de las imperiosas necesidades de los hijos. O sea, que ganaba pasta gansa. Claro, en Salamanca hay mucha cuernocracia que ya se sabe lo supersticiosa que es esa gente, pero es que al parecer el grueso de la clientela eran los políticos. Hasta los de Madrid venían a que les discerniese el porvenir. Nada por otra parte de lo que extrañarse porque a poco que uno haya leído historia sabrá de la escabrosa afición a los videntes y brujerío en general por parte de buen número de los líderes del mundo de todos los tiempos. Y, todo hay que decirlo, sobre todo de los líderes de corte totalitario. 

Así es que hoy me desayuno con las aventuras de Pujol, totalitario o no, que yo creo que sí, y la bruja Adelina. Se veía venir porque no era normal en absoluto que se le hubiesen quitado los tics que tenía en la cara de la noche a la mañana. Por lo visto Adelina recorría con huevo el cuerpo, no especifican si desnudo, y la cabeza de Pujol mientras recitaba: "romero, romero, saca lo malo y deja lo bueno". Tampoco nos especifican en qué idioma lo decía, saber lo cual no hubiese dejado de tener su interés. Anyway, lo que cuenta es que consumada la terapia la bruja rompía el huevo y siempre la clara salía negra. ¡Resuélvanme ustedes ese enigma! Porque no vamos a creer, como argumentaba Adelina, que era a causa de estar poseído Pujol de mal de ojo.  
En fin, dejemos lo de Pujol porque no parezca que todavía queremos hacer más leña del árbol caído y vayamos al asunto de la pervivencia en magnífico estado de salud de todas las artes de la superchería en general y la brujería en particular. Porque poco hay que indagar en el asunto para enterarse de los miles de kilómetros que hacen y los millones de euros que se gastan las familias en ese tipo de cosas a nada que la fortuna se les muestra adversa sobre todo en cuestiones de salud. 

Recuerdo que de niño, aquí en la provincia, todos se hacían lenguas de las habilidades casi taumatúrgicas de Don Honorato, más conocido por El Brujo a secas. Hacía por aquel entonces estragos entre el personal la tuberculosis para la que Don Honorato tenía un remedio infalible que consistía en restregar al amanecer todo el cuerpo desnudo por un prado cubierto de rocío. Por lo demás se sabía que Don Honorato se había ido de niño a Cuba donde Don King, un exitoso indiano de Liérganes del que algún día les contaré, le había colocado de ayudante de un curandero nativo experto en las artes del vudú. Don Honorato parriba, Don Honorato pabajo, yo no sé si porque era hijo de médico o qué, todo el mundo me contaba sus increíbles logros. Como diciendo, pa que veas, que para saber curar no hacen falta estudios ni nada, sólo poseer poderes sobrenaturales. Hasta un cura salesiano que me daba clases de francés no paraba de cantarme las excelencias del truhán al que acudía con frecuencia a primeras horas de la madrugada. Decían que si llegabas a las cuatro ya no te podía atender en todo el día. Tanto era el gentío que allí buscaba consuelo. Y nosotros, los niños, cuando íbamos de paseo con el colegió por El Alta, al pasar frente a su casa siempre la señalábamos con una punta de entre reverencia y temor y decíamos: ahí vive El Brujo. No sé qué supondríamos. 

En fin, a lo que iba, que lo que para mí, por la educación que recibí en casa supongo, no es sino signo de atraso y borreguez, para gran cantidad de gente que he tratado, aparentemente cultivada, es signo de flexibilidad mental y aceptación de lo inexplicable por los métodos habituales de la lógica. Porque puede haber otra lógica que somos incapaces de comprender, argumentan. La verdad, creo que las apariencias me engañaban: esa gente no era cultivada. Eran fanáticos superticiosos, o sea, ignorantes puros y duros por muchos idiomas que hablasen o mucho que blasonasen de progresistas. Lo dice el Padre Astete, que están en pecado mortal los que creen en agüeros, supercherías. Y bien que yo lo creo.  

domingo, 7 de septiembre de 2014

Corocotteando



Corocotta jura venganza a los romanos, reza el titular. Bueno, los romanos todos sabemos quienes eran y lo que representaban, pero ¿quién era Corocotta? ¿O qué representa en el imaginario popular?

Cuando yo era chaval y nada se sabía de Corocotta, solíamos blasonar los señoritos montañeses de pertenecer a una región sin apenas tradiciones. Fiestas, las justas para que el pueblo llano encontrase pareja. Y en eso se apoyaba un bien justificado orgullo de pertenencia porque de sobra es sabido desde tiempos remotos que la cultura de una población es directamente proporcional a la velocidad con la que se abandonan las antiguas tradiciones. Veíamos por entonces a vascos y catalanes con el montón de sandeces ancestrales que hacían y nos parecían pitecántropos. Pues bien, han corrido los tiempos y, al respecto, se diría que todos somos vascos y catalanes, o sea, pitecántropos sin remisión. 

Me explicaré con un inciso. Pusieron ayer en una televisión francesa un interesante programa sobre temas ganaderos. Resulta que en Alemania las granjas de vacuno nunca bajan de los mil ejemplares y producen varios millones de litros de leche al año. En realidad no son granjas sino empresas en las que los propietarios no saben ni de qué color son las vacas. Saben gestión empresarial y punto. Todo se aprovecha, hasta esa mierda tan molesta que hace a nuestro idílico landscape odioso durante una buena parte del año a causa de que tenemos olfato. Allí con ella, con la mierda, producen electricidad para alumbrar a las poblaciones circundantes. Pues bien, entonces, resulta que van unos empresarios franceses y piensan que ellos también pueden montar una empresa como la de los alemanes. Levantan las naves, importan la maquinaria de América y ya sólo les queda traer las mil vacas para empezar a producir. Apenas un interin de dos días que aprovechan los líderes sindicales agrarios de la región para hacer una incursión tipo comando de la muerte y destruir las instalaciones todo lo que pueden. Los Corocottas, en definitiva, que nunca faltan allí donde asoma el progreso de la humanidad. Imagínense el desastre que se nos avecina, argumentan los sindicalistas: en vez de setenta mil pequeñas explotaciones que perfuman todo el territorio patrio incluidos los acuíferos, sólo dos mil que para más inri son inodoras e insípidas. O sea, concluyendo, las esencias, nunca mejor dicho, de la patria en peligro. 

¡Larga vida a Corocotta! Podemos estar seguros. Allí donde haya un líder, un símbolo, que represente un freno al progreso, la modernidad y demás engendros que se traducen sobre todo en cambio de chip y esfuerzo mental tendrá el reconocimiento sin matices ni límites de las masas populares. Ya se sabe, la inocencia del Sagrado Corazón: que Prometeo robe el fuego sin que los dioses se ofendan. Porque lo que es con la leche barata en las estanterías todo el mundo esta encantado. Incluidos los corocóttidos.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Fotem el camp


.-Largate de aquí y no vuelvas.

.-Nos han tancat la porta.

En este caso concreto que nos muestra el vídeo de La Vanguardia el vecino indignado es español y la puta catalana. Justo al revés de lo que viene mostrando la televisión pública de la comunidad hace más de treinta años. Digamos que una vez más la tozudez de la ficción no ha sido capaz de doblegar a la inocente realidad. Las putas com cal, desde los tiempos de La Lozana, tienen que ser catalanas. Aunque sean de adopción.

Yo, ya saben que siempre he pensado que todo esto de "la cuestión catalana" no era más que un intento de intimidación por parte de chorizos en busca de ventajas. Y ya saben lo que pasa con los chorizos, si encuentran resistencia fotem el camp y ponen a sus mujeres a hacer la calle que es en lo que ahora estamos. 

Lo de putas y Barcelona viene a ser una especie de pleonasmo. Cuando era niño escuchaba maravillado las aventuras de los camioneros que iban a Barcelona a llevar leche concentrada. Siempre eran historias de Barrio Chino. Luego, cuando viví allí, comprendí que, en realidad, Barrio Chino lo era toda la ciudad. Por Noche Buena, allá por los primeros ochenta, solía llevar a mis hijas a cenar a un conocido restaurante de Las Ramblas. Siempre estábamos rodeados de putas que tenían allí su cuartel general. Estaban perfectamente integradas en el medio, al estilo de lo que pasa en Holanda. Llegué a pensar que esa similitud tendría algo que ver con las leyes de mayorazgo que todavía rigen en ambos países. Al heredarlo todo el primogénito, los segundones, militares o curas, no se pueden casar y tienen que recurrir a las putas para aliviar los bajos. En fin, una bonita teoría con más o menos el mismo fundamento que todas las bonitas teorías que configuran el imaginario popular. 

Anyway, a lo que iba, que lo que es equilibrada proporción en tiempos de bonanza se puede convertir en desmesura cuando pintan bastos. Sabido es que desde que el resto de los españoles podemos elegir a quien compramos nuestros calzoncillos y bragas los catalanes no han parado de mostrarse como el amante despechado. Yo lo comprendo. A un cliente de siglos que te abandona por los chinos no se le puede dejar ir de rositas. Aunque no se le dé, porque no se puede, claro, por lo menos hay que amagar que ya se sabe que sólo con eso basta para que los pusilánimes se caguen por la pata abajo... que es lo que ha pasado en realidad. Si los que se dicen de izquierda, los pusilánimes para que nos entendamos, no se hubiesen ensuciado al oír las amenazas de secesión, todo el rimbomborio catalán hubiese durado dos horas.  

Por lo demás, está todo claro. Sólo hay que aceptar las teorías de Houellebecq para entenderlo. En el futuro, asegura, el turismo será sexual o no será. Y en eso es en lo que están en Barcelona, en el mismísimo futuro en lo que al turismo hace. Y por eso es que todo el espacio que antes dedicaba La Vanguardia a jalear a los amagadores, ahora se lo dedique a relatar los efectos secundarios de ese esplendor puteril que les anega las calles y se mete por los portales hasta los mismísimos rellanos. 

En fin, ya saben, todo proceso tiene sus fases. Calzoncillos y bragas, liberalización de mercados, rimbomborio soberanista, explendor puteril y, al final, siempre las aguas vuelven a su cauce. 

jueves, 4 de septiembre de 2014

Carta moral a Lucilo



Hay un tipo por ahí que por lo visto da clases en la Complutense de Madrid y es alto representante de uno de esos nuevos partidos que se lo están llevando de calle que ha dicho que durante los años de la transición la policía repartía heroína entre la juventud para frenar la lucha política. Concretamente ha utilizado ese argumento en un a modo de justificación de la apetencia que por aquel entonces mostraba ETA por los camellos. Bueno, de sobra es conocido que los listillos con aspiraciones saben del gusto de la chusma por las teorías conspiranoicas. La policía, los patronos, los americanos... el verdadero eje del mal, que si no, ya te digo lo que no sería capaz de hacer el pueblo llano unido y, sobre todo, pastoreado por la vanguardia. Toda una teoría política que cala hondo, es enormemente disolvente y, lo mejor de todo, se la deja hacer como mal menor. 

Yo ya no sé si creo en la democracia o me importa todo un bledo, pero lo que sí les puedo asegurar es que cuando veo a Chuck Norris tomarse la justicia por su mano no puedo evitar el sentir una hemorragia de satisfacción. Y es que es eso, que uno tiene la impresión de que esta democracia que nos rige más que el imperio de la ley, que supongo es razón, es el triunfo de la chusma con sus perniciosas supersticiones. 

Porque es que, vamos a ver: ese tipo que da clases en la Complutense y, por tanto, se hace oír con el soporte del Estado, ha lanzado una grave acusación contra nada menos que la policía, una Institución clave donde las haya para garantizar las libertades, o sea, el núcleo de la democracia. Y yo me pregunto: ¿pero es que no va a haber nadie que se tome la molestia de hacerle tragar sus palabras a ese tipo? Y no por nada sino porque, como atestigua la sabiduría refraneril, el que calla, otorga... y así corre la bola y sabe Dios a qué osadías difamatorias no llegará el mentado profesor con tal de ir agigantando su figura. 

Yo no es que crea lo que algunos pronostican alarmados, pero supongamos que por el querer de los dioses de aquí a cuatro días van y ganan las elecciones esos partidos políticos de ideología por así decirlo chusmática. No sería la primera vez y conocidas son las consecuencias. Ganaron el poder porque nadie se enfrentó con la ley en la mano a sus difamaciones y mentiras. Porque esa es la cuestión, que hay leyes para atajar esos males, pero, no se me alcanza el porqué, parece no estar bien visto el echar mano de ellas. 

Le traigo a colación estas disquisiciones porque, por la parte que me toca, me preocupa el tema de la veracidad. Porque el caso es que no paro de largar desde este ínfimo púlpito con la más que probable pretensión si no de agigantar como el tipo de marras, si de hacer crecer mi figura. Es una humana pretensión. Narcisismo puro y duro. Un juego peligroso que, a falta de contrapesos, suele nublar la mente y hacer tomar las cosas por lo que no son. Uno se lanza y a nada que se descuide toma por hechos lo que sólo son conjeturas. Y de ahí a la insidia y la difamación sólo hay un paso. ¡Ay, el recto razonar! 

No sé. Empiezo a tener más que dudas sobre todo esto.  

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Faetones todos



Pasaron anoche por ARTE un programa curioso: L'URGENCE DE RALENTIR. Así, a primera vista, se diría que se trataba de un canto al tipo de vida de los chiflados alternativos, pero sin duda era bastante más que eso porque había mucha inteligencia y conocimiento en las experiencias sociales que mostraban. Una gota de agua en el desierto, pero seguramente es así como empezó la vida en el planeta. 

El caso es que me he pasado el verano aquí, en el Sardinero, viendo y sobre todo sufriendo a las masas desnortadas en busca de placeres inmediatos. Y, claro, por tal ha sido que el PIB regional ha crecido y el paro ha bajado. Nada en cualquier caso comparado con Barcelona donde hasta los rellanos de las escaleras se alquilan para que los turistas no forniquen por las calles. Y así por todo el mundo al grito ¡hay que divertirse ya a costa de lo que sea! 

El planeta se calienta, dicen, pero las embotelladoras de agua de Galicia llevan su mercancía a Cataluña y las de Cataluña a Galicia. Oye, tío, si sale a cuenta pour quoi pas, para eso fabricamos esos camiones descomunales y trufamos el territorio de autopistas. Así se resume la historia de esta carrera desesperada hacia no se sabe dónde. Venga Dios y nos lo explique.

A mí, en realidad, todo esto me importa un bledo porque ¡para lo que me queda! Además, ya aprendí que el ser humano en general es como es y menos mal que de vez en cuando surge un Erasmo para explicártelo. Queda bien patente que la estupidez es la reina del paraíso en la Tierra. Pareciera como que Dios nos ha programado para correr tras quimeras destructivas, el deporte mundial por excelencia. En realidad si a alguien tenemos entronizado, aún a costa de ignorarlo, es a Faetón. Ya saben, el de los caballos desbocados en dirección al sol que lo quema todo empezando por los caballos y el propio Faetón. 

No sé, pero para mí que todas esas experiencias colectivas que tienen lugar en sitios como Bristol o Itaka pueden estar bien y seguro que hacen la vida más agradable a la gente con cerebro que no sé si es poca o mucha. Pero no me engaño. La salida a toda esta molestia que no cesa es personal. Te bajas o no te bajas del carro de Faetón. Claro que para poder bajarse lo primero que hay que hacer es aprender a no mirar el dedo cuando te señalan la luna. ¡Casi na!

martes, 2 de septiembre de 2014

Incomprensibilidades de caudal

 
 
 
"Sea ésta la primera destreza en el arte de entendidos, medir el lugar con su artificio".
 
Medir el lugar a estas alturas está al alcance de cualquiera que se haya tomado la molestia de bajar al móvil la aplicación correspondiente. Pero el artificio que todo lugar conlleva, eso, es harina de otro costal. Ese es el verdadero arte de entendidos. Es la tarea del héroe.
 
En realidad nos pasamos la vida tratando de adquirir alguna competencia en ese arte y, todo hay que decirlo, con muy pocos resultados por lo general. Lo más, lo más, conseguimos profundizar un poco en muy limitadas parcelas transitando por todo lo demás a merced de los elementos. Y menos mal si somos conscientes de ello lo que no es ni fácil ni frecuente... que no por otra cosa es que el normal transcurrir sea una continua sucesión de tumbos de los que se suele salir con más daño que escarmiento.

Pensaba en esta cosas no porque de vez en cuando le eche un tiento a Gracián sino porque voy cayendo en la cuenta de lo mucho que menudean mis conversaciones en las catedrales sobre la escasez del entendimiento de los otros. Esa escasez que nos irrita ya sea porque nos causa molestias ya sea, porque vemos en ella nuestro vivo retrato y no nos gusta un pelo.

En fin, el artificio, el que invente una aplicación para desentrañarle se forra. Imagínense un mundo en el que todos fuésemos capaces de ver más allá de lo que parece a primera vista. Se acabarían todos los problemas. Ni Putin, ni catalanes, ni yihadistas... ¡qué aburrimiento!